El representante principal de la primera potencia mundial visitará nuestras tierras, luego de ir a Brasil y a Chile. Para algunos es la visita del siglo y ya preparan las carrozas y los disfraces. Para otros es una visita funesta. Es la visita del gobernante que mantiene el bloqueo sobre Cuba, agrede a Venezuela y ha sembrado de bases militares al continente, afectando incluso a la “pacífica” Costa Rica.
"¡Que suave honor el andar del brazo, / brazo con brazo, del tío Sam!" - Nicolás Guillen
Durante esta semana el canciller de la republica ha sostenido reuniones en Washington para preparar la vista del presidente Barack Obama a nuestro país [en marzo], así como fortalecer lo que él califica en sus declaraciones como sellar una “alianza estratégica” con los Estados Unidos, en las áreas de seguridad regional, combate a la pobreza, comercio, migración y energía.
Frente a tales declaraciones y su múltiples significados una reflexión inicial sería la de clarificar la naturaleza de la relación a nivel internacional, hay relaciones entre aliados, pero hay también relaciones entre mandatorios y súbditos. El súbdito obedece instrucciones del superior, mientras que el aliado busca acuerdos con base a intereses comunes. ¿Qué somos nosotros?
Las lecciones de la historia
Históricamente, hemos sido y seguimos siendo un país dependiente, colonial. Desde tiempos inmemoriales nuestro destino como país ha estado sujeto a la voluntad de la potencia invasora o dominante. Tribus aztecas sometiendo y desplazando a los mayas y lencas; arcabuceros españoles masacrando a indígenas pipiles; filibusteros mexicanos de Iturbide, corsarios ingleses invadiendo nuestras costas, luego asesores militares estadounidenses garantizando el TLC, la ILEA y la Base Militar de Comalapa. Nos impusieron el idioma, la religión, la economía y el sistema político.
En relación con los Estados Unidos, en 1824 nuestros próceres intentaron anexarnos al “Norte revuelto y brutal.” (Martí). Luego ante el golpe del General Martínez de diciembre de 1931, optaron inicialmente por negarle el reconocimiento, y a partir del estallido de la Guerra Mundial en 1941, los Estados Unidos se establecieron como la potencia dominante. Han sido setenta años de dominación imperial aún vigente. Desde entonces, los Estados Unidos han respaldado a los diversos dictadores militares que han ensangrentado nuestra patria, desde Martínez hasta Romero en 1979.
Posteriormente ante el surgimiento de una poderosa insurgencia armada unificada en el FMLN, los Estados Unidos proporcionaron una colosal ayuda militar de contrainsurgencia para evitar el descalabro de regímenes títeres como lo fueron los de Magaña y Duarte, en los años ochenta del siglo pasado, e incluso estuvieron a punto de intervenir militarmente alegando el presidente Reagan que este era su “patio trasero.” Duarte llegó al colmo hasta de besar la bandera estadounidense, en un triste gesto de sumisión colonial.
Luego de doce años de guerra, los Estados Unidos se vieron obligados a permitir la firma de un acuerdo de paz, que modificó el sistema político pero a la vez fortaleció a la elite económica y le permitió transformarse en elite financiera. Y de nuevo, durante veinte años, de 1989 al 2009, los Estados Unidos dieron su respaldo a cuatro gobiernos de ARENA, que obedientemente impusieron un modelo neoliberal que ha hundido al país en su más grave crisis, porque desmontó diversos mecanismos históricos de compensación social y destruyó el eje agrícola, propiciando así una nueva fase de acumulación basada en la exportación esta vez de “mano de obra barata” hacia Estados Unidos. Hoy una tercera parte de nuestra población vive en el Norte y esto es un factor importantísimo y quizás determinante de nuestra realidad.
Hubo un presidente de ARENA que incluso para complacer a su “amigo en la Casa Blanca”, envió tropas a Irak. LEA EL TEXTO COMPLETO AQUI...
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