sábado, 20 de noviembre de 2010

Enrique Dussel: Filósofo de la liberación

Debemos agradecerle a Enrique Dussel su gran esfuerzo por dialogar y debatir con el pensamiento filosófico dominante en Europa y Estados Unidos. Este esfuerzo fecundo no solo nos puso en el mapa intelectual mundial sino que nos dio carta cabal y reconocimiento por su calidad intelectual.
Carmelo Álvarez / Para CON NUESTRA AMÉRICA
Agradecemos el envío de este texto al señor Guillermo Meléndez, del Departamento Ecuménico de Investigaciones (DEI, San José, Costa Rica)
He recibido con sumo agrado y alegría el anuncio del premio Libertador al Pensamiento Crítico que otorga el gobierno bolivariano de Venezuela al amigo y hermano, Enrique Dussel. Lo que pretendo resaltar en esta breve reflexión son cuatro dimensiones de la vida y compromiso de este intelectual orgánico latinoamericano y caribeño, que ha logrado ya un lugar importante en el escenario intelectual mundial. Esas cuatro facetas son: historiador, teólogo, eticista y filósofo. Todo ello bajo un gran principio moral, espiritual y ético que llamaríamos “el compromiso con la liberación”. ¡Y no ha de olvidarse que Enrique asume ese compromiso desde el contexto de su Argentina convulsionada y bajo amenaza de muerte que concretamente llevó al atentado con una bomba perpetrado por fuerzas siniestras que pretendían silenciarlo para siempre, en 1973! Desde allí Enrique inició un peregrinaje que lo llevó hasta México, y desde allí a toda Latinoamérica y el Caribe. Lo que parecía adverso se convirtió en un gran compromiso con la Patria Grande y desde allí hacia el mundo entero.
La contribución de Enrique como historiador es ya de por sí valiosa. ¿Cómo olvidar aquel breve prontuario Hipótesis para una historia de la Iglesia en América Latina, que nos dio una visión panorámica y crítica sobre nuestras propias raíces coloniales? De allí Enrique Dussel forjó el movimiento que desembocó en la Comisión de Estudio de Historia de la Iglesia en Latinoamérica (CEHILA), y toda una producción investigativa que no podemos explorar por su volumen y expansión en este breve ensayo. CEHILA ha sido un aporte significativo más allá de América Latina y el Caribe, proveyendo herramientas hermenéuticas en perspectiva ecuménica en otras regiones del mundo y en el contexto de la Asociación Ecuménica de Teólogos y Teólogas del Tercer Mundo (ASETT), muy conocida por sus siglas en inglés como EATWOT.
La segunda faceta importante en la producción intelectual de Enrique Dussel la encontramos en sus cientos de artículos y varios libros sobre teología de la liberación. Él fue uno de los sistematizadores del movimiento, y un ferviente promotor en círculos universitarios y de intelectuales en otros ámbitos. Enrique llevó ese debate a las aulas universitarias en busca de un diálogo más amplio que le diera vigencia a esta teología más allá de los sectores eclesiásticos, algunos de los cuales adversaban militantemente este pensamiento teológico. Y logró una gran audiencia en muchos lugares de Latinoamérica, el Caribe, Estados Unidos y Europa. Su esfuerzo en formar intelectuales con vocación y compromiso de liberación lo llevó a universidades en todos los continentes, y particularmente desde sus cátedras en la Universidad Autónoma Metropolitana de México y la Universidad Nacional Autónoma de México.
La tercera faceta es esa dimensión ética que articula todo el pensamiento de Enrique Dussel. Me parece que surge de esa “indignación profética” que marcó inicialmente su propuesta teológica e histórica. Como buen conocedor de nuestras raíces históricas Enrique indaga sobre el pasado no solo para conocerlo sino para intentar comprender la presente coyuntura histórica y sus contradicciones. De allí su incisivo juicio sobre la conquista y colonización de España en América, y la cuestión del otro en una perspectiva global. Recordamos sus ensayos y libros relacionados con los 500 años que pretendieron ser “celebrados” sin mayor cuestionamiento, e incluso en muchos sectores tratando de encubrir la verdadera historia. Enrique no dejó pasar la oportunidad para plantear asuntos pendientes sobre nuestra diversidad cultural, la búsqueda de identidad y nuestro destino como pueblo verdaderamente libre.
La cuarta faceta en el pensamiento de Enrique Dussel es la filosofía. El intento en este aspecto me parece doble: Por un lado, profundizar en la búsqueda de un pensamiento propio en Latinoamérica y el Caribe, resaltando la importancia de las culturas pre-colombianas y la necesidad de poner en su justa perspectiva su significación e influencia hacia la conformación de una filosofía latinoamericana y caribeña. Por el otro lado, una dimensión de la filosofía política que dé razón de ese pensamiento crítico donde temas tales como el poder, el estado, la democracia participativa y un nuevo movimiento constitucionalista que no sea mero calco del constitucionalismo occidental, que tan influyente ha sido en la formación los estados modernos en América Latina y el Caribe, sea relevante. Creo que este esfuerzo aporta a discusiones que nos han de acompañar por un buen tiempo en las sociedades latinoamericanas y caribeñas. Allí una vez más la dimensión teológica del pensamiento de Enrique será muy valiosa.
A la pregunta sobre cuál será ese nuevo sujeto liberado que ha de formarse en nuevas sociedades Enrique Dussel nos llamará la atención hacia asuntos que van desde una nueva humanidad, hacia una nueva comunidad y una nueva relación con la creación. La fuerza ética de la liberación plasmada en todos sus libros, y un claro compromiso en lo que implican cambios estructurales, mentales, emocionales y espirituales, reflejados en todo su desarrollo intelectual, serán de gran utilidad y estímulo.
Debemos agradecerle, además, a Enrique Dussel su gran esfuerzo por dialogar y debatir con el pensamiento filosófico dominante en Europa y Estados Unidos. Este esfuerzo fecundo no solo nos puso en el mapa intelectual mundial sino que nos dio carta cabal y reconocimiento por su calidad intelectual.
Por mi parte me uno a este merecido reconocimiento. Me complace y llena de orgullo contar a Enrique Dussel entre mis colegas, y sobre todo, tenerlo como amigo y hermano.
¡Desde aquí, un abrazo cordial, Enrique!
Chicago, Illinois, 15 de noviembre de 2010

Revolución Mexicana: retrocesos y vigencia

Las condiciones de incertidumbre, desesperanza, pobreza, desigualdad y desintegración del tejido social provocadas y acentuadas por los regímenes del último cuarto de siglo han provocado que la Revolución Mexicana se mantenga vigente en sus causas y reivindicaciones originarias, y que adquiera, después de 100 años de su inicio, la dimensión de referente ideológico imprescindible para el país.
Editorial de LA JORNADA (México, 20 de noviembre de 2010)
Hoy se conmemora el centenario del inicio de la Revolución Mexicana, la gesta armada que llevó al derrocamiento del régimen porfirista (1876-1911) y que derivó, con el paso de los años y tras las tareas del Constituyente de Querétaro y de los gobiernos sucesivos, en el establecimiento de los principios, las instituciones y las políticas de Estado que articularon los grandes consensos nacionales durante buena parte del siglo XX: la consagración de los derechos sociales de obreros y campesinos; la reforma agraria, el régimen de economía mixta (con participación privada, estatal y social); el derecho a la educación pública laica y gratuita; la seguridad social y la visión del Estado como factor de la redistribución de la riqueza y el desarrollo económico, entre otros.
Es manifiesta y significativa la incomodidad que genera en el grupo en el poder la celebración de este episodio histórico y su legado. Así lo revelan, por ejemplo, el carácter tan insustancial como dispendioso de los festejos conmemorativos; el acento marcadamente menor en la conmemoración de esta efeméride republicana, sobre todo en comparación con el bicentenario de la Independencia; la proliferación de lugares comunes, de anacronismos y de inconsistencias en el discurso oficial; los homenajes sesgados e incompletos a los protagonistas del movimiento armado y la recuperación distorsionada de viejos rituales, como ocurre con la sustitución del desfile deportivo tradicional por una nueva exhibición del poder militar, en el primer cuadro de la capital. Tal incomodidad no sólo se explica por una afinidad ideológica –si bien no reconocida– del actual grupo gobernante con los sectores desalojados del poder a partir de 1910, sino también por la continuidad que el gobierno en turno ha dado al proyecto de desmantelamiento y aniquilamiento de los pilares sociales y económicos heredados por la Revolución, iniciado durante la presidencia de Miguel de la Madrid y profundizado por las siguientes, a pesar del cambio de siglas partidistas en la titularidad del Ejecutivo federal.
Si el maridaje ideológico entre el conservadurismo social y político y el neoliberalismo económico coloca al actual gobierno en la incapacidad de entender la importancia histórica de la Revolución Mexicana, y provoca que la celebración que organiza la administración calderonista resulte insustancial y fallida, la circunstancia nacional presente la hace, además, anticlimática. La realidad del país, después de 100 años de la primera revolución social del siglo XX, no sólo resulta parecida, o peor, a la de otras naciones de la región que no atravesaron por procesos similares, sino que también es análoga, en muchos aspectos, a la que prevalecía a finales de 1910: concentración de la riqueza a niveles insultantes y amplitud de los rezagos sociales –como acusó ayer el rector de la UNAM, José Narro–; distorsiones a la voluntad popular; vulneraciones a los derechos laborales y sindicales; negación de garantías básicas por la autoridad; claudicación de la soberanía ante los capitales internacionales y un ejercicio oligárquico, patrimonialista, tecnocrático e insensible del poder político.
Paradójicamente, las condiciones de incertidumbre, desesperanza, pobreza, desigualdad y desintegración del tejido social provocadas y acentuadas por los regímenes del último cuarto de siglo han provocado que la Revolución Mexicana se mantenga vigente en sus causas y reivindicaciones originarias, y que adquiera, después de 100 años de su inicio, la dimensión de referente ideológico imprescindible para el país. Si los ideales revolucionarios no tienen cabida en la visión estrecha y en el proyecto restaurador de la administración en turno, corresponde a la sociedad recuperarlos y encauzarlos a la superación de la desastrosa situación nacional presente.

