"Guatemala" en su conjunto nos regala a un Martí que, a pesar del importante espacio dedicado a la engrandecedora valoración de las riquezas y exotismos guatemaltecos, no ignora la obligatoriedad de la unión continental, las necesidades libertarias o el mestizaje como identidad común.
Hablar de latinoamericanismo, independentismo o antimperialismo como pilares ideológicos de una gran parte de la obra martiana, resulta fundamental en la exploración de su constante visión integracionista, cuyo eje principal se constituye sobre la búsqueda de concierto entre las naciones de nuestro continente, sostenida en la defensa de una identidad propia. Esta indagación de por sí implicaría –en su caso– el estudio en conjunto de una serie de realidades americanas bien determinantes para sus destinos futuros: geografía, sistemas económicos y políticos más acordes, complejidad racial, entre otros.
Dicha faceta de su creación cobraría una singular vitalidad en los textos de corte ensayístico, en los que quedaran más que subrayados sus urgentes intereses en los órdenes político y diplomático. Ensayos como Nuestra América (1891) o el discurso Madre América (1889), han devenido clásicos en cuanto al examen del pensamiento martiano, como modelos de una madurez intelectual y un mayor énfasis en la problemática americana. Sin embargo, desde fechas algo más tempranas ya son notables sus manifestaciones ideológicas en torno a lo que más adelante se concretaría como su ideario latinoamericano. Este sería el caso del texto Guatemala, completado entre finales del año 1877 y principios de 1878.
Guatemala surge como proyecto a raíz de la estancia de Martí en dicha tierra hacia el año 1877, luego de un primer asiento en México. Ambos países fungirían como los primeros destinos americanos visitados por él luego de haber sido deportado desde Cuba hacia España en 1871, y pasarían a ser las primeras experiencias de estudio de lo que luego se convertiría en un propósito por conocer la esencia americana y ampliar sus márgenes al resto del mundo. La concepción del documento contaría con la corrección y los trámites de impresión del amigo Manuel Mercado y de Ramón Uriarte, que fungía como embajador de Guatemala en México para esa fecha, y que colabora con el prólogo de la obra, en el que ya queda por sentado el papel de la literatura como la única vía eficaz hasta ese momento para el estrechamiento de los lazos interamericanos y donde por demás señala el papel destacado de Martí en este estudio consciente sobre su país y sobre la necesidad del conocimiento de las Repúblicas latinoamericanas como un todo. LEA EL TEXTO COMPLETO AQUI...
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