El 11 de enero salió por la plataforma de YouTube, la sesión N. 53 de Bizarrap y Shakira. La recepción de esta canción se ha convertido en todo un fenómeno sociocultural en América Latina y España principalmente. ¿Por qué ha gustado y molestado tanto al mismo tiempo?
Nuria Rodríguez Vargas / Para Con Nuestra América
La hiper mercantilización del fútbol no es muy distinta a la del cine o la música, dice el periodista argentino Fernando Rosso. Así, de este deporte se opina que son 22 millonarios corriendo tras una pelota; sin embargo, de los Rolling Stone no se dice que son 4 millonarios tocando en todos los estadios del mundo. Esto en referencia a las eternas acusaciones de vulgarización y distracción que desde algunos sectores del mundo de la cultura se hace del balompié por estar asociado con el gusto de las masas. Recuerda las palabras de su compatriota el escritor Martín Kohan, “la idea de que la gente se olvida de sus problemas porque hay un Mundial es al mismo tiempo una sobrestimación del Mundial y una subestimación de la gente”.
Estos tres negocios, el fútbol, el cine y la música de masas facturan muchísimo porque sus actividades congregan a multitudes en el mundo virtual y presencial; aunque todos sabemos cuáles son sus luces y sombras. En este callejón de almas perdidas, de democracias rencas, de corrupción institucionalizada, de desigualdades perpetuas, de divisiones, encendidas por discursos populistas y sermones las personas buscan en estas tres industrias un corto espacio de diversión para gozar y reírse por un rato; aunque están conscientes de su situación real. Desde la altura de la torre de marfil esto no se comprende, quizás por el vértigo que provoca mirar hacia abajo. Escrita en oro la trillada frase “pan y circo”.
Rechazar a priori los fenómenos que provoca en la realidad la cultura de masas es una lectura incompleta. Martín Barbero decía que si la educación no se hace cargo de los cambios culturales que pasan hoy decisivamente por los procesos de comunicación e información, no es posible formar ciudadanos. En el entendido que las culturas no son estáticas, sino que están en constante cambio. Siguiendo a Néstor García Canclini la cultura en América Latina está fecundada por las mezclas. Así, se debe considerar lo canónico-occidental, lo popular y lo mainstream. Y también las hibridaciones que se producen. Ver las asimetrías en un tiempo caracterizado por la velocidad, los flujos de inmediatez y la comunicación visceral.
El 11 de enero salió por la plataforma de YouTube, la sesión N. 53 de Bizarrap y Shakira. Es claro que el éxito responde a una fuerte campaña de marketing alrededor de una telenovela de la vida real entre famosos del mundo del fútbol y de la cultura pop. Pero, culebrones, estrategias y productos como este salen todos los días. En cambio, la recepción de esta canción se ha convertido en todo un fenómeno sociocultural en América Latina y España principalmente. ¿Por qué ha gustado y molestado tanto al mismo tiempo? Ha unido visiones antagónicas. Ha dividido las opiniones de los feminismos, igual que la discusión suscitada por la muerte de Diego Armando Maradona en el 2020.
Millones de personas lo han tomado con buen humor, sonrisas y baile. Sin embargo, los detractores de la canción del mundo de la cultura y la comunicación reaccionaron con discursos desde la moral. Pasaron por alto sus ideologías políticas, preferencias religiosas, sexuales y se congregaron del mismo lado. Los acompañaron mujeres que aplaudieron de pie sus ideas, entre ellas muchas “hermanas” feministas. En este improvisado concilio se preguntaron, ¿cómo debe comportarse una mujer en el espacio público? ¿Cómo debe ser una madre? ¿Qué tipo de arte debe hacer una mujer? ¿Cómo deben ser las letras de una cantante pop?
Es innegable que existen criterios para calificar a las obras en cuanto forma y fondo y que hay relaciones entre la estética, la ética y la política. Es importante no caer en esencialismos y decir que todo producto cultural es igual. Pero, es básico que no se pueden comparar categorías diferentes porque cada una responde a una estética, un estilo y una época. “Shakira no es como Sor Juana Inés de la Cruz”, obvio que no lo es. También, se sigue tomando como pecado o afrenta que en las obras de la cultura popular y de masas puedan encontrarse motivos literarios de las obras clásicas. Análisis como estos indican que la lectura va por otro lado.