A 100 años: Ricardo Flores Magón

El magonismo cursa conforme a sus principios e ideales anarquistas, pero el discurso trasciende el doctrinarismo y se convierte en lengua franca de los rebeldes mexicanos que instintivamente, si vale decirlo así, desconfían de los políticos para rendirle culto al pueblo como sujeto del único cambio capaz de resolver los problemas de la sociedad.
Adolfo Sánchez Rebolledo / LA JORNADA
Descubrí –no sé si es la palabra adecuada– a Ricardo Flores Magón a través de sus artículos y cuentos publicados en unos cuadernillos adquiridos en alguna de las librerías de viejo de la calle Hidalgo. Me sorprendió el lenguaje, esa prosa directa y combativa que, de alguna forma, proseguía la tradición de los liberales de la Reforma para renombrar sus circunstancias con frases exactas, a pesar del utopismo libertario o la retórica de la época. Aunque a los magonistas se les reconoce con letras de oro su papel como precursores, en otros sentidos todavía hoy forman parte de esa historia que cabalga entre el olvido y el culto burocrático y, por lo mismo, no acaba de entenderse y asimilarse .
El Programa del Partido Liberal Mexicano, expedido en 1906, es la verdadera fuente programática de la revolución social que muy pocos presentían bajo la inquietud política que por entonces cimbraba al gobierno de hierro de Porfirio Díaz; reivindica para la nación el proyecto democrático contenido en el respeto a la Constitución de 1857, pero, además, se adelanta a su tiempo exigiendo plena ciudadanía para las mayorías trabajadoras, indefensas ante el paso arrollador de la modernización emprendida por los científicos. El programa liberal es el resultado de años de esforzado sacrificio militante, de cárcel y persecución, de acuerdos puntuales entre facciones discrepantes, no el fruto escolar de un lúcido gabinete de expertos o la obra de un caudillo ilustrado. Allí está la experiencia viva del pueblo carente de derechos, la lucha por la tierra y la comunidad reinterpretada por Flores Magón, mediante una síntesis práctica y conceptual cuya vigencia trascenderá al estallido de la revuelta armada.
Para lograr sus objetivos crearon clubes liberales por todo el país; editaron Regeneración, el gran periódico clandestino que articuló la protesta dispersa en las profundidades de un país enorme, analfabeto y mal comunicado. Los liberales dirigieron huelgas, se convirtieron en organizadores y tribunos, pero sobre todo se volcaron en la tarea de educar a sus seguidores en el sentido que les dictaban sus profundas convicciones libertarias. Fueron ellos, los magonistas, los primeros en llevar a la rebelión rural la consigna de ¡Tierra y libertad!, pauta para el gran cambio social que se gestaba tras las bambalinas de la sucesión presidencial. Por eso, acierta Armando Bartra al reconocer al magonismo como la corriente más radical, cuya influencia en la formación de la cultura de izquierda, progresista, está presente pese a los prejuicios. Los textos capitales magonistas resuenan vivos, pese a la caducidad de las ideologías, allí donde estalla, espontánea, la protesta popular y la comunidad hace un ejercicio de sobrevivencia frente al impulso modernizador que la despoja no de la miseria pero sí de los lazos y valores que le han permitido resistir.
Apenas un día antes del comienzo oficial de la Revolución, Flores Magón advierte: “Es oportuno ahora volver a decir lo que tanto hemos dicho: hay que hacer que este movimiento, causado por la desesperación, no sea el movimiento ciego del que hace un esfuerzo para librarse del peso de un enorme fardo, movimiento en que el instinto domina casi por completo a la razón (…) De no hacerlo así, que se levanta no serviría más que para sustituir un presidente por otro presidente, o lo que es lo mismo, un amo por otro amo. Debemos tener presente que lo que se necesita es que el pueblo tenga pan, tenga albergue, tenga tierra que cultivar; debemos tener presente que ningún gobierno, por honrado que sea, puede decretar la abolición de la miseria”.
Años después, ya en plena decadencia del nacionalismo revolucionario oficialista, durante un acto de homenaje al libertario Flores Mágón realizado en el lugar donde se veló el cuerpo de Francisco Villa, en Parral, Chihuahua, me tocó presenciar la ira de los mineros de Santa Bárbara contra el líder charro local al oír que el pago del séptimo día, razón de la dura lucha que llevaban a cabo, ya era una demanda del Partido Liberal Mexicano en 1906 y seguía sin aplicarse. Programa incumplido o apunte inagotable hacia el futuro, la población se identificaba de nuevo con sus primigenios protagonistas. Y en las normales rurales de los terribles años 70, entre los universitarios que vivieron la represión del Estado, las palabras incendiarias de Ricardo en Regeneración se escuchan por muchos jóvenes que ya no estaban dispuestos a esperar. Va a estallar de un momento a otro. Los que por tantos años hemos estado atentos a todos los incidentes de la vida social y política del pueblo mexicano, no podemos engañarnos. Los síntomas del formidable cataclismo no dejan lugar a la duda de que algo está por surgir y algo por derrumbarse, de que algo va a levantarse y algo está por caer (Regeneración, 19 de noviembre de 1910).
El magonismo cursa conforme a sus principios e ideales anarquistas, pero el discurso trasciende el doctrinarismo y se convierte en lengua franca de los rebeldes mexicanos que instintivamente, si vale decirlo así, desconfían de los políticos para rendirle culto al pueblo como sujeto del único cambio capaz de resolver los problemas de la sociedad. Expresa como nadie la impaciencia revolucionaria, matriz de su gran utopía.
“Los partidos conservadores y burgueses os hablan de libertad, de justicia, de ley, de gobierno honrado, y os dicen que, cambiando el pueblo los hombres que están en el poder por otros, tendréis libertad, tendréis justicia, tendréis ley, tendréis gobierno honrado. No os dejéis embaucar. Lo que necesitáis es que se os asegure el bienestar de vuestras familias y el pan de cada día; el bienestar de las familias no podrá dároslo ningún gobierno. Sois vosotros los que tenéis que conquistar esas ventajas, tomando desde luego posesión de la tierra, que es la fuente primordial de la riqueza, y la tierra no os la podrá dar ningún gobierno…”.
Hoy que se celebra el centenario de la Revolución, entre tantos fastos y luces resulta aleccionador saber hasta qué punto los precursores son también nuestros contemporáneos.

