¿Cuántos
Watergates han existido en el Perú y cuantos seguirán existiendo? ¿Sera la
cultura estatal de los EEUU, corporativizada y privatizada, cuna de corrupción,
el paradigma a seguir emulando en la
historia que nos depara en el Perú, América Latina y el Caribe?
José Toledo Alcalde / Especial para Con Nuestra
América
“No somos
neoliberales, lo que tenemos es una economía sana que permite a los peruanos
progresar y salir de la pobreza”.
Roque Eduardo Benavides Ganoza, Pres. CONFIEP y
Pres. Compañía de Minas Buenaventura S.A.A.
Pareciera que
el dicho, “Vale un Perú”, en alusión a su enorme riqueza, sigue vigente. Como
vigente sigue la lectura e interpretación del enriquecimiento en clave saqueo.
Toneladas de plata y oro fueron salvajemente desmembradas. Catedrales,
monasterios, universidades, hospitales, palacios y mansiones de todo calibre
fueron construidas con sangre proveniente de uno de los más terroríficos
genocidios que la historia de la humanidad conoce. Aquella lógica sangrienta de
la empresa colonial se transformó en modus
operandi de los operadores políticos y económicos de un sistema
caracterizado por su inhumana naturaleza, y todo esto hasta nuestros días.
Por ahora nos
basta y sobra encontrar algunas semejanzas del múltiple rasero del poder
inscrito en el ADN de ideologías como el capitalismo y sus operadores
políticos-financieros como lo fue en el histórico caso de Watergate y en el institucionalizado caso de corrupción en la
Republica del Perú.
Como recordaran
a inicios de los ’70 los EEUU, poco tiempo después del desastroso proyecto
militar en Vietnam, se encontró sumergido en el escándalo político-financiero
conocido como Watergate en pleno
contexto de posibilidades de reelección presidencial de Richard Nixon
(1913-1994). El ex presidente norteamericano Nixon recurrió a todas las
artimañas políticas para evitar cualquier tipo de asociación con el
allanamiento de la sede del Comité Nacional
Democrático (DNC) en el Complejo Watergate en Washington, D.C realizado en un
contexto de conspiración, robo y espionaje protegiendo, entre otros planes, a
Donald Nixon, hermano del presidente, y sus oscuras relaciones con el magnate
Howard Hughes.
Es
así como el periodo de Nixon estuvo marcado por todo tipo de prácticas anti-éticas
e inmorales con la finalidad de perpetuarse en el sillón de la Casa Blanca. No
escatimó esfuerzos en lograr sus objetivos valiéndose de instrumentos jurídicos
anticonstitucionales en la búsqueda de blindaje frente a una serie de
investigaciones realizadas en su contra.
Nos referimos al instrumento inmunitario conocido como Privilegio del Ejecutivo (Executive Privilege) usado por primera
vez por el presidente George Washington (1732-1799) y ratificado por Dwight
Eisenhower (1890-1969) quien estuvo en el cargo de 1953-1961 siendo su
vicepresidente Richard Nixon.
Así
como el saqueo colonial encontró a su favor una serie de mecanismos jurídicos
(monárquicos-papales) que lograron inmunizar la empresa expoliadora, las
subsiguientes prácticas neo-coloniales se encargaron de prepararse el camino
pre-saqueo valiéndose de herramientas jurídico-legislativas las cuales
legitimarían el crimen institucionalmente organizado. El Privilegio del Ejecutivo es una exclusiva práctica política usada
dentro y fuera de los EEUU con la finalidad de delimitar los poderes del Estado
inmunizando – entre otras prácticas - el crimen institucionalizado a alto
nivel. Richard Nixon se valió de dicho instrumento defendiendo hasta el
cansancio su “inocencia” y sacándose de encima a todo aquel que podría
convertirse en estorbo y peligro en la
búsqueda de sus objetivos de perpetuación en estrecha relación con las redes de
corrupción político-financiero construidas históricamente en los EEUU.
