El ditirámbico obituario oficial que se le ha hecho, me confirma que en política no hay amigos ni enemigos eternos. Amistades entrañables de Edén Pastora me han dicho que no le perdonan el haberse reconciliado con el matrimonio Ortega-Murillo cuando a su juicio ambos encabezan un régimen tan odioso como el de los Somoza. A mí me parece más censurable que haya encabezado una rebelión contrarrevolucionaria.
Carlos Figueroa Ibarra / Especial para Con Nuestra América
Desde Puebla, México
Pero era Edén hombre más de acción que de pensares, más de haceres que de decires y su visión política muy pronto lo llevó al conflicto con sus entrañables compañeros de lucha. Dos años después del triunfo revolucionario, el bizarro guerrillero rompió con el FSLN acusando a su dirigencia de comunista, prosoviética y procubana. Y juró derrocarlos a tiros lo que pronto empezó a hacer al fundar la Alianza Revolucionaria Democrática (ARDE). Con esta organización abrió el frente sur de combate a la revolución, en un momento en que Nicaragua languidecía merced a la guerra de baja intensidad a la que la sometía el imperialismo estadounidense. Años después se dijo que ésta era una acción concertada para impedir que la derecha y el imperio crearan un frente similar. Lo cierto es que el FSLN lo condenó a muerte y organizó el atentado en la rueda de prensa en La Penca en mayo de 1984. Su lucha terminó cuando no pudo obtener más financiamiento estadounidense. Sucedido esto, literalmente se dedicó a la pesca en Costa Rica.
El ditirámbico obituario oficial que se le ha hecho, me confirma que en política no hay amigos ni enemigos eternos. Amistades entrañables de Edén Pastora me han dicho que no le perdonan el haberse reconciliado con el matrimonio Ortega-Murillo cuando a su juicio ambos encabezan un régimen tan odioso como el de los Somoza. A mí me parece más censurable que haya encabezado una rebelión contrarrevolucionaria. Cae el héroe víctima de la peste mundial que nos azota. El virus hizo lo que no pudo la tiranía ni el régimen revolucionario. Muere en paz consigo mismo y con un régimen autoproclamado sandinista, trabajando para su patria al dragar el Río San Juan, envuelto en anécdotas increíbles como cuando la ruina económica lo obligó a vender a su león a quien obligaba a ser vegetariano. Anécdotas aparte, muere un hombre justificadamente convertido en leyenda.
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