Cuarenta y tres senadores votaron por la absolución pesar de que muchos estaban de acuerdo de que el entonces presidente Trump era moralmente y de facto responsable de los violentos sucesos, los cuales miró alegremente por televisión mientras acontecían.
Carlos Figueroa Ibarra / Para Con Nuestra América
Desde Puebla, México
En su momento el magnate se vanaglorió de que él podría dispararle a la gente en la Quinta Avenida de Nueva York y eso no le quitaría votos. Aseveración ciertamente desmesurada pero que refleja un realidad: es hecho incontestable la popularidad de Trump en un sector significativo del pueblo estadounidense. Después de enterarse de que por segunda ocasión había sido absuelto en cuanto a la posibilidad de hacerle un juicio político, el expresidente emitió un comunicado diciendo que terminaba una nueva fase en la mayor cacería de brujas en la historia de Estados Unidos y agregó con triunfalismo “Nuestro movimiento (…) para hacer América grande de nuevo no ha hecho más que empezar”. En otras palabras, Trump celebró que no lo hayan inhabilitado y anunció que empieza una nueva fase en su carrera política, la de líder de un movimiento que se articula en el nacionalismo reaccionario, el racismo y en la oposición a todas las causas progresistas que abanderan los diferentes movimientos sociales que existen en su país.
Resultan hilarantes la justificaciones que dieron los senadores republicanos para dar su voto absolutorio (“no era constitucional”), entre ellos el líder de bancada Mitch McConnell. Cuarenta y tres senadores votaron por la absolución pesar de que muchos estaban de acuerdo de que el entonces presidente Trump era moralmente y de facto responsable de los violentos sucesos, los cuales miró alegremente por televisión mientras acontecían. En realidad sucedió que a los senadores republicanos les tembló la mano para votar a favor del impeachment porque saben de la fuerza que tiene Trump dentro del partido Republicano. Es la fuerza social que tiene en el seno de una población que ha sido golpeada por el neoliberalismo, que tiene fuertes agravios provocados por el desempleo, la pérdida de sus viviendas y que ha creído que un liderazgo fuerte puede restaurar la declinante hegemonía del imperio estadounidense. El trumpismo es entonces un resultado auténtico de la crisis neoliberal. Trump tiene razón, esto apenas empieza.
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