El ALBA avanza, y para ello se nutre de la energía popular, la tradición revolucionaria antiimperialista, la crítica anticapitalista, lo mejor del pensamiento de la unión latinoamericana, y el vigor de los pueblos forjado en la resistencia social al neoliberalismo.
Andrés Mora Ramírez / AUNA-Costa Rica
No es sencillo mirar y valorar el significado y los aportes de la Alianza Bolivariana de las Américas (ALBA) desde países donde la hegemonía ideológica neoliberal, y la influencia político-económica de los EE.UU, han inclinado la balanza hacia la (des)integración nacional y regional en tratados de libre comercio que favorecen al mercado estadounidense, en lugar de la opción por la integración múltiple y diversa nuestroamericana, que se impulsa desde el Caribe y el sur de América Latina.
En Costa Rica, por ejemplo, que hace parte del eje del libre comercio panamericanista, el sentido común dominante, que se expresa en los discursos político y mediático, suele representar a la iniciativa ALBA –casi textualmente- como una suerte de nueva cortina de hierro andina, un producto del socialismo barbárico y, en general, una utopía regresiva. Se trata de una visión sesgada y prejuiciosa, pero útil para quienes reproducen el guión de los gobiernos “buenos” y “malos”, y para quienes atacan, deliberadamente, a los líderes latinoamericanos progresistas y nacional populares, y a los movimientos políticos y sociales que intentan avanzar por los caminos de un nuevo sistema de relaciones entre los Estados y pueblos de nuestra América.
Para desgracia de esas voces portadoras de odio, la experiencia concreta de ocho años de una integración inspirada por una lógica de fraternidad, solidaridad, complementariedad y rechazo de las formas y fines propios de la explotación capitalista, constituye una lección valiosísima sobre las posibilidades de los pueblos para construir alternativas viables que subviertan el orden imperante y el recetario de soluciones neoliberales aplicadas durante las últimas tres décadas. Algo que ha sido reconocido por organismos como UNESCO y CEPAL.
La XI Cumbre de Presidente del ALBA, celebrada en Caracas a inicios de este mes de febrero, así lo confirmó: no solo ratificó la vigencia del bloque como espacio particular de integración, con especial proyección al Caribe (se aprobó el ingreso de tres nuevos países: Surinam, Santa Lucía y Haití -en calidad de observador-), sino también demostró su unidad y madurez para revisar lo hecho y encausar futuros rumbos de acción.
En este sentido, destacan un conjunto de acuerdos que abarcan distintos ámbitos: en lo económico, por ejemplo, el fortalecimiento del intercambio comercial a través de la moneda virtual SUCRE (Sistema Único de Compensación Regional), con la que se realizaron transacción por casi 200 millones de dólares en el 2011; además, “se definió la creación de un fondo de reservas: cada nación miembro del organismo colocará el 1% de sus reservas internacionales en el Banco del ALBA (en el caso de Venezuela, cerca de 300 millones de dólares)” (Marcha, 07-02-2012), y también “la conformación de un banco de proyectos para financiar programas que beneficien a mujeres, personas en situación de pobreza y actividades agrícolas” (APC, 04-02-2012).
En lo organizativo, destacó el interés por reordenar y formalizar las estructuras del ALBA, con la creación de una Coordinación Político-Económica, una Secretaría Ejecutiva y Coordinación Político-Social, con sedes en Ecuador, Venezuela y Cuba, respectivamente. Bolivia, por su parte, propuso la creación de un Consejo de Seguridad para el bloque.
Y en lo político, el consejo de presidentes del ALBA promulgó declaraciones de apoyo a los cinco antiterroristas cubanos presos en Estados Unidos; se pronunció en contra de la injerencia y desestabilización extranjera en Siria, a favor de “Puerto Rico en su aspiración de independizarse de Estados Unidos” (Página/12, 06-02-2012) y respaldó unánime a la causa argentina en Malvinas. El presidente ecuatoriano, Rafael Correa, dijo: “Es momento de que América Latina decida sanciones contra ese desubicado poder que pretende ser imperial y colonialista en el siglo XXI, creo que debemos ir a cosas más contundentes”. Y en la misma línea antiimperialista, fue claro el posicionamiento en solidaridad con Cuba, que no ha sido invitada a la Cumbre de las Américas de Cartagena de Indias, que organiza la OEA para el próximo mes de abril. Chávez anticipó una posible decisión del bloque: “Si a Cuba no se le invita, consideremos no asistir a esa cumbre” (Marcha, 07-02-2012).
La cita del ALBA tampoco pasó desapercibida para los organismos internacionales. La Secretaria Ejecutiva de la CEPAL, Alicia Bárcenas, de vista oficial en La Habana, manifestó su complacencia por el enfoque de la cumbre y sus discusiones: “Privilegio mucho lo que se dijo en la reunión, en el fondo es cómo buscamos una economía distinta que sea más sostenible desde la perspectiva ambiental, energética, más eficiente y obviamente orientada a la igualdad” (Prensa Latina, 06-02-2012).
El ALBA avanza, y para ello se nutre de la energía popular, la tradición revolucionaria antiimperialista, la crítica anticapitalista, lo mejor del pensamiento de la unión latinoamericana, y el vigor de los pueblos forjado en la resistencia social al neoliberalismo. No en vano, el bloque alberga a algunos de los países donde se encuentran en curso las experiencias más originales y audaces de construcción de alternativas posneoliberales y democracia participativa en nuestro continente y el mundo entero.
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