Para que Panamá pudiera adquirir fuerzas suficientes para sentar al gobierno de Estados Unidos a la mesa de negociaciones, y asegurar el progreso de la negociación, se necesitaron dos cosas: una, convertir ese objetivo efectivamente en una causa nacional. La otra, convertirlo en una causa internacional, ya no solo de un pueblo pequeño, sino en una demanda de muchas naciones, incluso de otras potencias.
Desde Panamá
Síntesis de las intervenciones del autor en el Seminario y el Taller internacionales “Políticas de integración energética”, celebrado en Asunción, Paraguay, el 28 y 29 de julio de 2010.
Se dice que la política exterior debe definirse de conformidad con el interés nacional. ¿Pero quién decide cuáles son los intereses nacionales y cómo se identifica y jerarquiza a esos intereses?
Comentaré el tema desde la perspectiva de un país chico que lucha por rescatar sus derechos y defender sus intereses frente a una gran potencia, como fue el caso de Panamá, que buscaba recobrar su dominio sobre la porción más valiosa y codiciada de su territorio nacional, la que se encontraba ocupada por Estados Unidos.
Ante la diferencia de fuerzas y recursos entre ambas partes, la resolución de ese diferendo ‑‑que por decenios ocasionó reiteradas confrontaciones‑‑ debía lograrse a través de una negociación, necesariamente muy compleja.
Para emprender una negociación se requieren por lo menos dos cosas: una es tener claridad sobre qué es lo que se quiere lograr y los argumentos sólidos que sustentan las reivindicaciones del país chico. La otra, aprovechar y crear el ambiente y las condiciones apropiadas para respaldar políticamente a la parte más débil, que busca recuperar recursos que la parte fuerte ya tiene en su poder. Es en ese contexto que haré algunas observaciones sobre esa experiencia, en el tiempo del que disponemos.
¿Cuáles son esos intereses nacionales? ¿Por quién y para quiénes se definen y jerarquizan esos intereses? ¿Cómo eso incide en la formulación de la política exterior de un pequeño país en desarrollo, en un mundo dominado por grandes potencias?
Para que sea posible identificar responsablemente esos intereses debe haber un proyecto nacional, con sus objetivos y metas. Ese proyecto podrá ser más o menos explícito o indefinido, pero es de allí que puede inferirse cuáles son las prioridades del país en los distintos campos de la gestión pública, tales como los de seguridad y defensa, economía y desarrollo, formación de recursos humanos, relaciones internacionales, etc., etc.
De las prioridades que resultan del proyecto nacional, se puede deducir cuáles son las tareas que deberán asignarse a las distintas instancias del gobierno. En consecuencia, se podrá evaluar el trabajo de esas instancias según la capacidad que ellas demuestren en la misión de cumplir los objetivos y tareas que les corresponden. LEER EL ARTÍCULO COMPLETO
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