Cien años después de su nacimiento, Juan Bosch pervive en su obra intelectual y vive en el corazón y la conciencia de Nuestra América.
Hay hombres que resumen en su vida las luchas y esperanzas de todo un pueblo. Uno de ellos fue el profesor Juan Bosch, notable intelectual y político dominicano, que falleció en 2001 y cuyo centenario se cumple el próximo 30 de junio.
Para las gentes de mi generación, su nombre fue todo un símbolo de la dignidad dominicana y latinoamericana, puesto que lideró la lucha contra la tiranía de Rafael Leonidas Trujillo, incluso con las armas en la mano, lo que le costó exilios y prisiones. En esos años fundó el Partido de la Revolución Dominicana (PRD). Más tarde, tras el ajusticiamiento del tirano, Bosch fue electo abrumadoramente como el primer presidente democrático de su patria. En tal condición, le tocó la dura tarea de iniciar la democratización y moralización de un país que durante tres décadas había vivido bajo una oprobiosa tiranía.
Durante los siete meses que duró su gobierno, promulgó una nueva constitución política, en la que se fijaron los derechos laborales, la libertad sindical, de cultos y de acción política. También se esforzó en cobrar impuestos para financiar un vasto programa de obras públicas y suspendió contratos lesivos al interés nacional, como uno suscrito con la petrolera norteamericana Esso Standard Oil para la construcción de una refinería.
Esas medidas golpearon a los rezagos del viejo régimen y en especial a la corrupta jerarquía militar trujillista, que derrocó a Bosch en septiembre de 1963 e impuso una Junta Militar. Pero a comienzos de 1965 se alzó contra esa Junta la oficialidad no contaminada del ejército, en busca de restaurar a Bosch en el poder. De inmediato el pueblo tomó las armas en apoyo de los militares constitucionalistas, estallando la “Guerra de abril”, en que las fuerzas democráticas arrinconaron a los golpistas de la Junta. Entonces, cuando todo anunciaba su triunfo, el gobierno de los EE. UU., presidido por Lyndon Johnson, envió 45 mil soldados para ocupar la República Dominicana y evitar, según dijeron, el surgimiento de “otra Cuba”.
Bosch inició un nuevo exilio y abandonó por el momento la acción política, para dedicarse a pensar y escribir. De aquel tiempo son dos de sus obras fundamentales: el ensayo sociológico “Composición social dominicana” y el ensayo histórico “De Cristóbal Colón a Fidel Castro, el Caribe, frontera imperial”, que vinieron a sumarse a sus varias y afamadas obras literarias. Porque Bosch fue, además de un gran luchador por la democracia, un notable literato y en especial un maestro del cuento.
En las décadas posteriores, Bosch volvería a la lucha política, como rival de Joaquín Balaguer, el heredero político de Trujillo. Para ello, rompió con el PRD y fundó el Partido de la Liberación Dominicana (PLD). Aunque no volvió a ganar una elección, a causa del estigma de “comunista” y el miedo del pueblo a una nueva intervención extranjera, formó a nuevos líderes políticos, como el actual Presidente dominicano Leonel Fernández, que ejerce ahora su tercer mandato.
Cien años después de su nacimiento, Juan Bosch pervive en su obra intelectual y vive en el corazón y la conciencia de Nuestra América.
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