Mientras tengamos
intelectuales que salgan de sus burbujas y comunicadores que se animen a
comunicar tendremos una historia que se transforme en presente: irremediablemente
erguida frente a los ocultamientos sistemáticos con pretensiones de verdades
universales, que muchas veces han querido imponernos, porque con las
diferencias y similitudes de nuestros pueblos se construyen lazos de palabras y
latidos.
Martín Omar Aveiro
Desde
Mendoza, Argentina
Por sus cuatro años
de publicaciones.
Ilustración del poeta Armando Tejada Gómez. |
El gran poeta mendocino
Armando Tejada Gómez había titulado una de sus magistrales poesías: “La vida
dos veces”[2].
La misma estaba dedicada a su amigo Toddy (Alfredo) Deussán, al que podríamos
denominar un “chico bien” de un barrio argentino. En cambio Armando era, para
los padres de Toddy, “la forma del pánico y el hambre y la más descarada
miseria por el mundo”. Sin embargo, “Toddy, esa gracia hecha de mimbre y aire”,
“vivía hipnotizado” por la gran aventura de Armando y descubría en sus ojos
“cierto país del sueño donde se desnudaba un ángel con harapos [...]”. Tal vez
eso sea, al menos para mí, una revista como Con
Nuestra América. Pues ahí, en ese lugar de amigos, se encuentra uno de los
acontecimientos donde se manifiestan quienes nos habitan.
A su vez, una de las
actividades más generosas de este lado del mundo es reunir a los amigos en la
propia casa. Invitarlos para el encuentro, la escucha, un diálogo profundo,
cordial y cotidiano. El espacio donde el hombre natural - y la mujer - se
despojan y vencen al letrado artificial, como nos decía el maestro José Martí.
Por eso el poeta cuyano, Tejada Gómez, nos da la clave para homenajear los
cuatro años de publicaciones de este medio digital, donde se permite que los
amigos se digan, más allá de las distancias, lo que piensan, lo que viven. “La
vida dos veces”, la que se vive y la que se comparte, desparramada por nuestro
inmenso territorio, sembrado de injusticias pero también de esperanzas.
De manera que, en el
resurgir de discusiones que parecían olvidadas, un reverdecer primaveral, de
amores y de luchas, agita Latinoamérica y los medios, multitud de medios
amigos, se hacen necesarios. Para que las voces, “todas las voces” de Nuestra América, sean “canción en el
viento”. Por eso es de inestimable valor que nos abran semanalmente las puertas
de su casa para decirnos, para decirles, que la historia sigue, porque su fin
no lo decreta el capitalismo con sus multinacionales, ni las oligarquías de
nuestros países, ni los explotadores de toda laya, ni los individualistas de
medio pelo. Mientras tengamos intelectuales que salgan de sus burbujas y
comunicadores que se animen a comunicar tendremos una historia que se
transforme en presente: irremediablemente erguida frente a los ocultamientos
sistemáticos con pretensiones de verdades universales, que muchas veces han
querido imponernos, porque con las diferencias y similitudes de nuestros pueblos
se construyen lazos de palabras y latidos.
Pues, si en el siglo
XIX el principal instrumento de dominación, disciplinamiento y homogeneización
fue la escuela, actualmente son los monopólicos mass media los encargados de manipular la opinión pública en función de
intereses corporativos. A propósito, en Argentina, se libra una batalla crucial
frente al poderoso grupo Clarín que incluso ha logrado, momentáneamente, torcer
el brazo del aparato judicial. Un debate que durante años sostuvieron las organizaciones
de comunicadores acerca del modo de modificar la vetusta Ley de Radiodifusión -
implementada durante la última dictadura cívico militar y profundizada en el
gobierno de Carlos S. Menem en los noventa - con el objeto de democratizar y
desconcentrar el dominio multimedial. Cuestión que llegó al Congreso Nacional
para convertirse en la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual N° 26.522,
que establece en su Artículo 61:
Adecuación. Los titulares de licencias de los servicios
y registros regulados por esta ley, que a la fecha de su sanción no reúnan o no
cumplan los requisitos previstos por la misma, o las personas jurídicas que al
momento de entrada en vigencia de esta ley fueran titulares de una cantidad
mayor de licencias, o con una composición societaria diferente a la permitida,
deberán ajustarse a las disposiciones de la presente en un plazo no mayor a un
(1) año desde que la autoridad de aplicación establezca los mecanismos de
transición. Vencido dicho plazo serán aplicables las medidas que al
incumplimiento —en cada caso— correspondiesen. Al solo efecto de la adecuación
prevista en este artículo, se permitirá la transferencia de licencias.
Motivo por el cual se
sostiene una medida cautelar en un tribunal de justicia que paraliza la aplicación
y puesta en vigencia de la norma que pretende, entre otras cosas, fomentar una
sociedad de la información en la que se respete la dignidad humana en su
diversidad e identidad, un constante diálogo entre culturas, en cooperación
regional e internacional. Es decir, una política de la amistad, de la
hospitalidad, de la cordialidad, similares a los objetivos propuestos por AUNA.
Así pues, vuelvo a un fragmento de otra poesía de Tejada Gómez:
Importan
dos maneras de concebir el mundo.
Una,
salvarse solo,
arrojar
ciegamente los demás de la balsa
y
la otra,
un
destino de salvarse con todos,
comprometer
la vida hasta el último náufrago,
no
dormir esta noche si hay un niño en la calle.[3]
En fin, para nosotros,
coterráneos, la última es la única e imprescriptible opción. Nuestro destino es
una salvación conjunta, mancomunada, amistosa. Y para lograr esta integración
se precisa, según expone Arturo A. Roig en Caminos
de la Filosofía Latinoamericana, “que el discurso de los intelectuales
adquiera una real polifonía, vale decir, dé cabida a la multiplicidad de
sonidos rescatados desde categorías establecidas según un modo superador de
rupturas”. Asimismo, que los medios, multitud de medios, se hagan eco de
aquellos sonidos, en la igualdad y en la diferencia, de un encuentro de amigos.
Porque, como nos exhorta Martí: “Los pueblos que no se conocen han de darse
prisa para conocerse, como quienes van a pelear juntos” [...], “Es la hora del
recuento, y de la marcha unida, y hemos de andar en cuadro apretado como la plata
en las raíces de los Andes”.
[1] Movimiento musical
nacido en Mendoza el 11 de febrero de 1963 con un Manifiesto en el que se declaraba
la búsqueda de una música nacional de contenido popular, sus firmantes fueron:
Tito Francia, Oscar Matus, Armando Tejada Gómez, Mercedes Sosa, Víctor Gabriel
Nieto, Martín Ochoa, David Caballero, Horacio Tusoli, Perla Barta, Chango Leal,
Gabriela Lucero, Clide Villegas, Emilio Crosetti y Eduardo Aragón. Puede
consultarse en: http://www.tejadagomez.com.ar/adhesiones/manifiesto.html
[2] La poesía completa, en
la voz de su autor, puede encontrarse en:
http://www.youtube.com/watch?v=_FNLuC4uK8o
[3] La poesía completa
denominada “Hay un niño en la calle”, recitada por el autor, puede encontrarse
en: http://www.youtube.com/watch?v=3Su3S9YFfOc
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