Jean-Bertrand Aristide: "En Haití hay una especie de ocupación neocolonial de 8.900 soldados de las Naciones Unidas"

El expresidente afirma en esta entrevista que "en Haití seguimos teniendo la misma gente que organizó la invasión de 2004 después de secuestrarme y dejarme en África. Todavía están allí. Eso significa que hay una especie de ocupación neocolonial de 8.900 soldados de las Naciones Unidas, con 4.400 policías que gastan, más o menos, 51 millones de dólares USA al mes en un país donde el 70% de la población vive con menos de un dólar al día. Es decir, es un paraíso para los ocupantes".
Nicolas Dossier / Eurasia Review y Rebelion
El ex Presidente de Haití Jean-Bertrand Aristide, actualmente en exilio forzoso en Sudáfrica, sigue siendo el líder nacional de Fanmi Lavalas (*), uno de los partidos políticos más populares de Haití.
Ex sacerdote y seguidor de la teología de la liberación, fue en 1990 el primer presidente de Haití democráticamente elegido antes de que un golpe apoyado por la CIA le derrocara en septiembre de 1991. Volvió al poder en 1994 con la ayuda de la administración Clinton y acabó su mandato. Fue elegido de nuevo siete años después, para ser nuevamente derrocado con un golpe de estado en febrero de 2004. El golpe estuvo dirigido por antiguos militares haitianos formando tándem con miembros de la oposición.
Aristide ha afirmado repetidamente desde entonces que miembros de la Embajada de Estados Unidos le obligaron a dimitir a punta de pistola. Las autoridades estadounidenses han afirmado que decidió dimitir libremente tras los violentos alzamientos. Vive ahora en el exilio en Sudáfrica, donde sigue esperando que le renueven su pasaporte diplomático. No se le permite viajar fuera de Sudáfrica.
Aristide sigue siendo sujeto de muchas controversias. Es vilipendiado por las elites empresariales y temido por los gobiernos francés y estadounidense, que consideran peligroso su populismo. Pero sigue siendo amado por una gran parte de la población haitiana.
En un informe presentado el 10 de junio por el republicano Richard Lugar en el Comité de Relaciones Exteriores del Senado de EEUU titulado: “Haití: Sin liderazgo no puede haber elecciones”, se denunciaba la injusticia sistémica de excluir al partido Fanmi Lavalas de las elecciones haitianas.
La pasada semana, el periodista y cineasta independiente Nicolas Dossier, le hizo una exclusiva entrevista al ex Presidente haitiano Jean-Bertrand Aristide en las colinas de Johannesburgo. Habló con él de su vida en el exilio forzoso, de la actual situación política de Haití y de su posible regreso a ese país. LEA LA ENTREVISTA AQUÍ...

Honduras: ¡Alto a la maquinaria de la barbarie!

La Maquinaria de la Barbarie es la expresión armada del Complejo Militar Minero Agroindustrial y Energético que se ha convertido en el “agronegocio” monstruosamente lucrativo.
Juan Almendares* / ALAI
Desde el golpe militar el 28 de junio 2009, la “maquinaria de la barbarie” no ha dejado de operar. Masacrar y torturar a las poblaciones desarmadas ha sido su principal tarea.
La infraestructura militar de la “maquinaria de la barbarie” esta constituida por las bases militares del pentágono (1500 a 5000); ejercito y policía hondureña, (20000 y 9000); seguridad privada (+ de 60000) y policía, ejército y sicarios colombianos (el numero se desconoce).
El fundamento jurídico de la Maquinaria de la Barbarie es el “Estado de Derecho” cuya esencia es la ley impuesta en forma violenta por la oligarquía, articulada al capital agroindustrial y financiero.
La estrategia se basa en el plan Colombia, Plan Puebla Panamá ( Plan Meso America), Plan Mérida, Los Convenios Militares de Honduras y el Comando Sur y el Tratado Militar Colombia - Honduras.
Sus objetivos geopolíticos económicos logran ocupar el territorio, la cultura y la mente usando como instrumento la guerra mediática.
Garantiza mediante el crimen y la tortura: la explotación de la Madre Tierra: minería, monocultivos, agrocombustibles, transgénicos, represas. Desaloja en forma violenta a pescadores, campesinos, indígenas, misquitos y garífunas.
Concretiza el plan de guerra y terror contra el pueblo de Honduras para aniquilar el proceso de resistencia y gestar nuevos golpes de Estado en América Latina en la red del juego perverso de la política inteligente y la guerra irregular.
Su estilo de operar es la masacre, la tortura y la impunidad del crimen. No obstante de existir en Honduras más de ochenta mil sujetos armados: locales, multinacionales, sicarios y mercenarios nunca se investiga y enjuicia a los verdaderos responsables.
Entre estos eventos sangrientos se destacan: Masacre en la Fabrica de Zapatería, 17 jóvenes (7/9/2010); Masacre Campo de Fútbol, 16 personas (30/10/2010), Masacre de ejercito colombiano(Gaula) y policía hondureña, siete ejecutados.
Según denuncia valiente del CODEH, el 15 de noviembre 2010, el ejercito paramilitar “organizado por el terrateniente Miguel Facusse Barjun, ataco a un grupo de campesinos desarmados de la cooperativa llamada Tumbador…” como consecuencia de este atentado criminal han muerto seis campesinos y entre doce a quince están gravemente heridos.
La Maquinaria de la Barbarie es la expresión armada del Complejo Militar Minero Agroindustrial y Energético que se ha convertido en el “agronegocio” monstruosamente lucrativo.
La acumulación del capital ensangrentado por los agrocombustibles (palma africana) aniquila la biodiversidad; contribuye a la proliferación de la malaria, el hambre y asesina las comunidades campesinas del Aguan, del Movimiento Unificado Campesino del Bajo Aguan (MUCA) y de la comunidad Guadalupe Carney.
No hay duda que Honduras sigue siendo el escenario de experimentación, asesinato, complicidad y traición a la patria.
El fenómeno de la violencia se caracteriza por: un ejército desprestigiado por su involucramiento en el robo de una avioneta asociada con el narcotráfico, un aparato de seguridad dependiente de la fuerza colombiana y el pentágono, una oligarquía extremadamente poderosa con ejército privado, violador de los derechos humanos.
Esta radiografía de la impunidad debe poner a pensar a los países miembros de la comunidad internacional si es moral apoyar con dinero a la Maquinaria de la Barbarie.
Es esencial la unidad campesina, fortalecer la plataforma agraria, la resistencia y todas las fuerzas del pueblo hondureño y la comunidad internacional para derrotar la maquinaria de la barbarie.
Una visita de urgencia del cuerpo diplomático y organizaciones de naciones defensoras de los derechos humanos a la zona del Aguan y al MUCA es vital para que cese la escalada criminal y las masacre.
*Juan Almendares, médico hondureño, ex-Rector de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), fue candidato presidencial por el partido Unificación Democrática (UD).

