sábado, 13 de febrero de 2021

Desigualdad de género y trabajo del cuidado

 Cientos de millones de pobres, en especial mujeres, personas racializadas, negras e indígenas, muchas de ellas migrantes, se hunden en la miseria, hambre y exclusión.

Consuelo Ahumada / Para Con Nuestra América

Desde Colombia


La pandemia puede agravar la desigualdad en prácticamente todos los países del mundo al mismo tiempo, una situación sin precedentes desde que existen registros. Puso en evidencia y exacerbó las desigualdades económicas, de género y raciales, nutriéndose de ellas. Con estas afirmaciones contundentes comienza El virus de la desigualdad, un informe recién publicado por Oxfam.

 

Este y otros informes previos de la misma organización trascienden el énfasis económico y social de otros importantes estudios de los últimos años sobre el tema, al incorporar género y etnia como otras dimensiones fundamentales. Señala que los mil principales multimillonarios del mundo recuperaron en nueve meses sus pérdidas del inicio de la pandemia y multiplicaron sus fortunas.

 

Entretanto, cientos de millones de pobres, en especial mujeres, personas racializadas, negras e indígenas, muchas de ellas migrantes, se hunden en la miseria, hambre y exclusión. Esto se explica por la interseccionalidad o confluencia de múltiples desigualdades y discriminaciones históricas. Es también el resultado de la conjunción entre supremacismo blanco, patriarcado y principios neoliberales. Basta ver el impacto desproporcionado de la crisis en las mujeres pobres y negras de Brasil o del Caribe, entre otras regiones.

 

La pandemia golpeó el trabajo en sectores esenciales como la salud, el cuidado, las ventas informales y la docencia, en los cuales las mujeres son mayoría. Sectores con sobrecarga de trabajo, pésima remuneración y carencia de protección social. Pero además en buena parte de los negocios cerrados predomina el trabajo femenino: peluquerías, restaurantes, pequeños comercios, seguridad, aseo, servicio doméstico.

 

En los inicios del 2021, la situación social en Colombia es crítica. Además del impacto del virus y del descalabro económico, el resurgir del conflicto armado se ha ensañado con los sectores más desfavorecidos: campesinos, indígenas y afros. Mujeres y jóvenes. Son las víctimas de masacres, asesinatos, desplazamientos.

 

Recordemos que el confinamiento ha traído en todos lados un incremento notorio en la violencia intrafamiliar y sexual y en los feminicidios.

 

Pero además el encierro y la pérdida de empleo ha aumentado el trabajo del cuidado no remunerado para las mujeres. Datos oficiales del Dane anteriores a la pandemia mostraban que 7,1 millones de mujeres realizan labores del hogar frente a menos de 1 millón de hombres y que las mujeres invierten hasta 7 horas y 14 minutos cada día en estos trabajos, frente a 3 horas, 25 minutos de los hombres. En junio 2020 hubo un aumento de 1,6 millones de mujeres dedicadas a estos oficios.

 

Según la misma fuente, en junio pasado se tuvo la brecha más alta de los últimos nueve años entre hombres y mujeres, frente al desempleo. El masculino fue del 16,2 %, mientras que el femenino llegó al 24,9 %. En el trimestre septiembre-noviembre, su tasa para las mujeres fue de 19,6 %, frente al 10,9 % para los hombres. Las mujeres jóvenes de 14 a 28 años corresponden al 46,4 % de las desocupadas.

 

Esta grave tendencia, que ha hecho retroceder los avances en cuanto a igualdad de género, la expresó el mismo Oviedo: "El mercado laboral está generando un sesgo muy importante en contra de las mujeres pues son ellas las que están asumiendo más horas de trabajo en oficios del hogar o han entrado a la inactividad y se han dedicado a ese trabajo no remunerado”.  Así, el 62,9 % de las mujeres que entraron a la inactividad entre marzo y mayo de 2020 se dedicaron a oficios del hogar, mientras que ese porcentaje para los hombres fue de 15,4 %.

 

Con respecto al trabajo del cuidado, la Ley 1413 de 2010 ordenó incluir su contribución en las cuentas nacionales. Es un sector que aporta cerca del 20 % del PIB. Sin embargo, aunque se creó la cuenta satélite de economía del cuidado, una década después la ley está lejos de representar una mejoría en la condición de las mujeres.

 

A estas alturas de la crisis global, han quedado en claro varios puntos: el fracaso del sector privado para resolver el problema de la salud pública y la importancia de los trabajadores en general y del trabajo del cuidado para la sociedad. Por ello, los sectores democráticos y progresistas claman por el regreso del Estado, la defensa de los servicios públicos esenciales y el impuesto al patrimonio para superar la crisis.

 

Pero las propuestas del gobierno de Duque van en contravía: reforma tributaria centrada en el incremento del IVA; políticas de austeridad; una regresiva reforma laboral y pensional mediante el decreto 1174, en vigencia desde el 1 de febrero.  Este introduce contratos por horas con ingresos inferiores al salario mínimo, sin seguridad social ni prestaciones. Una medida en extremo lesiva para trabajadores/as.

 

Por último, se destaca su mezquindad en materia de inversión pública. Según información del Observatorio Fiscal de la Universidad Javeriana del pasado 5 de enero, el 48 % de los recursos del Fome, una suma de $19,4 billones, está sin utilizar. Cuántas vidas de mujeres y hombres pudieron haberse salvado con la renta básica, el subsidio a las mypimes y el pago de las deudas a los hospitales.

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