La dirección política que el actual gobierno le ha dado al país en los últimos dos años, ha generado nuevas contradicciones que ponen en peligro la estabilidad económica del proyecto de acumulación promovida desde la invasión militar norteamericana de 1989.
Marco A. Gandásegui, h. / www.marcoagandasegui11.blogspot.com
La separación del presidente del Partido Panameñista y vicepresidente de la República, Juan C. Varela, como Canciller de la República crea una crisis de proporciones cuyo desenlace puede ser catastrófico. ¿Estará el presidente Ricardo Martinelli sobreestimando su mano? El Partido Panameñista estaba avisado desde hace varios meses. El presidente Ricardo Martinelli esperaba el momento más oportuno para dar su golpe. ¿A quién favorecerá a corto plazo este rompimiento? El presidente Martinelli tiene el impulso a su favor, pero cualquier piedra en el camino lo puede descarrilar fácilmente.
La dirección política que el actual gobierno le ha dado al país en los últimos dos años ha generado nuevas contradicciones que ponen en peligro la estabilidad económica del proyecto de acumulación promovida desde la invasión militar norteamericana de 1989. El presidente Martinelli no sólo ha arremetido contra los sectores populares - trabajadores organizados, comunidades y barriadas, agricultores, campesinos y pueblos indígenas - también se empecina en desplazar del círculo de poder a fracciones de la tradicional clase dominante.
La guerra de clases declarada por Martinelli contra los sectores populares en 2009, se ha extendido a un enfrentamiento con los empresarios vinculados a la producción agropecuaria y manufacturera. Igualmente, el gobierno “empresarial” ha puesto en la mira a inversionistas que no se acoplan al modelo especulador. La víctima más importante fue su propio vicepresidente contra quien invertirá los recursos necesarios para desarmar su candidatura presidencial en las elecciones de 2014.
Las maniobras de Martinelli produjeron daños colaterales en el PRD, partido de oposición, que reclama para sí el discurso torrijista. Los capitales más poderosos (y tradicionales) se han tomado el PRD pero aún no encuentran la manija para salir de su crisis de credibilidad. Las contradicciones afloran con regularidad en las relaciones con el gobierno, en la Asamblea de Diputados y en el propio seno del partido.
El presidente Martinelli ha mostrado sus intenciones de ir a la reelección, a pesar de que la Constitución Política lo prohíbe. Pronto tendrá los 36 diputados que necesita para formar una mayoría absoluta en la Asamblea Nacional. También quiere nombrar 5 magistrados nuevos en la Corte Suprema de Justicia en enero de 2012 que le daría una cómoda mayoría. Martinelli ha mencionado a sus delfines, pero es muy probable que sólo esté pensando en su propia persona.
El proyecto oficial de la “segunda vuelta” parece ser un globo de prueba para medir la “temperatura política”. La actual correlación de fuerzas le daría a cada uno de los tres partidos “grandes” un tercio del electorado en 2014. Martinelli calcula que si es derrotado en la primera vuelta, tiene los votos del contrincante que llega tercero para ganar en la “segunda vuelta”.
El debate sobre la “segunda vuelta” en la Asamblea de Diputados fue ganado por Martinelli con los votos del PRD y la oposición cerrada del Partido Panameñista, del vicepresidente Varela. El gran capital refugiado en el partido fundado por Omar Torrijos en 1978 está consciente de este dilema y espera que el tiempo juegue a su favor.
El presidente Martinelli continúa cometiendo errores en todas las esferas de su gobierno y los escándalos de corrupción son denunciados casi a diario en los medios de comunicación. La militarización del país se acelera a un paso que supera los peores pronósticos. La semana pasada se anunció la construcción de una base militar en la comunidad de Antón, vecina del futuro aeropuerto internacional de Río Hato. En ese lugar EEUU construyó una base militar durante la segunda guerra mundial.
En el marco de los “negocios” de la gestión gubernamental, la popularidad del presidente Martinelli, según las encuestas, fluctúa entre 36 por ciento (IPSUS) y el 63 por ciento (D&N). Indiferente, el CD inscribió 80 mil nuevos adherentes el fin de semana pasado. Sin embargo, el pueblo no confía en los ministros y colaboradores del gobierno.
Una crisis de los tres partidos políticos vinculados a los grandes millonarios panameños (Martinelli, Varela y los muchos del PRD) y a los intereses norteamericanos, puede ser el detonante para que aparezcan alternativas políticas que se encuentran a la izquierda del actual espectro electoral. Hay sectores populares que están apostando a convertirse en una oposición electoral viable después de muchos años de ocupar posiciones marginales.
Hace pocos meses el movimiento social Frenadeso lanzó el Frente Amplio por la Democracia (FAD) con el propósito de inscribirlo como partido para presentarse en las elecciones de 2014. El Partido Alternativa Popular (PAP) se está reestructurando para fortalecer sus bases. Por su lado, Juan Jované no ha abandonado su candidatura de libre postulación. Las opciones plantean una lucha larga y difícil contra una estructura política monopolizada por empresarios, con una tradición de muchas décadas y que han recurrido siempre a las medidas de fuerza para contener las propuestas políticas populares.
Martinelli, sin embargo, con su estilo abierto y arrogante de hacer política corrupta, está creando las condiciones para abrirle al pueblo una ventana para legitimar una propuesta electoral propia.
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