Con la incorporación de Ecuador, se fortalece grandemente el grupo y las puertas del ALBA quedan abiertas para nuevas incorporaciones en las que se han interesado otros países de la región.
(Fotografía: El Canciller ecuatoriano, Fander Falconi, confirmó la semana anterior el ingreso de su país al ALBA)
La recién anunciada integración de la República de Ecuador a la Alternativa Bolivariana para los pueblos de nuestra América (ALBA) que se oficializará el próximo 24 de junio confirma la relevante importancia que adquiere ese organismo de unión regional.
Durante la celebración en Venezuela del aniversario de la batalla de Carabobo, se realizará una reunión extraordinaria del grupo donde el presidente ecuatoriano Rafael Correa hará efectiva la entrada de su país al ALBA.
A paso lento, pero aplastante, se han ido uniendo naciones de América Latina a ese organismo integrador que ya cuenta con ocho miembros.
La primera mención al surgimiento de ese grupo surgió durante la III Cumbre de jefes de Estado y Gobierno de la Asociación de Estados del Caribe, efectuada en diciembre de 2001 cuando el presidente venezolano Hugo Chávez habló sobre un proyecto que uniera a las naciones de la región con una nueva voluntad política, económica y social.
Tres años más tarde, en 2004, durante un encuentro en La Habana, Chávez y el Presidente cubano Fidel Castro firmaron los documentos de la fundación del ALBA bajo el concepto de integración para el desarrollo independiente de América Latina y el Caribe, donde primara la colaboración y la solidaridad entre sus pueblos.
Bolivia se adhirió en abril de 2006, Nicaragua en abril de 2007, Dominica en enero de 2008, Honduras en agosto de 2008 y San Vicente y las Granadinas en abril de 2009.
Con la inclusión de Ecuador, el acuerdo involucra a una población de alrededor de 74 millones de personas con una superficie global de 2.536.000 kilómetros cuadrados y un Producto Interno Bruto aproximado de 461 000 millones de dólares.
El control hegemónico que durante décadas había mantenido Estados Unidos sobre todo el quehacer de las naciones latinoamericanas, y las políticas neoliberales impuestas por Washington mediante el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial (BM) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) han sido causas fundamentales del saqueo de las riquezas de la región en detrimento de las grandes mayorías.
Pobreza y miseria se han extendido por todo el hemisferio sur americano, lo cual ha sido motivo para que los pueblos del área se integren para sacar a sus países de la deprimente situación social en que se hallaban.
Aunque resulta innegable que nadie escapará a la crisis económica-financiera que vive el mundo, provocada y surgida en los países capitalistas desarrollados, el ALBA cuenta con instrumentos para enfrentar en parte sus efectos, basándose en principios de igualdad y privilegiando el desarrollo económico y social.
Si bien es cierto que el ALBA no tiene la capacidad de transformar estructuralmente el orden económico internacional, sí puede sentar nuevas bases de intercambio entre sus miembros que le permitan paliar ese vendaval y elaborar sus propias relaciones económicas.
Muchos han sido los avances obtenidos por la agrupación en los cinco años de fundada. El intercambio comercial entre sus países se incrementó en alrededor de 10 000 millones de dólares y sus miembros han podido solventar la crisis petrolera, que los hubiera hundido en un enorme déficit comercial, gracias a la política venezolana de brindar crudo a precios y créditos preferenciales a las naciones integrantes de PETROCARIBE.
En varias de esas naciones se han remodelado o están en proceso de construcción, refinerías petroleras que les permitirán producir derivados del crudo los cuales tienen elevados precios en el mercado internacional.
Numerosas empresas mixtas y convenios de colaboración se han establecido entre sus miembros que abarcan diferentes esferas económicas, sociales y culturales donde laboraran millones de ciudadanos y que han permitido reducir el índice de desempleo existente en casi todas esas naciones.
Empresas distribuidoras y comercializadoras de productos farmacéuticos; de manejo y preservación integral de aguas; exploración, explotación y refinación de crudo; producción de alimentos; centros de vigilancia epidemiológica; programas de alfabetización general; de producción de libros y la Universidad del ALBA, han sido impulsados con los llamados proyectos Grannacionales.
Está en marcha la instalación del cable de comunicación submarino que unirá a Venezuela con Cuba y que posteriormente se llevará a Nicaragua y el Caribe, así como funciona con éxito el canal Telesur que permite dar información fidedigna sobre lo que ocurre en los países de América y del mundo.
En el aspecto social, en varios de sus países se labora por sacar de las calles a miles de niños pobres ambulantes y llevarlos a centros de desarrollo infantil. Se incluyen programas de seguridad comunitaria, prevención de la violencia intrafamiliar y atención a las familias en situación de riesgo.
Los programas de alfabetización mediante el método cubano Yo Sí Puedo han permitido declarar a Venezuela y Bolivia libre de ese flagelo y Nicaragua piensa alcanzar esa categoría en los próximos meses.
Se creó el Banco del ALBA para ayudar al desarrollo económico y social de sus integrantes al proporcionarles créditos blandos sin tener que sufrir las presiones y políticas leoninas que imponen el FMI y el BM.
Ya está en camino la adopción de una moneda de intercambio que se ha denominado SUCRE la cual tendrá una significación especial para incrementar el comercio del grupo y a la vez irse separando del dólar en las transacciones regionales. Con la incorporación de Ecuador, se fortalece grandemente el grupo y las puertas del ALBA quedan abiertas para nuevas incorporaciones en las que se han interesado otros países de la región.
Retos y dificultades existen muchos, como tratar de aprovechar mejor la tierra y elevar la producción de alimentos entre sus miembros, pero el ALBA ha demostrando que el libre comercio y las privatizaciones no son capaces de generar los cambios sociales requeridos, y que con voluntad soberana se pueden erradicar los peliagudos problemas que viven millones de seres humanos en América Latina.
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