Los alfabetizadores y médicos internacionalistas cubanos encarnan en nuestro tiempo una de las expresiones más conmovedoras de las luchas por la liberación: hombres y mujeres que subvierten con sus actos y sus principios la lógica de la muerte, impuesta por el capitalismo de rapiña como una pretendida ley inexorable.
Andrés Mora Ramírez / AUNA-Costa Rica
(Fotografía: médicos cubanos en Haití)
“…Y hay que acudir corriendo / pues se cae el porvenir.
En cualquier selva del mundo / en cualquier calle…”
Silvio Rodríguez (La era está pariendo un corazón)
El mundo de nuestros días, convulso y en ascuas ante cada nueva oleada de la crisis de civilización en la que intentamos evitar el naufragio, ofrece imágenes cuyos contrastes desnudan los grandes dilémas de la época, pero también, los hilos de esperanza del mundo nuevo que quiere –y debe- nacer.
Es la lucha permanente entre las fuerzas de la dominación y las de la liberación: las primeras, las vemos representadas hoy, por ejemplo, en la decisión tomada por el presidente de El Salvador, Mauricio Funes (del izquierdista Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional), en virtud de una “solicitud” de la Secretaria de Estado de los EE.UU, Hillary Clinton, de enviar 22 soldados salvadoreños de élite, adiestrados por el Comando Sur de los Estados Unidos, a una misión en Afganistán (capacitación de las fuerzas de seguridad), en el marco de las operaciones de “pacificación” (invasión encubierta) que despliegan allí los norteamericanos y las fuerzas de la OTAN.
Los militares partieron el pasado 18 de setiembre al país asiático, apenas un par de días después de que Clinton anuciara la inminente firma de la Alianza para el Crecimiento con El Salvador, una iniciativa que promueve EE.UU “con sus principales socio estratégicos” (no en vano se produjo la visita del presidente Obama en el mes de marzo) y que, según la funcionaria estadounidense, busca promover “la democracia, el estado de derecho y el desarrollo económico” (contrapunto.com.sv, 16/09/2011).
Pero, como se sabe, en el contexto centroamericano, ser considerado socio estratégico de la potencia del norte representa otra de las tantas formas de sujeción a sus intereses geopolíticos, enclavados en nuestros sistemas políticos y democracias formales desde los lejanos tiempos de las Banana Republic.
Y es que no debe perderse de vista que la cooperación militar salvadoreña se inscribe en ese expediente oprobioso de participación de tropas centroamericanas en las aventuras imperialistas lanzadas por los EE.UU desde el 2001, cuando George W. Bush declaró la “guerra infinita” contra el terrorismo. Allí figuran los 3000 soldados salvadoreños del Batallón Cuscatlán, que intervinieron en Irak entre los años 2003 y 2009 (elfaro.net, 18/08/2011); los 370 militares hondureños enviados al mismo destino para integrarse a la Brigada Plus Ultra, bajo las órdenes de España y Polonia (laprensa.com.ni, 22/05/2004); o los exkaibiles guatemaltecos –tropas de élite- contratados como mercenarios por empresas de seguridad privada estadounidenses, instaladas en territorio iraquí tras la invasión del 2003 (cronica.com.mx, 21/10/2007).
Afortunadamente, en la contracara de la historia de estos batallones de la vergüenza, brillan con intensidad las gestas heroicas y silenciosas de las brigadas cubanas –y nuestramericanas- de la dignidad, la solidaridad y el amor: los alfabetizadores del programa “Yo sí puedo”, reconocidos en más de una ocasión por UNESCO, y los médicos de la Brigada Henry Reeve y de la Misión Milagro, quienes en los más agrestes escenarios del desastre, la catástrofe, la exclusión social y la falta de oportunidades, en todos los rincones del planeta, de Haití a Pakistán, despliegan su labor humanitaria.
Son las fuerzas que encarnan en nuestro tiempo una de las expresiones más conmovedoras de las luchas por la liberación: hombres y mujeres que subvierten con sus actos y sus principios la lógica de la muerte, impuesta por el capitalismo de rapiña como una pretendida ley inexorable. El líder cubano Fidel Castro lo expuso con absoluta claridad en un discurso del año 2005, con motivo de la constitución de la Brigada Henry Reeve: “Nosotros ofrecemos formar profesionales dispuestos a luchar contra la muerte. Nosotros demostraremos que hay respuesta a muchas de las tragedias del planeta. Nosotros demostramos que el ser humano puede y debe ser mejor. Nosotros demostramos el valor de la conciencia y de la ética. Nosotros ofrecemos vidas” (lajiribilla.cu, 17-23/09/2005).
Este ejemplo de humanismo internacionalista, sin parangón en la historia reciente, no solo es el triunfo ético y de la solidaridad del pobre contra el egoísmo y la indiferencia de los ricos; ni es solo la victoria moral del pueblo agredido y bloqueado sobre el imperio opresor: por encima de todo, y como dijera Boaventura de Sousa sobre las alternativas que se ensayan en muchas partes del orbe, es un aliento del futuro que ya vive dentro del presente.
El poeta y político venezolano Tarek Willam Saab, en un hermoso relato de la experiencia de los médicos cubanos en Pakistán en el año 2005, escribía: “A contracorriente está Cuba, escribiendo junto a los médicos de la dignidad, y para la posteridad, uno de los hitos más impresionantes que hayamos conocido en el mundo contemporáneo caracterizado por el odio, la violencia y el acabamiento de la vida humana por las prácticas letales que van desde la destrucción ecológica, hasta las guerras promovidas por el gran capital con el fin de sojuzgar a los condenados de la tierra. A contracorriente va Cuba, con los honorables miembros de la Brigada Henry Reeve, vanguardia del humanismo revolucionario en el mundo entero” (Los niños del infortunio, 2006. La Habana:Ediciones Plaza. Pág. 21).
Algún día, esas brigadas del humanismo, multiplicadas en otras muchas dimensiones del quehacer social, se impondrán, definitivamente, sobre los batallones del imperialismo.
En ello, sin duda, nos va la vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario