En medio de controversias jurídicas y mucho revuelo mediático -quizás más llamativo que el contenido de la obra- finalmente se publicó el libro The Room Where it Happened (La habitación donde sucedió), de John Bolton, exconsejero de seguridad nacional de la administración de Donald Trump, en el que presenta una versión presuntuosa y sobredimensionada de su breve paso por la Casa Blanca entre 2018 y 2019.
Andrés Mora Ramírez / AUNA-Costa Rica
Las páginas que Bolton dedica a Venezuela dan cuenta de la forma en que la élite estadounidense desprecia la democracia y, al mismo tiempo, instrumentaliza el discurso de su defensa y promoción en América Latina, con la complicidad vasalla de los gobiernos y cancillerías alineadas en el Grupo de Lima, como un arma de la lucha política por la hegemonía. Figuras como el vicepresidente Mike Pence; el secretario de Estado, Mike Pompeo; el senador Marco Rubio, el congresista Mario Díaz-Balart o el director del Consejo de Seguridad Nacional, Mauricio Claver-Carone; o los mandatarios de Colombia, Brasil, Chile, Panamá y Paraguay, quedan retratados como una camarilla de matones y delincuentes dispuestos a extorsionar, manipular y a pasar por encima de la ley y el derecho internacional para alcanzar sus oscuros objetivos. Personajes que lucirían mejor en una novela de Mario Puzo o en una película de Martin Scorsese, que ocupando un cargo en la función pública.
En un comentario publicado en The New York Times, el analista Michael Shifter sostiene que Estados Unidos realizó un manejo desastroso de la situación política en Venezuela, y lo atribuye a “una mezcla de falta de conocimiento, incompetencia y frivolidad” de la actual administración, y en particular, a la colisión de dos torpezas: “la de Trump y la de Bolton”. “Tanto el presidente como su antiguo asesor”, explica Shifter, “creen que su país controla América Latina; uno por ignorancia, el otro por su deseo de revivir la Doctrina Monroe”. Si los delirios y fantasías de Trump y Bolton insultan el sentido común y enrojecen a la intelectualidad estadounidense, entre nosotros, pueblos latinoamericanos y caribeños, deberían despertar la más profunda indignación: por un lado, por el desprecio sistemático a la dignidad, la soberanía y el derecho a la autodeterminación que no se cansa de mostrar el imperialismo en sus relaciones con las naciones de nuestra América; y por el otro, por el odioso servilismo con que nuestra clase política sigue empeñada en forjar sus alianzas con Washington. Sietemesinos, al decir de José Martí, a los que les falta valor y no tienen fe en su tierra.
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