Desde
el caso peruano, es admirable cómo el actual
presidente Pedro Pablo Kuczynski (PPK, 1938) resume la maquinaria neo-colonial
teñida de estafa, fraude y colusión premeditada. A raíz de la detención del expresidente
de la constructora Odebrecht, Marcelo Odebrecht (junio 2015), una serie de informaciones sobre delitos de corrupción pasiva,
lavado de dinero y asociación para delinquir han salido a la luz. Autoridades
públicas, candidatas/os a la Presidencia de la Republica y compañías
constructoras asociadas a Odebrecht o
se encuentran en prisión preventiva (p.e: ex presidente Ollanta Humala Tasso y
ex primera dama Nadine Heredia) o como es el caso del ex presidente Alejandro
Toledo Manrique (1946) quien cuenta en su haber con una orden de arresto
provisorio con fines de extradición desde los EEUU el cual es acusado de
lavados de activos. Otros líderes y lideresas están siendo investigados como es
el caso de Keiko Fujimori, Alan García Pérez, y el actual Presidente de la
Republica PPK quien al día de hoy se rehúsa a comparecer ante la comisión
parlamentaria Lava Jato.
Todos
los personajes citados han sabido valerse de instrumentos de blindaje
(inmunidad) como fue el caso de Richard Nixon en Watergate contando con el apoyo de funcionarios públicos como del
Ministerio Público y la Fiscalía de la Nación. Si en los EEUU el Privilegio del Ejecutivo fue, y sigue
siendo, el escudo perfecto a favor del crimen institucionalizado, en el Perú el
Presidente PPK se escuda en el artículo constitucional no117 sobre
la Excepción a la inmunidad presidencial:
“El Presidente de la República sólo
puede ser acusado, durante su período, por traición a la patria; por impedir
las elecciones presidenciales, parlamentarias, regionales o municipales; por
disolver el Congreso, salvo en los casos previstos en el artículo 134 de la
Constitución, y por impedir su reunión o funcionamiento, o los del Jurado
Nacional de Elecciones y otros organismos del sistema electoral”.
El
art. 117 no señala, ni por asomo, que el Presidente de la República podría ser
acusado por lavado de activos, tráfico de influencias, fraude, estafa, colusión
y otras formas de sico-sociopatias. Es así como desde la misma estructura del
derecho constitucional del Estado peruano se atenta – paradójicamente- contra
la estructura del Estado de Derecho.
Cabe
recordar la participación determinante del cuarto poder del Estado, los medios
de comunicación. Así como en el caso Watergate,
medios de información como The
Washington Post y The New York Times
colaboraron con la investigación y posterior desenmascaramiento de las redes de
corrupción en torno al ex presidente Nixon, de la misma forma son algunos
medios de comunicación en el Perú quienes se están encargando de ejercer
presión sobre los poderes del Estado en búsqueda de la debida aceleración de
procesos judiciales estancados gracias a la mega presión político-financiera
que ejercen poderosos personajes sobre magistrados y demás jurisprudentes.
Y,
en medio de todo este bochornoso espectáculo nos preguntamos: ¿Esto es el
modelo democrático defendido por los que ahora se encuentran en cárcel o son
perseguidos por la justicia? ¿Este es el nivel de desarrollo al cual nos ha
llevado el “cambio de paradigma” que originó el golpe de estado perpetrado por
el ahora reo Alberto Fujimori y su asesor Vladimiro Montesinos (1992) ? ¿Este es el milagro económico amparado por
una nefasta Constitución de la Republica redactada por las principales cúpulas
de poder como las representadas por la CONFIEP hoy en manos del presidente del directorio
de Minas Buenaventura S.A.S Roque Benavides quienes a través de su personal de
seguridad han vulnerado territorios y violado derechos fundamentales de la
familia Chaupe-Acuña en Cajamarca ante la total inoperancia del Estado peruano?
¿Cuántos Watergates han existido en
el Perú y cuantos seguirán existiendo? ¿Sera la cultura estatal de los EEUU,
corporativizada y privatizada, cuna de corrupción, el paradigma a seguir
emulando en la historia que nos depara
en el Perú, América Latina y el Caribe?
Esto
y mucho más son los signos del común denominador del poder como la cultura del
saqueo colonial y neocolonial, Watergate
y otras joyas de una corroída realidad peruana que cae por su propio peso a las
puertas de cumplirse 200 años de existencia de una empresa del saqueo y la
expoliación llamada República.
Me
remito a los hechos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario