La “emboscada” que Piñera trató
de consumar contra la CELAC tuvo su derrotero cuando previamente organizó la
cumbre con la UE y junto a ella la de los empresarios. Ahí se abogó por “… apoyar la apertura de mercados como la mejor vía para
impulsar el comercio y las inversiones, y rechazar la aplicación de medidas de
naturaleza proteccionista”.
Sergio
Rodríguez Gelfenstein / Especial para Con Nuestra América
Desde Caracas, Venezuela
La
Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) es el
punto más alto jamás logrado en la búsqueda de un acercamiento de los pueblos y
países del sur del Río Bravo. Ha venido a concretar la lucha y los sueños
libertarios por el que entregaron su vida millones de mujeres y hombres a lo
largo de dos siglos en nuestra región.
Para
llegar a la primera reunión cumbre realizada en la Riviera Maya en México se
debieron superar múltiples inconvenientes hasta consolidar la idea de que a
pesar de las diferencias políticas, ideológicas y filosóficas que tengan
coyunturalmente los gobiernos que ostentan el poder en cada uno de los países,
-en un mundo tan convulso como el que se vive, lleno de incertidumbres de cara
al futuro, con disimiles amenazas globales que provienen de la ambición
hegemónica desmedida de los centros del poder mundial-, es imperativo enfrentar
tales complejidades desde la fuerza que concede unir las fortalezas de cada
uno, construir a partir de las complementariedades y entender que la diferencia
no debilita sino que vigoriza cuando se entienden las diversidades en tal
calidad.
Nunca
se dijo que iba a ser fácil. Nunca lo ha sido. La disyuntiva no es construir a
favor o en contra de Estados Unidos. La disyuntiva es construir con o sin
Estados Unidos. Es el destino de las relaciones internacionales de América
Latina desde el nacimiento de sus Estados independientes a comienzos del siglo
XIX. La integración es monroista, panamericana y gira alrededor de una
hegemonía imperial que se impone o, es bolivariana, nuestramericana y se da
entre actores que respetan las diferencias sobre la base de criterios de
equidad y solidaridad entre iguales, entendiendo y superando las asimetrías
económicas, de fortaleza militar,
superficie y población.
En noviembre de 2011,
previo a la Cumbre de Caracas alertábamos en un artículo publicado bajo el
título de “La Cumbre de la CELAC.
Trascendencia y futuro” que era “…evidente que esta Comunidad de Estados va a tener
retos y obstáculos que superar. Ya se vivieron en la Riviera Maya cuando el ex
presidente de Colombia (me refería a Álvaro Uribe) en uno de los últimos
estertores de su vida política, trató de
sabotear- al igual que Santander hace
180 años- la magna cita. Estados Unidos, desarrollará una política con todos
los instrumentos coercitivos a su alcance para evitar que esta nueva
organización tenga éxito. Es lo que hizo en el Congreso de Panamá y es lo que
ha hecho durante toda su vida como nación”. En torno a ello, proponíamos en el
mismo artículo que “Al respecto resulta imprescindible que todo el proceso de
negociación – de alcance regional y sin excluir a ningún país – para la
constitución de la Comunidad esté presidido por la identificación de aquellos
factores, elementos, propuestas y áreas de política donde se puedan encontrar
espacios de convergencia y complementariedad entre todos los gobiernos de la
región.”
En su corto andar la CELAC ha logrado construir importantes consensos en
torno al rechazo al bloqueo estadounidense a Cuba y el irrestricto apoyo a
Argentina en su reclamo por la soberanía
de las Malvinas. La reciente reunión cumbre de Santiago de Chile advierte
algunos avances en cuanto a un discurso que se aleja un poco más de la retórica neoliberal, sin embargo debió
sortear –y lo hizo con éxito- la emboscada de la derecha internacional que tuvo
en el anfitrión, Sebastián Piñera, el estandarte de tal estratagema.
En un país que como Chile el cual desde 1972
-cuando se desarrolló durante el gobierno de Salvador Allende la III
Conferencia de Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD)-, jamás
había tenido un evento internacional de tal envergadura, esta cumbre pasó
absolutamente inadvertida para el conjunto de la población.
Salvo la farandulera transmisión de la llegada
de los jefes de estado en la que los medios de comunicación comentaban acerca
de las características de los aviones que los trasportaban y los atuendos que
lucían las primeras damas, los santiaguinos se enteraban que “ocurría algo” al
paso de las raudas comitivas de vehículos que transitaban las calles de la
capital chilena. La prensa y la televisión se encargaron de elevar a la
categoría de “diosa” a la canciller alemana Angela Merkel que venía a “dar las instrucciones de lo que
debía hacerse” y dieron inusitada relevancia al cadáver político de Mariano
Rajoy que más que jefe de estado, parecía representante de las empresas
transnacionales españolas en la búsqueda de nuevos mercados. Eso, la I Cumbre
empresarial CELAC-UE,
los ataques de la ultraderecha fascista contra Cuba y su presidente Raúl Castro
y el repudio racista y colonial a los reclamos de Evo Morales en pro de la
salida al mar de Bolivia llenaron el espectro informativo.
Así, el día posterior a la clausura de la
Cumbre, las primeras planas de los periódicos exhibidos en los kioscos de
Santiago no mostraban ni la más mínima alusión al hecho. Era evidente que para
ellos la verdadera cumbre era aquella en la que había participado Merkel. La otra, la que Piñera tuvo que organizar a
continuación, era obviada de la manera más descarada. Dicho sea de paso, de 27 países
europeos participantes, sólo 5 jefes de estado y/o gobierno se hicieron
presentes en Santiago. Mientras todo ello ocurría, la cumbre alternativa de
organizaciones y movimientos sociales y políticos en la que participaron
cientos de representantes de todo el continente era acallada y minimizada.
La “emboscada” que Piñera trató
de consumar contra la CELAC tuvo su derrotero cuando previamente organizó la
cumbre con la UE y junto a ella la de los empresarios. Ahí se abogó por “… apoyar la apertura de mercados como la mejor vía para
impulsar el comercio y las inversiones, y rechazar la aplicación de medidas de
naturaleza proteccionista”. Por su parte, el presidente de
la Comisión Europea, José Manuel Barroso indicó que “es fundamental garantizar
un marco jurídico transparente y estable que respete las normas internacionales
y evite la arbitrariedad”, de modo que se impida el proteccionismo y se
promueva la liberalización. Se trata de constituir socios estratégicos, dijo,
frente a los desafíos del desarrollo y crecimiento económico sostenidos. El
propio Piñera señaló que la nueva relación requerirá “más libertad, más innovación,
emprendimiento y libertad de comercio y menos proteccionismo”.
El
presidente chileno dejaba la mesa servida para que se debatiera en torno a ello
en la cumbre de CELAC. Sin embargo, una vez
más los países con gobiernos autónomos de los poderes mundiales rechazaron
tales intentos. Aunque la declaración final
reitera
el “compromiso con evitar el proteccionismo en todas sus formas” y apoya una
“inversión productiva que respete del todo los aspectos económicos, sociales y
ambientales constitutivos del desarrollo sostenible” hubo resistencias que se
expresaron sobre todo en los discursos de la presidenta argentina Cristina
Fernández y de Bolivia Evo Morales. En ese contexto, Venezuela se opuso a que se incluyera una alusión de respeto a
las inversiones foráneas, lo que pareció
trabar el camino hacia una declaración final consensuada entre los gobernantes
de ambas regiones, hasta que finalmente los europeos cedieron.
La
última sorpresa que tenía preparada Piñera fue la realización en medio de dos
sesiones de la Cumbre CELAC de una reunión similar
entre sus pares de la llamada Alianza del Pacífico, es decir la organización
creada por los gobiernos de derecha de la región, México, Colombia, Perú y
Chile instituida para torpedear los esfuerzos integracionistas de Unasur y
Mercosur y para llevar adelante “desde adentro” las políticas de Estados Unidos
y Europa encaminados a impedir un buen desenvolvimiento a futuro de CELAC y buscar la firma de tratados de
libre comercio con ellos.
No
es novedoso que tal fuera la actuación de un líder de la derecha en nuestro
continente, ya Uribe había jugado un rol similar en la Riviera Maya. La Cumbre
de Caracas y la presidencia de Venezuela atenuaron y limitaron dichos
arrebatos, Cuba hará lo mismo y sin duda alguna su eficientísima diplomacia
llevará a la CELAC tan lejos como sea
posible, luego vendrá otro período difícil en 2014 cuando Costa Rica asuma la
presidencia pro tempore. En ese contexto, sería deseable que Ecuador, Argentina
Bolivia o Nicaragua solicitaran la sede para 2015. Así se logrará mantener el
equilibrio necesario para que la integración entre diferentes que ha emprendido
Nuestra América supere las adversidades y avance hacia estadios más altos de
realización.
No
nos atemorizan los contratiempos, no nos asustan las dificultades. Sabíamos que
sería así. El presidente Raúl Castro lo resumió al asumir la presidencia de la CELAC: “Entre nosotros hay pensamientos
distintos e, incluso diferencias, pero la CELAC ha surgido sobre el acervo de doscientos años de lucha
por la independencia y se basa en una profunda comunidad de objetivos”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario