Rafael Correa anticipó
durante su campaña un programa de diez ejes para el periodo 2013-2017. Tres de
ellos se plantean acciones en lo cultural, tecnológico y en la reforma urbana.
Los siete restantes, proponen profundizar la denominada “Revolución Ciudadana”,
el proyecto político de la Alianza PAIS de participación social para un cambio
radical, profundo y rápido de la sociedad ecuatoriana.
Sergio Ferrari / Para Con Nuestra América
Rafael Correa avanza hacia su reelección presidencial. |
A seis años de su
victoria electoral de noviembre del 2006, el actual Presidente Rafael Correa
buscará ratificar su mandato en las
elecciones presidenciales de este domingo 17 de febrero. Desde entonces hasta
hoy se produjeron transformaciones institucionales en el país sudamericano: una
nueva Constitución; una primera ratificación de Correa a través de las urnas en
abril del 2009; el inicio de la denominada “Revolución Ciudadana”. También,
avances económicos y sociales. En paralelo, sin embargo, se avivaron fuertes
tensiones entre el Gobierno y una parte de los movimientos sociales que no se
reconocen en el proceso, lo que atiza el debate en la izquierda ecuatoriana.
Balance favorable
Las diferentes
encuestas pre-electorales prevén el
tercer domingo de febrero una cómoda victoria de Rafael Correa y su Alianza
PAIS (Patria Altiva y Soberana) en la contienda donde además del ejecutivo se
elegirán 137 miembros de la Asamblea Nacional y cinco representantes al
Parlamento Andino. El actual presidente se mide con otros siete candidatos
representantes de la izquierda, del centro y de la derecha conservadora.
“Aún los sondeos promovidos por la derecha
anticipan que Correa podría ganar en la primera vuelta”, subraya en entrevista
exclusiva Pedro Páez Pérez, ex ministro de Política Económica, y desde septiembre del 2012 Superintendente
del Control del Poder del Mercado, nuevo ente de control de los monopolios,
autónomo del ejecutivo.
Más allá del triunfo
posible de Alianza PAIS, lo que está en disputa es “el proceso de
transformación que vive Ecuador y que se refleja en los cambios positivos
respecto a los 30 años previos”.
Según Páez ese aire
renovador se expresa en numerosas esferas: nuevos criterios de redistribución
del ingreso; aumentos y nuevas prioridades en la inversión pública que pasó de
un nivel de alrededor del 4% del PIB en las 3 décadas neoliberales a cerca del
14% en 2008 y montó al 16.6% en 2012 –con un acento en la infraestructura-;
significativas mejorías en la política social del Estado, incluyendo la salud y
la educación. Según datos oficiales, el
presupuesto oficial para la salud pública se triplicó entre 2006 y 2012; en
tanto la inversión para la educación aumentó en igual periodo del 2.5 % al 5.5%
del Producto Interno Bruto (PIB).
Para Páez, también es
significativo el aporte activo desde
Ecuador al fortalecimiento de la cooperación y la unidad latinoamericanas.
El Gobierno ecuatoriano
ha promovido convenios múltiples con los gobiernos progresistas de la región e
integra la Alianza Bolivariana para los
Pueblos de América (ALBA) junto con Venezuela, Cuba, Bolivia, Nicaragua y una
serie de Estados caribeños. Hace parte también de la UNASUR (Unión de las
Naciones Sudamericanas) y de la CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y
Caribeños).
Además, ha renegociado
inteligentemente la reducción y el pago de la deuda que en 2005 consumía el 40
% del presupuesto nacional.
“Lo que se construye en
América Latina hoy tiene mucho de esperanza y frescura…que esperamos pueda
profundizarse en rumbos más irreversibles y sostenibles de integración”, reflexiona Páez.
Sin embargo, “el
problema en nuestro país es que al confrontar tanta vulnerabilidad estructural
e histórica, a pesar que se avanzó considerablemente en estos últimos seis
años, es mucho lo que queda por hacer”, reflexiona Páez. ”La evolución de la crisis mundial exige
transformaciones estructurales mucho más profundas”, añade, incluyendo la
transformación productiva y una intensa regulación antimonopólica que mejore la
dinámica del empleo y los mercados internos reduciendo la dependencia del
exterior.
Reconoce la necesidad
de “crear un ambiente de diálogo entre el Gobierno y las organizaciones
sociales y construir también un tejido social sólido. Hay que superar la falta
de espacios de movilización de la sociedad civil como lo tuvo en la lucha
contra el neo-liberalismo extremo”.
Crítica desde la izquierda
A pesar de ciertos
avances constatados en los últimos 6 años,
“es paradójico ver que la nueva Constitución promovida por Alianza PAIS,
ahora no sea realmente aplicada” y se caiga en una variante de gestión del
poder “caudillista y autoritaria” que viola los propios principios
constitucionales, subraya Alberto Acosta en diálogo con este corresponsal.
Acosta, ex presidente de la Asamblea Constituyente,
rompió luego con la alianza de Gobierno y se presenta ahora como candidato a
presidente por la Unidad Plurinacional de las Izquierdas, coalición que agrupa
a una decena de organizaciones sociales, indígenas y partidos progresistas.
Con el paso del tiempo
ha ido aumentado el tono de sus críticas frontales hacia Correa a quien lo
define – ratificando declaraciones recientes a otros medios de comunicación -
como “un mal chofer…de esos que ponen las luces de guiño hacia la izquierda
pero en verdad dobla a la derecha”. Y no acepta que el actual sea un Gobierno
de izquierda o revolucionario.
Su crítica es política
y programática: existen temas prioritarios donde no se ha avanzado en estos
años, como la reforma agraria y la distribución del agua. Los campesinos,
señala a nivel de ejemplo, representan
el 86 % de los usuarios del agua de riego
y controlan apenas el 13 %. Mientras los terratenientes que representan
menos del 1% de las unidades productivas agrícolas, controlan el 64 % del agua
de riego.
Se viola el derecho al
trabajo, sostiene Acosta, a partir del decreto presidencial 813 que ha abierto
el camino a despidos de miles de funcionarios públicos; Correa vetó la Ley del comerciante minorista
que les aseguraba a este importante sector derechos y beneficios básicos; y se sigue persiguiendo a los trabajadores
informales en las calles e incautando sus productos.
Con el agravante,
insiste Acosta en diálogo telefónico, “que se está criminalizando a la gente
que defiende los derechos humanos” y que promueve la movilización. “Existen más
de dos centenares de dirigentes sociales con expedientes abiertos por
terrorismo aunque no exista ningún grupo armado…”, fundamenta.
El Programa de su
Gobierno para el candidato de la Unidad Plurinacional de Izquierda sería,
esencialmente, el “respeto y la aplicación de la Constitución actual, dando
paso a la reforma agraria, a una nueva lógica de distribución del agua, al
respeto de los derechos humanos y ambientales”, refuerza en su intercambio con
este corresponsal.
Perspectivas
Rafael Correa anticipó
durante su campaña un programa de diez ejes para el periodo 2013-2017. Tres de
ellos se plantean acciones en lo cultural, tecnológico y en la reforma urbana.
Los siete restantes, proponen profundizar la denominada “Revolución Ciudadana”,
el proyecto político de la Alianza PAIS de participación social para un cambio
radical, profundo y rápido de la sociedad ecuatoriana.
Y que incluye la
transformación constitucional-democrática;
económico-productiva; ética;
ambiental; social; de la justicia y la “revolución latinoamericana”. Según su
visión el cambio social es la condición de otro concepto de desarrollo que debe
promover Latinoamérica en dirección al “Buen Vivir”, es decir la relación
armoniosa entre economía, participación ciudadana y equilibrio ambiental.
La campaña electoral
ecuatoriana abre el espacio hoy a una discusión no menos fundamental. El modelo
de país futuro y el marco político-institucional que lo debe enmarcar. Debate que una parte de los movimientos
sociales y de la izquierda del país sudamericano quieren promover con la
esperanza de rectificar el camino de un proceso con logros objetivos y con significativos desafíos pendientes.
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