Sobre los clásicos, Ítalo Calvino dijo que, “persisten como ruido de fondo, incluso donde la actualidad más incompatible se impone”. Los clásicos traspasan las generaciones e influyen a lo largo del tiempo porque marcan hitos y siempre tienen vigencia, pero también dependen de la decisión popular que los consume. Recordemos que Dante, Cervantes y Dostoievski, fueron revolucionarios de la literatura de sus épocas al incorporar los dialectos del pueblo, al que le tuvieron un profundo respeto, sobre y para él escribieron. Sus obras hoy son canónicas, analizadas por especialistas, traducidas a muchas lenguas, adaptadas a diversos formatos por la industria del cine o del streaming. Y claro, consumidas por millones de personas de todo tipo.
La sesión N. 53 incluyó el motivo clásico del amor-desamor que siempre tocará a las masas porque es parte integral de la vida. El amor implica dolor. Dolor por la traición, “pesa más la rabia que el cemento”. Dolor por la sublimación, “te juro corazón que no es falta de amor” porque duele reprimir sentimientos para no herir al otro. Dolor por los amores imposibles, “hay amores que se vuelve resistentes a los daños” porque duele que pese más el contrato social que el deseo. Dolor por los amores inciertos, “la prefiero compartida antes que vaciar mi vida”. Y sí, “sin dolor no te haces feliz” porque el dolor es parte de la vida. Dolor nunca es sinónimo de violencia. Las narrativas en tendencia han hecho esta equiparación y la han mercadeado. Es un sinsentido. Tal vez nos ha hecho un poquito cínicos en las relaciones humanas.
La polémica feminista, Camila Paglia afirma que en la actualidad la Universidad estadounidense se encuentra bajo un sistema filosófico que promueve la visión puritana de la vida. ¿Adónde se fueron las ideas de la revolución sexual del 68? Tal vez no eran tan lucrativas. Ya muchas décadas antes, la feminista judía Emma Goldman rechazaba la equiparación de matrimonio y amor y la criminalización de la infidelidad. Apuntó al puritanismo político y cultural que decía era herencia calvinista que les había sido legada por los peregrinos del Mayflower. Hoy, abogan por un amor sin dolor, aséptico, que siempre termine en boda como en los cuentos de hadas. No es otra cosa que el amor romántico que las nuevas narrativas sobre el eros dicen combatir. Y es que, de una u otra manera, los valores e ideas del entorno cultural y académico estadounidense, siempre nos terminan salpicando a los latinoamericanos.
Y aquí estamos, en la época en la que, en los ambientes que se suponen de libre pensamiento, el discurso moral es el único criterio para evaluar los productos culturales, para opinar sobre cualquier tema o para relacionarnos con los otros. Ya lo sabíamos, pero la sesión N. 53 lo hizo visible a niveles absurdos. La idea es bucear en la vida privada del artista y dispararle a muerte. Y si el artista ya está muerto, se escarba en su biografía para estigmatizarlo y mandar sus obras al olvido. Razón tenía Goldman cuando dijo que el puritanismo era la muerte de la cultura, de la filosofía, de la cordialidad social y que era la característica de la vulgaridad y de lo tenebroso”.
Al momento de escribir este texto la canción lleva 182 millones de visualizaciones en YouTube. La colombiana sigue goleando. Ha habido una avalancha de versiones de jóvenes, adultos camiseta negra, frondosos y bigotones señores, quienes la han traducido a composiciones de marimba, merengue, metal, bachata y cumbia. Lluvia de vídeos… se la ha bailado un público muy amplio y diverso, madres e hijos, padres y sus niñas, abuelos y nietas, jóvenes del altiplano andino y del afro caribe, destacando el orgullo de su identidad territorial, gente variopinta de cualquier punto de América Latina. El fenómeno de la shakirización continúa por un ratito.
Pero no es para tanto. La N. 53 no pone en peligro los valores de la masculinidad como dicen algunas redes de señores mgtow. Tampoco los logros del feminismo como dicen algunas señoras. Ni los valores tradicionales de la familia como advierten otros. Ni es un apocalipsis intelectual que vaya a desplazar a las obras canónicas. Es solo una canción pop muy pegajosa. Mientras tanto, Shakira sigue facturando. Porque hay que recordar que, además de ser una cantante pop, mainstream, es una persona de negocios, como lo es Roger Waters o Lionel Messi. Y es claro que no es referente del feminismo y no esperamos que lo sea. Ojalá que la barranquillera siga cantando de la forma en que ella quiera. Y, “ya está”.
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