Hoy en día el avance de la labor médica de la mayor isla de las Antillas va mostrando los logros de sus esfuerzos de salud, en un país que tiene que remar en contra de la corriente que le impone las embestidas recurrentes de Washington.
Adalberto Santana / Para Con Nuestra América
Desde Ciudad de México
Recordemos que Fidel Castro Ruz (1926-2016) es uno de los más trascendentales personajes de la vida política latinoamericana y mundial durante la segunda mitad del siglo XX y de los inicios del siglo XXI. Su legado de combatiente y como principal dirigente y expedicionario del Granma, gestó el inició de la lucha insurgente contra la dictadura de Fulgencio Batista en Cuba. Su pensamiento seguirá vivo como sus palabras que han trascendido a lo largo de la historia política mundial. Vale recordar entre otras ideas aquellas que el joven Fidel Castro escribió en su memorable alegato de defensa cuando fue llevado a juicio después del asalto al cuartel Moncada del 26 de julio de 1953 (“La historia me absolverá”), señalaba en aquel momento que: “La primera condición de la sinceridad y de la buena fe en un propósito, es hacer precisamente lo que nadie hace, es decir, hablar con entera claridad y sin miedo. Los demagogos y políticos de profesión, quieren obrar el milagro de estar bien en todo y con todos, engañando necesariamente a todos en todo. Los revolucionarios han de proclamar sus ideas valientemente, definir sus principios y expresar sus intenciones para que nadie se engañe, ni amigos ni enemigos”.
Eso es precisamente uno de los legados que los contingentes médicos cubanos han continuado hoy en día combatiendo, pero a la dictadura de la pandemia mundial. Con esa mística revolucionaria, Cuba continua su ejemplo enviando a varios países del mundo a contingentes de salud, al mismo tiempo que enfrenta la política genocida y cuasi fascista del gobierno de Ronald Trump que sigue empecinado en fortalecer el criminal bloqueo económico, social y político contra el pueblo cubano. Hoy en día el avance de la labor médica de la mayor isla de las Antillas va mostrando los logros de sus esfuerzos de salud, en un país que tiene que remar en contra de la corriente que le impone las embestidas recurrentes de Washington. Una muestra de ello es el haber logrado como una prioridad la atención preventiva de la salud a toda la población de la isla. Así, Cuba cuenta en nuestro tiempo con 9 médicos por cada mil habitantes. Cuestión que casi ningún país del mundo desarrollado alcanza esa proporción. Pero en medio del desarrollo de la crisis epidemiológica global, un logro más del pueblo de José Martí y Máximo Gómez, es contener en el mismo territorio cubano al nuevo coronavirus. A mediados de junio de 2020, la Universidad Johns Hopkins de los EU, reportaba que Cuba reportaba 2,219 casos de infectados y el fallecimiento de apenas 84 ciudadanos. Cifras que comparativamente con otros países del mundo y con los mismos EU, daba cuenta del logro de la lucha cubana en el control de la crisis epidemiológica. Sin duda las políticas de Donald Trump de desproteger a la población estadounidense, ha representado que en esos mismos tiempos estén infectados más de 2,023,385 personas y desgraciadamente hayan fallecido oficialmente 113,818 ciudadanos estadounidense. Incluso destaca que una buena parte de víctimas del nuevo coronavirus sean personas de origen afroamericano, latinoamericano e indígenas nativos. Crisis que, en los mismos EU, se agudizó con el asesinato del afroestadounidense, George Floyd, el 25 de mayo, víctima del racismo policial alentado por la prepotencia imperial de la Casa Blanca. Hecho que también generó una gran movilización ciudadana que estremeció a las mismas estructuras políticas del racismo en la mayor potencia económica del mundo.
Un ejemplo más del aporte de la Revolución Cubana a la solidaridad internacional, fue la creación de la Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM), el 15 de noviembre de 1999. Momento en que se formó en La Habana ese gran centro escolar tras los efectos del huracán Mich en Centroamérica (22 de octubre al 5 de noviembre de 1998). El propósito de la ELAM ha sido formar personal médico con alumnos becados latinoamericanos. Su objetivo es formar en la atención primaria de salud con un alto nivel académico a sus estudiantes. Pero también con el compromiso de que sus egresados en medicina retornen a sus países latinoamericanos o de otras regiones del mundo, para servir a los sectores más vulnerables de sus naciones (https://instituciones.sld.cu/elam/mision/).
Así, la herencia y el ejemplo de Fidel y de los combatientes del Granma, sin duda quedará por siempre en la memoria de nuestros pueblos. Su recuerdo seguirá vivo y sus palabras son una guía de ética política. El Comandante Fidel Castro será siempre recordado como uno de los grandes próceres latinoamericanos y uno de los más grandes hombres que por su gran humanismo dejó una enorme huella en las brigadas médicas que hoy por el mundo se baten contra el covid-19 y muestra la enorme solidaridad del pueblo y gobierno de Cuba en esta época de la nueva pandemia. Fidel lo dijo claramente en un discurso pronunciado en la Facultad de Derecho en Buenos Aires en mayo de 2003, cuando afirmó: “Decenas de miles de médicos cubanos han prestado servicios internacionalistas en los lugares más apartados e inhóspitos. Un día dije que nosotros no podíamos ni realizaríamos nunca ataques preventivos y sorpresivos contra ningún oscuro rincón del mundo; pero que, en cambio, nuestro país era capaz de enviar los médicos que se necesiten a los más oscuros rincones del mundo. Médicos y no bombas, médicos y no armas inteligentes”.
Por esa epopeya cubana, sin duda se fortalece y brilla con más fuerza la petición de diversas organizaciones y personalidades del mundo, incluso entidades del propio pueblo estadounidense que respaldan la propuesta de que el Premio Nobel de la Paz se les otorgue a los doctores cubanos del Contingente Internacional de Médicos Especializados en Situaciones de Desastres y Graves Epidemias Henry Reeve.
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