Congreso de los Pueblos: la Colombia de abajo y a la izquierda

En el calor de las cocinas y en las fiestas nocturnas comenzó a hacerse realidad el objetivo de este congreso: "Que el país de abajo legisle. Que los pueblos manden. Que la gente ordene el territorio, la economía y la forma de gobernarse. Que camine la palabra".
Raúl Zibechi / LA JORNADA
Los importantes acontecimientos sucedidos en octubre en el escenario político sudamericano, las dos vueltas de las elecciones brasileñas y la muerte del ex presidente Néstor Kirchner, además de las repercusiones de los sucesos de Ecuador del 30 de septiembre, opacaron uno de los más importantes hechos que involucra a los movimientos sociales: la realización de la primera sesión del Congreso de los Pueblos, en Bogotá, Colombia, entre el 8 y el 12 de octubre.
Algunas cifras sirven para dar cuenta de la importancia del suceso. Hasta la Universidad Nacional, sede del congreso, llegaron 17 mil integrantes de 212 organizaciones, 8 mil de Bogotá y alrededores y otros 9 mil del resto del país. El primer día de debates estuvo organizado en torno a sectores sociales y se formaron 34 comisiones. El segundo se trabajó por regiones y se formaron 56 comisiones. El tercer día se debatió en dos grandes grupos alrededor de estrategia, movilización y protección, y se realizó luego una plenaria. El 12 de octubre, finalizando el congreso, una enorme marcha llegó hasta la plaza Bolívar, la misma que fue escenario de las primeras acciones contra la dominación española hace 200 años.
"Yo diría que es una coordinación desde abajo", señala una integrante de Hijos (Hijos e Hijas por la Memoria y contra la Impunidad), recordando que se trata de un largo proceso nacido con la movilización del pueblo nasa del Cauca, que realizó su primera reunión multitudinaria en octubre de 2004 hacia Cali. En esa fecha se realizó el Primer Congreso Indígena y Popular, que no fue un campeonato de oratoria sino, como dicen los nasa, el inicio del largo proceso de caminar la palabra. De algún modo, el Congreso de los Pueblos fue posible gracias a la determinación nasa, algo que fue visible en la Universidad Nacional, recinto protegido por cientos de integrantes de la guardia indígena.
Indígenas, afrodescendientes, campesinos, mujeres y jóvenes –además de cientos de niños y niñas que hicieron su propio congresito– abandonaron la costumbre inveterada de la representación del pueblo y de la delegación de su voluntad en partidos o vanguardias autoproclamadas, según la lectura del economista y militante Héctor León Moncayo en el periódico Desde Abajo. También acudieron colectivos de desplazados –4 millones como consecuencia de la guerra–, de desempleados y sin techo, junto a colectivos de gays, lesbianas y transexuales.
El gran ausente fue el movimiento sindical, que sigue anclado en la cultura de la representación y la demanda al Estado. Por el contrario, el Congreso de los Pueblos se construyó con base en mandatos levantados desde las bases. Ninguno hablaba como líder ni como individuo. Hablaban como región, como organización, como campesinos o como jóvenes, dice la integrante de Hijos.
Las delegaciones tenían responsables para las diferentes comisiones del enorme campamento que se montó en la Universidad Nacional: aseo, alojamiento, comida, logística, comunicaciones, entre otras. La convivencia hizo del congreso algo diferente a los clásicos encuentros de las izquierdas y las organizaciones institucionalizadas.
El encuentro fue, de algún modo, una suerte de balance del camino escogido desde los años 90, el de la representación, el electoral, que dio como su principal fruto la formación del Polo Democrático Alternativo, apunta León Moncayo. No se quedó en los debates. Apuntó más allá de la denuncia y el pliego a los gobernantes y proclamó su deseo de comenzar a construir un mundo nuevo, algo que los participantes denominaron legislar desde abajo. En las comisiones se trabajó con base en tres preguntas: cuáles son los problemas, qué vamos a hacer con ellos y cómo lo vamos a hacer. Una nueva cultura política en construcción que no demanda sino construye, no delega sino articula, como sucede en las comunidades indígenas del mundo todo.
El congreso se realizó en un momento político decisivo para el país. El presidente Juan Manuel Santos está comenzando a implementar su política de unidad nacional que busca superar la polarización interna y el aislamiento internacional heredados de la gestión de Uribe, mientras se mantiene la misma política económica y la agenda neoliberal. Uno de los propósitos centrales para sostener la gobernabilidad del modelo consiste en superar el estilo terrateniente de hacer política integrando al conjunto de la burguesía al nuevo gobierno y, sobre todo, en institucionalizar a las organizaciones y movimientos sociales por medio de una estrategia de cooptación. El vicepresidente de Santos, el ex izquierdista y ex miembro de la Unión Popular Angelino Garzón, es una pieza clave. El Congreso de los Pueblos salió al cruce de esta nueva estrategia de los de arriba al comenzar a revertir la dispersión del abajo.
Los próximos 20 y 21 de noviembre se reunirán representantes de las 212 organizaciones que acudieron al congreso para diseñar planes de trabajo con base en las relatorías de las comisiones. A mediados de 2011 se comenzarán a realizar encuentros regionales y temáticos para expandir y profundizar el proceso iniciado. Un proceso que nació en cientos de asambleas y redes barriales y regionales retorna abajo para unir y enraizar la autonomía popular y la deliberación y acción conjunta en todos los rincones del país, para hacer de nuevo a Colombia, como reza la declaración final.
En el calor de las cocinas y en las fiestas nocturnas comenzó a hacerse realidad el objetivo de este congreso: Que el país de abajo legisle. Que los pueblos manden. Que la gente ordene el territorio, la economía y la forma de gobernarse. Que camine la palabra. No esperamos gran cosa de los congresistas y gobernantes, puede leerse en la declaración Palabra del Congreso de los Pueblos. Seis años después de aquella colorida y tumultuosa marcha hacia Cali, la palabra indígena está tejiendo corazones con otras palabras en lo que probablemente sea el comienzo de otra historia de los de abajo en Colombia.

Colombia y los 100 días de Santos: "viraje" sin ruptura

En la Casa de Nariño ronda otro ambiente. ¿Ruptura? ¿Continuidad? ‘Nuevos’ rostros, diferente tono. ¿Cambios reales? Promesas. ¿Cumplirán? Distintas imágenes. La más importante, la de las locomotoras y la máquina. Metáfora constante, repetitiva, en el lenguaje del presidente Juan Manuel Santos.
Carlos Gutiérrez / Le Monde Diplomatique (Colombia)
Desde su campaña electoral alude a las “cinco locomotoras”. Y al Estado como una máquina. Un entender de la vida y la economía a partir de la Revolución Industrial: los piñones giran y desatan energía sin límite y riqueza, de la cual está supuesto que para todos hay. Es la imagen con la cual formaron al presidente Santos, porque en las charlas de las familias del poder prevalece –admirar– el falso sueño que creó el capitalismo a su alrededor. Una herencia del positivismo que fue y tuvo su época.
¿Locomotoras? ¿Acaso puede haber, cuando el Estado colombiano, por favorecer intereses particulares, renunció, fue despojado hace décadas de las ventajas del transporte ferroviario, y la inmensa mayoría de sus habitantes no goza, padece, un proyecto de desarrollo que pretende ser novedoso sin considerar la naturaleza humana? Una vez en la Casa de Nariño, en sus primeros cien días, el presidente Santos por tradición o compromisos maneja sus locomotoras con un rodar lento.
Las cinco locomotoras
Bajo la sombra de Uribe, Colombia está ante unos trenes que no podrán ir a toda máquina. En su campaña, el actual Presidente presentó como sus cinco expresos: infraestructura, agricultura, vivienda, innovación y minería –y un sexto punto, prioritario al dcir del Presidente, que tendrá su primera aplicación en 100 municipios seleccionados: el Plan Consolidación, como parte de una nueva fase contrainsurgente. Cinco locomotoras cada una “a crecer más del 10 por ciento anual”, con la premisa de jalonar los sectores económicos de servicios y comercio, factibles de generar empleo masivo.
Dos de estas locomotoras (infraestructura y minería) constituyen una continuidad de los planes del gobierno anterior. Y las otras reflejan un reacomodo o ‘viraje’ en los cambios de prioridad desde el poder y sus necesidades. Se destaca en la nueva escala el lugar que se le asigna al campo, con sustento en seis componentes: “Mejorar el acceso a la tierra. Modificar su uso actual. Una formalización de la propiedad rural. Un programa de restitución de tierras. La extinción de dominio a tierras ilícitas. La modernización del impuesto predial”. Con esta excepción para la agroindustria, en ninguna otra, hasta ahora, son públicos tan claramente los proyectos formales que pretenden y la forma como intentarán hacerlos realidad. LEER EL ARTÍCULO COMPLETO...

