En la Casa de Nariño ronda otro ambiente. ¿Ruptura? ¿Continuidad? ‘Nuevos’ rostros, diferente tono. ¿Cambios reales? Promesas. ¿Cumplirán? Distintas imágenes. La más importante, la de las locomotoras y la máquina. Metáfora constante, repetitiva, en el lenguaje del presidente Juan Manuel Santos.
Carlos Gutiérrez / Le Monde Diplomatique (Colombia)
Desde su campaña electoral alude a las “cinco locomotoras”. Y al Estado como una máquina. Un entender de la vida y la economía a partir de la Revolución Industrial: los piñones giran y desatan energía sin límite y riqueza, de la cual está supuesto que para todos hay. Es la imagen con la cual formaron al presidente Santos, porque en las charlas de las familias del poder prevalece –admirar– el falso sueño que creó el capitalismo a su alrededor. Una herencia del positivismo que fue y tuvo su época.
¿Locomotoras? ¿Acaso puede haber, cuando el Estado colombiano, por favorecer intereses particulares, renunció, fue despojado hace décadas de las ventajas del transporte ferroviario, y la inmensa mayoría de sus habitantes no goza, padece, un proyecto de desarrollo que pretende ser novedoso sin considerar la naturaleza humana? Una vez en la Casa de Nariño, en sus primeros cien días, el presidente Santos por tradición o compromisos maneja sus locomotoras con un rodar lento.
Las cinco locomotoras
Bajo la sombra de Uribe, Colombia está ante unos trenes que no podrán ir a toda máquina. En su campaña, el actual Presidente presentó como sus cinco expresos: infraestructura, agricultura, vivienda, innovación y minería –y un sexto punto, prioritario al dcir del Presidente, que tendrá su primera aplicación en 100 municipios seleccionados: el Plan Consolidación, como parte de una nueva fase contrainsurgente. Cinco locomotoras cada una “a crecer más del 10 por ciento anual”, con la premisa de jalonar los sectores económicos de servicios y comercio, factibles de generar empleo masivo.
Dos de estas locomotoras (infraestructura y minería) constituyen una continuidad de los planes del gobierno anterior. Y las otras reflejan un reacomodo o ‘viraje’ en los cambios de prioridad desde el poder y sus necesidades. Se destaca en la nueva escala el lugar que se le asigna al campo, con sustento en seis componentes: “Mejorar el acceso a la tierra. Modificar su uso actual. Una formalización de la propiedad rural. Un programa de restitución de tierras. La extinción de dominio a tierras ilícitas. La modernización del impuesto predial”. Con esta excepción para la agroindustria, en ninguna otra, hasta ahora, son públicos tan claramente los proyectos formales que pretenden y la forma como intentarán hacerlos realidad. LEER EL ARTÍCULO COMPLETO...
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