Jorge Turner fue parte, de una u otra forma, de todas las luchas de liberación nacional y social de América Latina de su tiempo. Delegado a la Primera Conferencia Tricontinental, fundador de la Federación Latinoamericana de Periodistas y de la Red en Defensa de la Humanidad.
Ángel Guerra Cabrera / LA JORNADA
Con Jorge Turner se nos ha ido un sabio y nobilísimo compañero y amigo a generaciones de luchadores antimperialistas latinocaribeños. Nacido en Panamá (1922), su padre, Domingo (1893-1972), que ejerció gran influencia en él, fue fundador del Partido Comunista de ese país. Este dato es muy importante pues allí se daban óptimas condiciones para el nacimiento y desarrollo de una sólida conciencia antimperialista y comunista en un ser sensible y formado desde la niñez en sólidos valores patrióticos y revolucionarios. El país que ha sido objeto –como recordaba Jorge– de más intervenciones militares y humillaciones por parte de Estados Unidos.
Aún adolescente, trabajó de estibador en el puerto de Balboa, Zona del Canal, en donde forjó lazos con obreros de otros países latinoamericanos con quienes compartió el repudio al racismo de las autoridades yanquis. Bachiller en 1941, cuando también encabezó su primera huelga estudiantil. En él la militancia condujo a la labor académica, en la que resplandeció singularmente pero siempre atento al pulso de Panamá, de nuestra América y del mundo. Sus concepciones teóricas marxistas fueron forjándose, rectificándose y depurándose en dinámica dialéctica entre práctica y teoría revolucionaria.
Tres, decía, eran las naciones que más habían influido en sus sentimientos más profundos: Panamá, México y Cuba. En el primero la independencia estrangulada formó su espíritu rebelde. En el segundo hizo estudios y en reciprocidad se dedicó a la docencia en la UNAM durante tres décadas. Al calor de la revolución cubana entendió mejor a América Latina y entendió el marxismo sin caer en dogmatismos.
En 1942 ingresa a la Universidad de Panamá donde organiza un movimiento huelguístico que fracasa pero abre el camino a posteriores esfuerzos que consiguen la autonomía universitaria. Al año siguiente llega a México para participar en el Congreso Latinoamericano de la Juventud por la Victoria. Esta visita le propició la continuación de sus estudios universitarios en la Escuela Nacional de Jurisprudencia de la UNAM y realizar viajes que le permitieron un conocimiento directo de varios países de América Latina. A la vez, representó a la Federación Sindical de trabajadores de Panamá ante la Central de Trabajadores de América Latina. Buena parte de su vida estuvo ligada al movimiento obrero. En 1957 es asesor legal de la Presidencia de Panamá y en el año 59 director del periódico El País y presidente del gremio periodístico panameño, en el que impulsa significativas conquistas laborales y la creación de la Escuela de Periodismo en la Universidad Nacional. Desde ese cargo es también uno de los activistas más destacados en la lucha por la devolución del canal a su patria hasta participar junto a los universitarios en el derribo de la cerca divisoria con sus propias manos al grito de ““soberanía o muerte””, hecho que estalla la memorable rebelión popular antimperialista de enero de 1964, reprimida ferozmente por los marines gringos. Ella desbrozó el camino a la posterior lucha del general Omar Torrijos y el pueblo panameño por la descolonización de la zona canalera. Paradójicamente Torrijos y Turner no se entendieron en un principio lo que llevó al segundo a la cárcel y al exilio en México pero ambos se respetaron siempre y años después zanjaron sus diferencias y caminaron juntos hasta la sospechosa muerte del líder nacionalista. Ante la inminente invasión a Panamá, en 1989 Turner aceptó el cargo de embajador en México, al que renunció en cuanto se produjo el ataque yanqui, que condenó con la mayor energía.
Fue parte, de una u otra forma, de todas las luchas de liberación nacional y social de América Latina de su tiempo. Delegado a la Primera Conferencia Tricontinental, fundador de la Federación Latinoamericana de Periodistas y de la Red en Defensa de la Humanidad. De inquebrantable solidaridad con Cuba, el Chile de Allende, la revolución sandinista y los movimientos guerrilleros de la región, acogió con alborozo a la Venezuela bolivariana y los nuevos procesos de cambio e integración regional. Esta fue su preocupación central en los últimos días de su vida. Escribió cientos de trabajos periodísticos y varios libros. Panamá en la América Latina que concibió Bolívar (UACM/Plaza Valdés, 2007) es una joya. Deja una importante obra inconclusa que María, su devota compañera, se encargará de concluir junto a amigos y colaboradores: Repertorio de ensayos para interpretar la realidad latinoamericana.
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