"Queridos filósofos
queridos sociólogos progresistas
queridos sicólogos sociales
no jodan tanto con la enajenación
aquí donde lo más jodido
es la nación ajena"
Roque Dalton
queridos sociólogos progresistas
queridos sicólogos sociales
no jodan tanto con la enajenación
aquí donde lo más jodido
es la nación ajena"
Roque Dalton
Francisco Robles Rivera*
Ayer (lunes) mientras el nuevo presidente de El Salvador, Mauricio Funes, daba su primer discurso, a mi mente no dejaban de venir las imágenes de tantos y tantos muertos: Monseñor Romero, los jesuitas, los más de 60 mil salvadoreñ@s asesinad@s durante la guerra y los “incontables” muertos del modelo neoliberal.
Este nuevo presidente, y por primera vez de la mano del FMLN, asume el poder junto a una serie de destacad@s polític@s, académic@s e intelectuales salvadoreñ@s. La tarea, sin duda la más difícil de la historia del país: la puesta en marcha de “otro” modelo de desarrollo nacional, en tiempos de crisis estructural.
Luego de dos décadas de apuesta por el neoliberalismo, el país/modelo que recibe Funes es el de un “caso paradigmático” en las dinámicas de acumulación regresiva. El índice Gini coloca a El Salvador dentro del 20% de países con mayor inequidad en la distribución de la riqueza, con un 0,54. El promedio mundial es de 0,40 y el de América Latina de 0,41 (Social Watch, 2008). De acuerdo con el mismo informe, 113 mil empresarios se quedan con 75% de lo que producen 2.591.000 personas trabajadoras. (Social Watch, 2008).
Este modelo/país ha basado su “desarrollo” en la exportación de personas – más de un millón de salvadoreños viven en EE.UU- y la importación de remesas, que el año anterior representaron un 20% del PIB nacional. Asimismo, la apuesta ha sido, como señala el nuevo secretario técnico de la Presidencia, Alexander Segovia, por la “extranjerización de la economía” sustentada en las empresas transnacionales y las oligarquías “nacionales”.
Esta “extranjerización de la economía” ha favorecido, a través de la dolarización y el “no” discutido TLC, a 10 grupos empresariales (Cuscatlán –hoy Citi-; Banagrícola-hoy Bancolombia-; Banco Salvadoreño -hoy HSBC-; Banco de Comercio; Agrisal; Grupo Poma; Grupo de Sola , Grupo Hill, Grupo ADOC y Grupo TACA) “descendientes” de las 14 familias oligarcas y dueñas de El Salvador durante el siglo XX.
En este sentido, son grandes los retos para El Salvador: la (re)nacionalización de sus fuerzas armadas; los altos índices de pobreza en las zonas rurales; la migración; la inseguridad ciudadana; la soberanía alimentaria; el “estado” del medio ambiente, entre otros.
Un primer e importante paso es el anuncio de un nuevo plan en política social, a través del cual se pretende crear 100.00 empleos directos, una banca de fomento productivo, un sistema de garantías para los micro, pequeños y medianos empresarios, y un sistema de protección social universal.
A nivel internacional, el gobierno de Funes replantea un “giro geopolítico” para América Central y se une, junto con Guatemala, Honduras y Nicaragua, al bloque sudamericano: inmediatamente después de ser electo, se reunió con el gobierno de Brasil -y no EE.UU.- y afianzó acuerdos de cooperación en aéreas de salud, programas sociales, energía, comercio y economía con Venezuela. Asimismo, anuncia de inmediato la apertura de relaciones diplomáticas con Cuba, apuntalando aún más el bloque de “desconexión” frente al bloque de EE.UU., Costa Rica, México, Panamá, Perú y Colombia.
Si bien el contexto en el que asume Funes no es nada prometedor y mucho menos “libre” , se le otorga el beneficio de la duda… pues al decir de José Saramago “la ceguera también es eso, vivir en un mundo donde no existe la esperanza”.
Este nuevo presidente, y por primera vez de la mano del FMLN, asume el poder junto a una serie de destacad@s polític@s, académic@s e intelectuales salvadoreñ@s. La tarea, sin duda la más difícil de la historia del país: la puesta en marcha de “otro” modelo de desarrollo nacional, en tiempos de crisis estructural.
Luego de dos décadas de apuesta por el neoliberalismo, el país/modelo que recibe Funes es el de un “caso paradigmático” en las dinámicas de acumulación regresiva. El índice Gini coloca a El Salvador dentro del 20% de países con mayor inequidad en la distribución de la riqueza, con un 0,54. El promedio mundial es de 0,40 y el de América Latina de 0,41 (Social Watch, 2008). De acuerdo con el mismo informe, 113 mil empresarios se quedan con 75% de lo que producen 2.591.000 personas trabajadoras. (Social Watch, 2008).
Este modelo/país ha basado su “desarrollo” en la exportación de personas – más de un millón de salvadoreños viven en EE.UU- y la importación de remesas, que el año anterior representaron un 20% del PIB nacional. Asimismo, la apuesta ha sido, como señala el nuevo secretario técnico de la Presidencia, Alexander Segovia, por la “extranjerización de la economía” sustentada en las empresas transnacionales y las oligarquías “nacionales”.
Esta “extranjerización de la economía” ha favorecido, a través de la dolarización y el “no” discutido TLC, a 10 grupos empresariales (Cuscatlán –hoy Citi-; Banagrícola-hoy Bancolombia-; Banco Salvadoreño -hoy HSBC-; Banco de Comercio; Agrisal; Grupo Poma; Grupo de Sola , Grupo Hill, Grupo ADOC y Grupo TACA) “descendientes” de las 14 familias oligarcas y dueñas de El Salvador durante el siglo XX.
En este sentido, son grandes los retos para El Salvador: la (re)nacionalización de sus fuerzas armadas; los altos índices de pobreza en las zonas rurales; la migración; la inseguridad ciudadana; la soberanía alimentaria; el “estado” del medio ambiente, entre otros.
Un primer e importante paso es el anuncio de un nuevo plan en política social, a través del cual se pretende crear 100.00 empleos directos, una banca de fomento productivo, un sistema de garantías para los micro, pequeños y medianos empresarios, y un sistema de protección social universal.
A nivel internacional, el gobierno de Funes replantea un “giro geopolítico” para América Central y se une, junto con Guatemala, Honduras y Nicaragua, al bloque sudamericano: inmediatamente después de ser electo, se reunió con el gobierno de Brasil -y no EE.UU.- y afianzó acuerdos de cooperación en aéreas de salud, programas sociales, energía, comercio y economía con Venezuela. Asimismo, anuncia de inmediato la apertura de relaciones diplomáticas con Cuba, apuntalando aún más el bloque de “desconexión” frente al bloque de EE.UU., Costa Rica, México, Panamá, Perú y Colombia.
Si bien el contexto en el que asume Funes no es nada prometedor y mucho menos “libre” , se le otorga el beneficio de la duda… pues al decir de José Saramago “la ceguera también es eso, vivir en un mundo donde no existe la esperanza”.
*El autor es Relacionista Internacional y Magíster en Estudios Latinoamericanos de la Universidad Nacional de Costa Rica.
No hay comentarios:
Publicar un comentario