Conmemoramos el 170 natalicio de José Martí y reivindicamos la relevancia de acercase desde miradas diversas a la herencia cultural y social que nos dejó, misma que hoy valoramos como nuestra historia.
Cristóbal León Campos / Para Con Nuestra América
Desde Mérida, Yucatán. México.
Las verdades elementales caben en el ala de un colibrí
José Martí
El prócer cubano José Martí nació (28 de enero de 1853) hace 170 años, cuando ya iniciaba la segunda mitad del siglo XIX, siendo Cuba aún colonia española, pero con un fuerte y creciente sentimiento independentista, que marcaría los sectores culturales y educativos en los que se formaría, quedando en él, la impronta intelectual de la libertad, el anticolonialismo y el antiimperialismo, como esencia continua en todo su quehacer. Además, fue Martí junto a Simón Bolívar y Francisco Bilbao, uno de los pensadores que advirtieron de la amenaza re-colonizadora de las potencias imperialistas de la época encabezadas por los Estados Unidos.
Martí en su célebre ensayo Nuestra América (1891) expresó la suma de las necesidades políticas y cultural-pedagógicas para un nuevo devenir latinoamericano y caribeño: “La universidad europea ha de ceder a la universidad americana. La historia de América, de los Incas a acá, ha de enseñarse al dedillo, aunque no se enseñe la de los arcontes de Grecia. Nuestra Grecia es preferible a la Grecia que no es nuestra”. El clamor martiano por la recuperación de la memoria, de las virtudes autóctonas y de la historia como aliada para el desarrollo de las identidades y sociedades, es el que inaugurarán los rebeldes haitianos al consumar la primera independencia nuestraamericana en 1804, y es el que ahora, en el devenir de nuevas transformaciones en México y el continente, necesitamos divulgar para que los pueblos se conozcan y reconozcan hermanos ante tanta lacerante situación global.
La defensa de la historia nuestra es también el resguardo de la nación, su soberanía y autodeterminación, aún más cuando hablamos del ideario revolucionario latinoamericano y caribeño, reforzado por el sentimiento antiimperialista y anticolonialista que lo caracteriza. Martí luchó por la libertad de Cuba ante España y la inminente intromisión estadunidense a lo largo de la región. Fue también un pedagogo en todo el sentido de la palabra, enseñó con su intelecto, pero, sobre todo, con su ejemplo. Postuló la creación de la libertad con sus pasos y su pluma, e ideó una realidad nueva para nuestras naciones, tejiendo con su praxis un camino aún por recorrer, si en verdad queremos un mejor mañana.
La vasta obra de Martí no sólo legó aportaciones indiscutibles al surgimiento del modernismo, sino que bregó por nuevas formas estéticas que a la luz del siglo XXI valoramos por su impecable belleza. Sus escritos abarcaron todos los campos literarios y humanos, en el sinfín de páginas que produjo al calor de la lucha por la emancipación humana, observamos análisis profundos sobre la política, la economía, la cultura, el arte, la sociedad y la humanidad. Su voz dio libertad a los desposeídos y desposeídas, reactivó la esperanza en tiempos de sombras y posibilitó la consumación del ideal revolucionario que hoy sirve de luz a su amada patria.
La historia de Nuestra América está plagada de importantes procesos imbricados en el quehacer humano y de las sociedades que la conforman; por ello, reconociendo que en el seno de los acontecimientos definitorios por su trascendencia sobresale la vida y el pensamiento de grandes personajes, cuyas aportaciones siguen en su mayoría vigentes trascendiendo en el tiempo con sus ideas y acciones, es que conmemoramos el 170 natalicio de José Martí y reivindicamos la relevancia de acercase desde miradas diversas a la herencia cultural y social que nos dejó, misma que hoy valoramos como nuestra historia.
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