Elecciones en Brasil y Estados Unidos: resultados opuestos

Lula fue popular porque las cosas parecían ir bien. Y Obama fue impopular porque las cosas parecían ir mal. Algunas veces la situación estructural general avasalla las capacidades de los políticos talentosos para hacer algo al respecto.
Immanuel Wallerstein / LA JORNADA
El 31 de octubre, el presidente Luiz Inacio Lula da Silva obtuvo una arrasadora victoria en las elecciones brasileñas. El 2 de noviembre, el presidente Barack Obama fue derrotado contundentemente en las elecciones estadunidenses. Lo curioso es que ninguno de ellos contendió en estas elecciones. En Brasil, Lula ya había cumplido sus dos periodos, el máximo permitido, y brindó su respaldo a Dilma Rousseff como su sucesora. En Estados Unidos, las elecciones de 2010 fueron comicios legislativos de mitad del periodo, no una elección presidencial.
Hay algunas similitudes sorprendentes entre los dos hombres y ambas situaciones políticas. Lula fue electo en 2002 como candidato de la esperanza y el cambio. Obama fue electo presidente en Estados Unidos en 2008 como candidato de la esperanza y el cambio.
Ambos hombres eran de fuera en términos de los procesos políticos tradicionales de sus países. Lula fue el primer presidente de extracción obrera y de poca educación formal. Obama fue el primer presidente afroestadunidense de su país.
En su campaña, ambos convocaron un respaldo popular de gran escala. En el caso de Lula, ésta no era su primera vez, sino su cuarto intento de llegar a la presidencia. Había sido líder sindical y dirigente de un partido obrero, el Partido dos Trabalhadores (PT). Obama había sido organizador comunitario y un senador con un récord de votos muy de la izquierda (liberal) en la legislatura.
Ambos recibieron el apoyo de militantes de los movimientos sociales y le gustaron particularmente a los jóvenes votantes. Ambos enfatizaron las malas acciones de los previos presidentes de su país: Fernando Henrique Cardoso en el caso de Brasil y George W. Bush en el caso de Estados Unidos –y en ambos casos su elección fue vista como un repudio de las políticas del presidente previo.
En ninguno de los casos el presidente recién electo tenía un camino claro en la legislatura. En el caso brasileño, el sistema electoral condujo a una legislatura con múltiples partidos y el PT no tenía más de una cuarta parte de los escaños. En el caso estadunidense, las reglas del Senado permitían al partido de oposición bloquear o forzar concesiones importantes en cualquier legislación que el presidente de Estados Unidos quisiera promulgar. Ambos hombres sintieron que debían hacer compromisos políticos.
En ambos casos, el principal temor del presidente recién electo era que la ya muy difícil situación económica de sus países se volviera un desastre. Lula temía una inflación galopante y la estampida de inversionistas. Obama le tuvo miedo al colapso de los bancos y al desempleo rampante. El modo en que cada uno respondió a estos miedos fue recurrir a un enfoque económico relativamente conservador (neoliberal) y a la designación de gente relativamente conservadora en los puestos económicos clave de su administración.
Este enfoque neoliberal casi de inmediato desconcertó a gran parte de su base electoral. En cada caso, los dos hombres intentaron tranquilizar a sus simpatizantes situados más a la izquierda insistiendo en que este enfoque neoliberal era esencial pero transitorio y que, eventualmente, verían realizadas sus esperanzas de cambios más fundamentales.
Esto fue tomado con escepticismo creciente y disenso público por parte de estos simpatizantes, y en particular los principales intelectuales de izquierda y los dirigentes de los movimientos sociales. En el caso brasileño, algunos de ellos renunciaron públicamente al PT y dirigieron su respaldo a partidos más pequeños de izquierda. La respuesta de Lula y Obama fue señalar variados tipos de programas que ellos habían puesto en operación con el fin de mejorar el grueso de los segmentos más pobres de la población, como es el caso de la campaña contra el hambre en Brasil y la nueva legislación de salud en el caso de Estados Unidos. Los escépticos señalaron en cada caso los beneficios importantes que le habían traído a los segmentos más ricos de sus países. Sin embargo, cuando las reales elecciones se llevaron a cabo, muchos de los escépticos de la izquierda regresaron al redil. En Brasil, un grupo de muy prominentes intelectuales de izquierda divulgaron una petición pública en favor de votar por Dilma Rousseff sobre la base de que su oponente le acarrearía desastres a Brasil. Una posición semejante fue asumida por el más importante movimiento social, el Movimiento dos Trabalhadores Sem Terra, que fuera abandonado malamente por Lula y que sin embargo pensó que las cosas estarían peor si Rousseff no era electa.
En el caso estadunidense, algunos intelectuales que habían apoyado la candidatura de Ralph Nader mediante un tercer partido en 2000, porque sintieron que no había diferencias significativa entre Al Gore y George W. Bush, públicamente renunciaron a esta postura y argumentaron por apoyar a los demócratas en las elecciones legislativas. Y así lo hicieron los dirigentes de los movimientos sociales –entre los afroestadunidenses, los latinos, los gays– pese a su desencanto público con el limitado cumplimiento de las promesas de Obama.
Todo esto parece notablemente semejante, y no obstante el resultado no pudo ser más diferente. Rousseff ganó con buen margen en Brasil y Obama, en sus propias palabras, recibió una paliza. ¿Por qué? No podría ser más claro. Hubo una enorme diferencia en las dos situaciones. La situación económica de Brasil ha mejorado marcadamente en los últimos años, y la situación económica estadunidense empeora marcadamente. No pudo haber demostración más clara de la tesis de Carville: Es la economía, estúpidos.
No fue el centrismo de Obama lo que explica por qué los votantes se tornaron contra él. Lula ha sido en cada pedacito un centrista en su política. No fue la falta de carisma de Obama. Parecía muy carismático en 2008. Lula fue popular porque las cosas parecían ir bien. Y Obama fue impopular porque las cosas parecían ir mal. No es que uno se haya vendido y el otro no. No fue cuestión de sus verdaderas convicciones políticas. Algunas veces la situación estructural general avasalla las capacidades de los políticos talentosos para hacer algo al respecto.

De Nagoya a Cancún: Entre la ciencia y la ficción

Las conferencias de las Convenciones de las Naciones Unidas sobre Diversidad Biológica y Cambio Climático pueden asemejarse a una secuela del film “Avatar”: entre el imperialismo y la supervivencia.
Fernando Glenza / Agencia Periodística del Mercosur
(Fotografía: cumbre CDB en Nagoya)
La Conferencia del Convenio sobre la Diversidad Biológica (CBD) en Nagoya, en Japón, realizada entre el 19 y el 29 de octubre pasado no supuso la toma de una decisión radical para frenar la comercialización y destrucción en masa de la biodiversidad.
A pesar de las decisiones positivas de imponer una moratoria en la “geoingeniería”, o sea, la manipulación en gran escala de los sistemas climáticos del planeta mediante la alteración artificial de los océanos, los suelos y la atmósfera; y de mantener la moratoria para la tecnología “terminator”, o sea la manipulación genética de semillas para que sean estériles o suicidas, la conferencia no logró alcanzar medidas para frenar la pérdida de biodiversidad que amenaza nuestra supervivencia.
La Vía Campesina, movimiento social que engloba a organizaciones campesinas de 69 países, celebró la moratoria de la “geoingeniería”, considerando a esta tecnología como una propuesta falsa y perjudicial para revertir el cambio climático en cuanto a la reducción gases de efecto invernadero, y que, por el contrario, tendría efectos devastadores en la biodiversidad.
En ese sentido, Pat Mooney, director ejecutivo de ETC Group -organización no gubernamental con sede en Canadá- expresó que “algunos de los que proponen estas tecnologías piensan que es más fácil manipular el sol que hacer que la gente viaje en autobús”. “En materia de radiación solar, algunas ideas se basan en liberar sulfatos a la atmósfera, o colocar miles de enormes espejos en el espacio para reflejar la luz del sol. En cuando al carbono, se habla de fertilización oceánica: arrojar hierro o nitrógeno al agua del mar para estimular el crecimiento de fitoplancton que a su vez absorba más gas carbónico y lo almacene en las profundidades”, señala Stephen Leahy, corresponsal de la agencia Inter Press Service (IPS).
El fracaso de las negociaciones internacionales para reducir los gases de efecto invernadero durante la última conferencia sobre el Cambio Climático que se realizó en Copenahgue, Dinamarca, a fines del año pasado -en donde se tenía que negociar la continuación del Protocolo de Kyoto- renovó los intereses científicos y políticos en estos experimentos.
La Royal Society de Gran Bretaña, que reúne a algunos de los científicos más destacados del mundo, defiende las investigaciones en “geoingeniería”. “Nos oponemos a una moratoria porque no queremos restringir esas investigaciones”, dijo John Shepherd, climatólogo del Centro Nacional de Oceanografía de la Universidad de Southampton y miembro de la Royal Society, según el cronista de IPS.
“El cambio climático puede llegar a un punto desesperante que requiera medidas desesperadas, y por lo tanto deberíamos tener listas algunas buenas investigaciones sobre lo que pueda ayudar”, sostuvo Shepherd, autor del informe 2009 de la Royal Society sobre “geoingeniería”.
El conflicto se traslada ahora a Cancún, México, sede de una nueva conferencia de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, del 29 de noviembre al 10 de diciembre.
Desde Vía Campesina animan a los delegados de las próximas negociaciones a que apoyen la moratoria impuesta en Nagoya, aunque en esa oportunidad no se logró rechazar varias iniciativas que amenazan la biodiversidad en nombre de la "economía ecológica": la economía de los ecosistemas y la biodiversidad, que promociona la comercialización de la vida al asignarle un valor económico, y que tuvo una gran oposición por parte de la delegación de Bolivia.
El presidente de ese país, Evo Morales Ayma, expresó recientemente en un comunicado estar profundamente preocupado porque se pretende promover la mercantilización de la naturaleza, y en particular de los bosques, a través de la creación del mecanismo REDD (Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación) y sus versiones REDD+ y REED++. “Es fundamental detener esta destrucción de nuestra Madre Tierra”, señaló.
Para Evo Morales el capitalismo es la causa del calentamiento global, subraya que “actualmente, en las negociaciones de cambio climático todos reconocen que es esencial evitar la deforestación y degradación de los bosques. Sin embargo, para lograrlo, algunos proponen mercantilizar los bosques con el falso argumento de que sólo se cuida y conserva aquello que tiene precio y propietario. La propuesta es tomar en cuenta sólo una de las funciones de los bosques, que es su capacidad de absorción de dióxido de carbono, y emitir “certificados”, “bonos” o “derechos de carbono” que se comercialicen en un mercado de carbono. De esta forma, las empresas del “norte” podrán optar entre hacer reducciones de emisiones en sus países o comprar “certificados REDD” en países del “sur” según su conveniencia económica” .
Los movimientos sociales de todo el mundo se están movilizando para la conferencia de Cancún reclamando “Justicia Climática”. Miles de personas afectadas por la destrucción del ambiente, junto a agricultores, campesinos sin tierra, pueblos originarios y activistas de todos los sectores sociales, se reunirán para proponer soluciones que no sean de “ciencia ficción” para enfrentar la crisis climática, como las propuestas de mercado para el comercio de carbono, los “agrocombustibles” y la “geoingeniería”.

sábado, 13 de noviembre de 2010

La era de los medios de comunicación

En el conflicto entre Costa Rica y Nicaragua, los medios de comunicación, antes que informadores han sido verdaderos gestores de una opinión pública sesgada y fanatizada. A ellos se han sumado las llamadas redes sociales que, como en todas partes, han adquirido un protagonismo inusitado impensable hasta hace pocos años.
Rafael Cuevas Molina/Presidente AUN-Costa Rica

Tal vez suene a perogrullada remarcar sobre la influencia sobredimensionada que tienen hoy los medios de comunicación en la vida de las personas y la sociedad. Los centroamericanos lo hemos vivido, sin embargo, de forma aguda y perentoria en estos días, en el marco del conflicto fronterizo que se ha desatado entre Nicaragua y Costa Rica.
Los medios de comunicación, antes que informadores han sido verdaderos gestores de una opinión pública sesgada y fanatizada. A ellos se han sumado las llamadas redes sociales que, como en todas partes, han adquirido un protagonismo inusitado impensable hasta hace pocos años.
En ambos países, “los malos”, cargados con todas las características negativas que el imaginario social puede concebir, se encuentran al otro lado de la frontera. Por el contrario, todo lo positivo se carga en la cuenta propia. La forma como se determina al contrincante o a sí mismos depende de los valores que la cultura de cada país catalogue como positivos o negativos.
Los medios de comunicación de Costa Rica identifican al enemigo con el presidente nicaragüense Daniel Ortega, el cual es cargado de epítetos como corrupto, oportunista, violento y traidor. En este sentido no hay fractura: todos coinciden en que él y sus ambiciones políticas son las causantes del problema. El pueblo nicaragüense es “perdonado” por algunos pues, siendo como es ignorante, desinformado y pobre, no ha podido sino elegir a quienes los manipulan groseramente. Muchos otros, sin embargo, ven no solo a Ortega sino a todos los nicas como escoria que invade (de diversas formas, ya sea armada o como migrantes) a Costa Rica. En este país, no hay prácticamente nadie que piense que el gobierno costarricense y los grupos de poder que se sirven de él, puedan tener alguna intención “impura”, es decir, que sea ajena a la noble y patriótica intención de defender el suelo patrio de la invasión nicaragüense.
Una situación similar pasa en Nicaragua, en donde todas las fuerzas políticas y sociales han cerrado filas en torno a la idea de que los costarricenses han demostrado históricamente que quieren adueñarse de territorios limítrofes, y que esta no es una excepción. Desde esta posición, ya una parte del territorio que legítimamente pertenecía a Nicaragua, el Guanacaste, fue anexada a Costa Rica en el siglo XIX, y lo mismo querrían hacer los ticos ahora con el rico y estratégico río San Juan, en donde siempre ha existido la posibilidad latente de construir un canal interoceánico similar al de Panamá.
Los medios de comunicación no es que hayan dado cuenta de estas posiciones, sino que han sido protagonistas principales en la construcción de esas percepciones con enormes titulares e, incluso, fabricando las noticias. Esto último quedó pasmosamente en evidencia cuando un canal de televisión costarricense convocó a los vecinos de una comunidad fronteriza para que marcharan con banderas en oposición a la “invasión” nicaragüense. Las veinte personas que concurrieron, entre las que se contaban amas de casa asustadas y escolares, fueron filmadas y entrevistadas para luego insertar la “noticia” como evidencia del miedo de los habitantes de la zona limítrofe pero, al mismo tiempo, de la firmeza con la que rechazaban la “invasión”.
Otro medio de comunicación, esta vez escrito, publicó una primera página de antología el domingo 7 de noviembre. Mientras los titulares hacían referencia estridente a las maldades de los nicaragüenses invasores, la foto que se desplegaba bajo ellos mostraba el agradecimiento del pueblo costarricense hacia los militares colombianos que ayudaban a los damnificados por las intensas lluvias de días anteriores.
La manipulación de los sentimientos nacionalistas es grosera e impertinente, pero nadie parece darse cuenta, creándose corrientes de opinión que se alimentan a sí mismas erigiendo escenarios ficticios que sirven de marco a la histeria colectiva.
Del siglo de los nacionalismos hemos entrado al de los medios de comunicación.

La SIP: denuncias y omisiones del poder mediático

Una vez más, la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) denuncia los "ataques" de los gobiernos progresistas latinoamericanos, pero deliberadamente guarda silencio sobre el autoritarismo del mercado y el control oligopólico que ejercen sus empresas asociadas en toda la región.
Andrés Mora Ramírez / AUNA-Costa Rica
(Fotografía: Asamblea anual de la SIP en Mérida, México)
Parecía una broma de pésimo gusto. Pero no lo fue. La Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) celebró en días pasados su asamblea anual con la presencia de tres invitados distinguidos: los presidentes de México, Felipe Calderón; de Colombia, Juan Manuel Santos; y de Honduras, Porfirio Lobo. Gobernantes de tres de los países más peligrosos para el ejercicio del periodismo en América Latina, pero también, donde los vínculos entre el poder político-económico y el poder mediático son más fuertes y tenebrosamente articulados.
Reunidos en la ciudad mexicana de Mérida, cuyo nombre fue empleado por la administración Bush II para bautizar el proyecto estratégico estadounidense de “guerra contra el narcotráfico” y control geopolítico de Mesoamérica, los miembros de la SIP protagonizaron un nuevo episodio de la guerra mediática contra los gobiernos progresistas en América Latina: en las conclusiones de su cónclave, los grandes propietarios y directores de los medios hegemónicos, declararon que en Venezuela, Ecuador, Bolivia, Brasil, Argentina y Uruguay, “los gobiernos están recurriendo a medidas anti-democráticas para reprimir a los medios de comunicación independientes y colocar el flujo de informaciones y noticias en las manos de entidades controladas por el estado”.
Para los dueños de la palabra, esos censores de lo posible y lo imposible en nuestros países, la situación de la prensa en el continente es más o menos así: “a lo largo y ancho de las Américas existen esfuerzos renovados para imponer disposiciones legales destinadas a ‘regular’ el funcionamiento de los medios de comunicación. Aunque se expresan a menudo en términos altisonantes, son intentos evidentes para controlar y limitar el libre flujo de información”.
El doble rasero de la SIP y su cinismo son inigualables: acusa el supuesto “autoritarismo” de los gobiernos progresistas latinoamericanos, pero nada dice del control oligopólico que ejercen sus empresas asociadas en cada uno de estos países. Y por supuesto, tampoco denuncia el autoritarismo del mercado en virtud del cual han consolidado sus posiciones dominantes.
Los datos del más reciente estudio realizado por los investigadores argentinos Martín Becerra y Guillermo Mastrini, sobre el tema de concentración de la propiedad de los medios infocomunicacionales en América Latina, son inobjetables: el índice general de concentración, y por ende, su tendencia al monopolio u oligopolio, pasó del 0,77 en el año 2000, al 0,82 en 2004. En términos más específicos, esto significa que los cuatro principales operadores (empresas privadas) en cada sector de las industrias culturales y de la información, controlan entre el 77% y el 82% del mercado latinoamericano.
En palabras de los investigadores, esto supone que “el resto de propuestas culturales, informativas y de entretenimientos de la región se restringió a un promedio del 18% del mercado, siendo de este modo casi impracticable la verdadera competencia, en el sentido de contraste de versiones sobre la realidad, de comparación de opiniones y mensajes diferentes, en el ámbito de los medios, la cultura y la información[1].
Es decir, el espacio comunicacional latinoamericano –impreso, electrónico o audiovisual- se caracteriza por ser profundamente excluyente de todas aquellas manifestaciones del pensamiento y el ejercicio de los derechos más elementales -individuales y colectivos-, que no se subordinen al orden social hegemónico, y para ello, despliega poderosos mecanismos de anulación de la diversidad cultural, así como de ocultamiento de la pluralidad ideológica.
De estas problemáticas dimensiones de la realidad social, que deberían estar en el centro de cualquier discusión sobre la construcción de la democracia en la región, nada dijo la SIP.
De ahí que las conclusiones de su asamblea solo puedan explicarse en el marco de las disputas simbólicas y materiales que sostiene el poder mediático regional -el nuevo partido de la oposición-, contra los procesos políticos nacional-populares y las iniciativas de ley que, al procurar la democratización de las comunicaciones, están permitiendo además la emergencia de discursos alternativos y una mayor visibilidad de actores sociales y poblaciones tradicionalmente marginadas.
Mucha razón tiene Eduardo Galeano cuando afirma que aquí, en estas tierras de América Latina, se sigue llamando “comunicación” al monólogo del poder. Y al afán de los poderosos de seguir mandando a su antojo, invocando la ley del más fuerte del capitalismo salvaje, se lo sigue disfrazando con la máscara de una pretendida defensa del derecho a la libertad de expresión.
Nuestro mundo y nuestro tiempo, ¡qué duda cabe!, son el mundo y el tiempo del revés. Más todavía cuando se mira desde la restringida óptica de la SIP.
NOTA
[1] Becerra, Martín y Mastrini, Guillermo (2009). Los dueños de la palabra. Acceso, estructura y concentración de los medios en la América latina del siglo XXI. Buenos Aires: Prometeo Libros. Pág. 213.

¡Alto a la confrontación entre Costa Rica y Nicaragua: el río San Juan es Centroamericano!

Mientras el CAFTA y la globalización capitalista derrumban las artificiales fronteras nacionales, los gobiernos de Nicaragua y Costa Rica recurren a los viejos mapas para justificar sus actos que sirven para esconder el verdadero motivo del conflicto: el pleito por la explotación de los recursos naturales del río San Juan.

Secretariado Centroamericano (SECA) del Partido Socialista Centroamericano (PSOCA)
Nota de los editores: El siguiente comunicado del Partido Socialista Centroamericano expone una postura sobre el problema entre los gobiernos de Costa Rica y Nicaragua, que prácticamente no recibe difusión en los medios de comunicación de ninguna de las dos partes. Sin embargo, consideramos que es importante su divulgación, pues aporta elementos importantes para conocer el fondo del conflicto.
El gobierno de Nicaragua inicio el pasado 19 de Octubre el dragado sobre el río San Juan, encendiendo la llamada del conflicto fronterizo con el gobierno de Costa Rica. Tres días después, el 22 de ese mismo, la cancillería costarricense emitió la primera nota de protesta, solicitando al gobierno nicaragüense “detener inmediatamente” el dragado en el río San Juan.
Historia de conflictos
En los últimos treinta años, solo para mencionar los años más recientes, se han producido varias confrontaciones entre los gobiernos de Nicaragua y Costa Rica, casi siempre por el río San Juan.
Durante el desarrollo de la revolución nicaragüense y centroamericana (1979-1990), Costa Rica y Honduras sirvieron de plataforma de ataques políticos y militares contra la revolución sandinista. Los ejércitos de la contra tuvieron bases militares en ambos países.
Mientras Nicaragua retrocedía, producto de la intervención militar y el bloqueo imperialista, por los efectos de la guerra civil y los errores de la dirección sandinista, la burguesía costarricense aprovechó la situación y el subsidio norteamericano para escalar y consolidar una mejor posición económica en la región centroamericana.
Esta mejoría económica de Costa Rica en los últimos 30 años ha potenciado el nacionalismo de la burguesía costarricense, la cual ha desarrollado una política de aislamiento del resto de Centroamérica. De ahí el fortalecimiento de la tradicional posición del gobierno de Costa Rica de oponerse vigorosamente a los tratados de integración política centroamericana, su rechazo al inoperante PARLACEN y su desconocimiento a la jurisdicción de la Corte Centroamericana de Justicia (CCJ).
Aunque después de 1990 las relaciones entre los gobiernos de Nicaragua y Costa Rica mejoraron sustancialmente, el conflicto volvió a estallar bajo las administraciones de Arnoldo Alemán (1997-2002) y Miguel Ángel Rodríguez (1998-2002) en relación a la navegación de guardias armados costarricense sobre el río San Juan. Después de tres años de tregua, el conflicto volvió a estallar el 29 de septiembre del año 2005, cuando el gobierno de Abel Pacheco de la Espriella (2002-2006) procedió a interponer una demanda ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de la Haya. Este tribunal internacional dictó una sentencia salomónica el 13 de julio del año 2009, reconociendo el derecho de navegación de los costarricenses con fines pacíficos y de comercio, prohibiendo la navegación de tropas costarricenses ya que Nicaragua tiene el sumo imperio sobre el Rio San Juan, de conformidad con el tratado Cañas-Jerez del año 1858 y los subsiguientes laudos Cleveland y Alexander, que terminaron delimitando las fronteras.
Pero en esta sentencia de la CIJ se estableció en una de sus partes que “Nicaragua tiene derecho de dragar el San Juan a fin de establecer el flujo de agua existente en 1858”. Y este ha sido el principal argumento del gobierno de Daniel Ortega para proceder a dragar el río San Juan. LEER EL COMUNICADO COMPLETO...

Blindando Centroamérica

La“mano invisible del mercado no funcionará jamás sin el puño invisible”, de ahí que la creciente militarización sea imperativa para el blindaje de la región. Una reflexión en torno al conflicto Costa Rica-Nicaragua.
Francisco Robles Rivera / Revista Paquidermo
A Andrés Mora Ramírez y Bryan González Hernández
Fuera de la mediatizada escaramuza “pastoriana” y del berrinche de René Castro, ¿qué se puede estar jugando actualmente en Centroamérica?
En el caso de Costa Rica, de julio a noviembre de 2010 el gobierno de Laura Chinchilla ha profundizado el discurso en torno a la necesidad de “militarizar” la seguridad y el país en su conjunto. En julio de este año, y so pretexto de la amenaza “narco”, la Asamblea Legislativa dio luz verde a la navegación en aguas costarricense y uso de puertos a la Fuerza Naval de los EE.UU. De acuerdo con Chinchilla, “la situación actual es peor que la de 1856, ya que el invasor tiene rostros difusos y ya está enraizado en el suelo nacional”, en referencia a la presencia “narco” en el país.
Asimismo, en palabras del actual Ministro de Seguridad Pública José María Tijerino, la situación demanda de los EE.UU. un “un plan específico y consecuente”, es decir, un Plan Colombia“centroamericanizado”. Este “Plan Colombia centroamericanizado”, según la Secretaría de Estado de los EE. UU.,Hillary Clinton, es necesario “precisarlo para México, América Central y el Caribe”. Así, no contentos con la “amenaza narco”, la reciente brabuconada de Edén Pastora en la Isla Calero ha servido también de acicate a la lógica “militarizante” del actual Gobierno. De nuevo en palabras de José María Tijerino “(E)stos señores se retirarán por la razón o la fuerza”, valdría preguntarse si es la fuerza de la “fuerza pública” o la “fuerza de la fuerza”.
En el caso de Nicaragua y es que a pesar de las “diferencias” de Daniel Ortega con los EE.UU., la Cámara de Comercio Americana de Nicaragua, Amcham, expresó a través de un comunicado oficial “las pretensiones expansionistas del gobierno de Costa Rica de querer violentar los legítimos derechos de la República de Nicaragua con relación a su integridad territorial”. Este “surrealista” comunicado no hace sino que clarificar las relaciones mutuamente beneficiosas entre el “caudillismo político rentista” del “sandinismo” y el gran capital nica-estadounidense. Así, con un pie en la retórica “revolucionaria” y otro en la mesa de los grupos empresariales y la iglesia católica, se les ha permitido a través de arreglos y pactos gobernar Nicaragua “a sus arcas” y las arcas de los grandes empresarios nicaragüenses y estadounidenses.
No lejos de las fronteras nicaragüenses el gran capital guatemalteco ha limitado al mínimo las acciones del Gobierno de Álvaro Colom, sumándole un golpe de estado televisivo y otra intentona de golpe de estado en julio pasado, asistidos y patrocinados, según el propio presidente por el gran empresario guatemalteco Dionisio Gutiérrez, dueño entre otras empresas del Holding de Multi-Inversiones y Pollos Campero.
El caso de Mauricio Funes en El Salvador, es también paradigmático, pues denota que sólo es posible el “gobierno temporal” a través de la legitimación del “gobierno permanente” (iglesia, gran capital y ejército). Un ejemplo, según Roberto Kriete dueño entre otras cosas del grupo TACA: “Ya van quince meses y el gobierno de Mauricio Funes no ha hecho ninguna locura. La credibilidad se gana y él se la está ganando”. Así, el gobierno de Funes se ha visto sometido a la “aprobación” del gran capital Salvadoreño, para quien sólo es “posible” un gobierno de “izquierda” a lo “Brasil”, es decir, según Carlos Araujo, un gobierno que “ha logrado trabajar juntamente de la mano con la empresa privada para poder desarrollar la economía del país y para poder desarrollar la confianza”.
Y por supuesto Honduras, en dónde el concubinato Iglesia Católica, ejército y gran capital hicieron de la “democracia” una mala palabra.
Estás dinámicas entre “gobiernos temporales y permanentes”, la “legitimidad” de los gobiernos y las disputas “territoriales” pasan por convertir a la región en un “todo de inversiones” desde México a Colombia, que sirve como un espacio para la expansión de los intereses y ganancias del gran capital centroamericano y estadounidense, así como para el aprendizaje de futuras expansiones extra-regionales.
Este “todo” es a su vez, jurídicamente protegido por los esquemas “comerciales” NAFTA-CAFTA que han favorecido nuevas reglas de inversión y el fortalecimiento de los “derechos” del capital privado. Sin embargo, la“mano invisible del mercado no funcionará jamás sin el puño invisible”, de ahí que la creciente militarización sea imperativa para el blindaje de la región.

El Che en los carteles de la OSPAAAL.

Los carteles reafirman en sus mensajes el augurio de que un mundo mejor es posible y permiten trascender, a través del idioma común que ofrece el diseño gráfico, la consagración de la grandeza de la Revolución Cubana y el ideario del Guerrillero Heroico.
Reinaldo Morales Campos* / Especial para CON NUESTRA AMÉRICA
A propósito de la conmemoración del 45 aniversario de la histórica Conferencia Tricontinental, efectuada en La Habana del 3 al 15 de enero de 1966, a la que siendo el Che uno de sus inspiradores no pudo asistir, porque se encontraba en cumplimiento de su deber internacionalista, presento a continuación una valoración sobre las trascendencias artísticas y comunicativas mostradas en carteles con representaciones pictóricas del “Guerrillero Heroico”; creados por artistas de las artes plásticas y diseñadores gráficos cubanos que aparecen publicados en el libro: Arte de la solidaridad (1997) de la Editorial Arterigere Srl-Varese-Italia; en el Catalogo de imágenes digitalizadas de carteles de la OSPAAAL (1997), del Proyecto Cuba-Poster de Lincoln Cushing, San Francisco, Estados Unidos, y en el libro-catalogo de Richard Frik: El cartel Tricontinental de Solidaridad, (2003) editado por la Editorial Comedia-Verlag Bern, Suiza.
Al observar las diversas representaciones graficas del Che mostradas en los carteles de los referidos textos, realizados en coedición con la Organización de Solidaridad de los Pueblos de África, Asia y América Latina (OSPAAAL); surgida como acuerdo de la Conferencia Tricontinental, lo primero que salta a la vista es que estos confirman como en los momentos actuales de globalización neoliberal, su ejemplo adquiere cada vez mas vigencia y su imagen se afianza como símbolo imperecedero de las causas justas de los pueblos oprimidos en el mundo.
Entre los primeros carteles que mostraron las vigorosas demandas del Che por la unidad revolucionaria frente a la agresividad imperialista, revelada por los asistentes a la Conferencia Tricontinental, quedó revelado en el cartel impreso, el 16 de abril de 1967, con la concepción artística de Alfredo González Rostgaard y la realización gráfica de Lázaro Abreu Padrón, con la frase: Crear dos, tres... muchos Viet Nam, el cual fue distribuido doblado dentro de un folleto que contenía el texto íntegro del texto titulado: Mensaje del Che a la Tricontinental.
Dicho documento, que se dio a conocer meses antes de suceder su muerte fue la respuesta del Che al Secretariado Ejecutivo de la OSPAAAL que había solicitado colaboraciones de los más destacados dirigentes revolucionarios del mundo para ser publicados en la revista Tricontinental. El Che lo remitió como un artículo para su publicación y por la claridad en que se abordaron los problemas de vital importancia para el movimiento revolucionario y la denuncia enérgica contra la política del imperialismo se decidió dar a conocer este trascendental mensaje a los pueblos a través de un suplemento especial. LEER EL ARTÍCULO COMPLETO...

El modelo cubano

¿La crítica al llamado “modelo económico” cubano puede entenderse como una descalificación de todo un proceso de cambio revolucionario que ha vivido ese país desde 1959? Más bien constituye el inicio de una nueva etapa de cambios económicos y sociales que persiguen el perfeccionamiento de su propia experiencia y la reinvención imperativa del modo socialista de vida.
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El futuro será comunista o no será.
Slavoj Zizek

“El modelo cubano ya no funciona ni siquiera para nosotros”, fue la controvertible manifestación de Fidel Castro Ruz, vertida en una entrevista suya con el periodista estadounidense Jeffrey Goldberg, publicada el 8 de mayo pasado en la revista The Atlantic. En medio del revuelo causado por la manipulación burda que hicieron los principales medios de comunicación occidentales, pretendiendo adjudicarle a dichas palabras el carácter de admisión del fracaso del socialismo en Cuba, pocos días después Fidel aclaró que su expresión había que entenderla en el contexto de la pregunta del periodista en el sentido de “si él creía que el modelo cubano era algo que aún valía la pena exportar”. Puesto así, la premisa inarticulada era que Cuba se dedicaba a exportar su Revolución a otros países. Sin embargó, abundó, “lo real es que mi respuesta significaba exactamente lo contrario”.
“Mi idea, como todo el mundo conoce, es que el sistema capitalista ya no sirve ni para Estados Unidos ni para el mundo, al que conduce de crisis en crisis, que son cada vez más graves, globales y repetidas, de las cuales no puede escapar. Cómo podría servir semejante sistema para un país socialista como Cuba”, concluyó.
La analista política estadounidense Julia Sweig, quien acompañaba a Goldberg en la entrevista al líder cubano, dio a conocer su propia interpretación, la cual recibió escasa atención de los medios capitalistas, pues decía lo que éstos no querían escuchar. Según ésta, efectivamente Fidel Castro: “No estaba rechazando las ideas de la Revolución. Lo veo como un reconocimiento de que bajo el modelo cubano el Estado ha tomado un rol demasiado grande en la vida económica del país ”.
¿Existen modelos?
Lo cierto es que el líder cubano siempre ha dicho que cada país debe desarrollarse conforme a sus propias circunstancias, desde la experiencia de la Unidad Popular en Chile hasta la revolución de los sandinistas en Nicaragua, desde la revolución bolivariana de Venezuela hasta la revolución indigenista y comunitaria en Bolivia. No existen, pues, como tales, los “modelos”, lo que existen son las experiencias históricas concretas, las cuales no se dejan reducir a abstractos marcos conceptuales. En todo caso, si algo habría que puntualizar es el carácter de “antimodelo” de la experiencia histórica cubana.
Pero, alguien honestamente cree que un país que se ha visto forzado a vivir los pasados 50 años bajo una economía de guerra, producto del más criminal bloqueo, junto a las continuas agresiones, sabotajes y presiones, puede desarrollar efectivamente un modo de gestión de su economía aún adecuada a sus propias necesidades cotidianas y aspiraciones de progreso social. ¿Puede un país bajo esas condiciones crear tan siquiera su propio modelo?
El bloqueo económico, comercial y financiero impuesto a Cuba por Washington ha sido el más cruel y despiadado que se haya conocido en la historia mundial. Su objetivo, como no han dejado de ocultar sus promotores, es la destrucción de la Revolución cubana mediante la creación de dificultades y penurias económicas que impida satisfacer las necesidades del pueblo, incluyendo el ofrecimiento de salarios reales, con la expectativa que ello hundirá al pueblo en la desesperanza y facilite el derrocamiento del gobierno revolucionario.
El daño económico directo que dicho bloqueo le ha producido a Cuba supera los 82 mil millones de dólares, a un promedio anual de $1,782 millones. A esta cifra habría que añadir los sobre 54 mil millones de dólares por, entre otros, daños directos causados a objetivos económicos del país por la privación de fuentes de financiamiento o suministro internacionales para sus procesos de producción, así como los sabotajes y acciones terroristas promovidas y financiadas desde territorio estadounidense.
Sin embargo, decía Raúl Castro en una reunión de campesinos cubanos celebrada en febrero de 2008: “Somos conscientes de los enormes esfuerzos que requiere fortalecer la economía, premisa imprescindible para avanzar en cualquier otro ámbito de la sociedad, frente a la verdadera guerra que libra el gobierno de los Estados Unidos contra nuestro país. La intención es la misma desde el triunfo de la Revolución: hacer sufrir todo lo posible a nuestro pueblo hasta que desista de la decisión de ser libre. Es una realidad que lejos de amilanarnos debe seguir haciendo crecer nuestra fuerza. En lugar de utilizarla como excusa ante los errores, debe ser acicate para producir más y brindar mejor servicio, para esforzarnos por encontrar los mecanismos y vías que permitan eliminar cualquier traba al desarrollo de las fuerzas productivas y explotar las importantes potencialidades que representan el ahorro y la correcta organización del trabajo”.
En ese sentido, Cuba no espera ni puede esperar por el fin del criminal bloqueo con el que Washington le ha victimizado para solucionar los serios problemas que le aquejan internamente. De ahí que a los sucesivos procesos de autocrítica y cambios que ha vivido el país antillano, se le ha sumado el más reciente, el cual dio inicio en noviembre de 2005 con un discurso de Fidel Castro en la Universidad de La Habana en el que advirtió cándidamente de los peligros a los que se enfrenta el futuro de la Revolución cubana, sobre todo por las consecuencias éticas que está teniendo sobre la Isla el mal funcionamiento de su propio “modelo económico”. A los pocos días hizo otras sorprendentes declaraciones en una intervención televisiva en las que, sin pelos en la lengua, denunció que en Cuba “los que mejor viven son los que menos trabajan”. LEER MÁS...