En el complejo mundo contemporáneo urge producir
conocimiento científico que explique los fenómenos contemporáneos, tanto sociales
como naturales, que atañen al hombre y su propia realización.
Abdiel Rodríguez
Reyes / Especial para Con Nuestra América
Desde Ciudad Panamá
Humberto Maturana acaba de publicar un artículo muy
interesante titulado: “¿Cuál es la contribución histórica de la noción de
autopoiesis?”, en Le Monde Diplomatique
(enero–febrero 2014). Señala que este concepto surge como respuesta a una
pregunta que le hiciera un estudiante en la Universidad de Chile, para explicar
la organización de los seres vivos a nivel molecular, allá en la década de
1960, cuando regresaba de Harvard con un doctorado en Biología, y asumió la
docencia como asistente. Luego sería Premio Nacional de Ciencias, 1994.
Han pasado 50 años desde que el científico Maturana
propusiera el concepto autopoieses, que luego lo actualizara junto a Francisco
Varela en el texto De Máquinas y Seres
Vivos. Autopoiesis: La Organización de lo Vivo (primera edición, abril de
1973). El término en mención es clave para las ciencias sociales, humanas y
naturales. Se refiere al vivir –no a la vida–, a la observación de “los
procesos moleculares que ocurren en todos los organismos, incluyendo los seres
humanos”. Habla del “vivir” de los seres vivos, esto no se limita al ser
humano. El mismo Maturana afirma que no es muy alegre transferir la autopoiesis
al mundo de las ciencias sociales tan escuetamente. Hay que considerar que
desde este ámbito del saber es prioritario hacer el análisis teniendo como
referente al ser humano y su entorno.
Dentro de los retos que tienen las ciencias sociales y
humanas, como también su propia pedagogía, está explicar los complejos procesos
que presenta el mundo.
Este cincuentenario del término acuñado por Maturana
concuerda con el inicio de una maestría convocada por la Facultad
Latinoamericana de Ciencias Sociales, en “metodología de la investigación en
ciencias sociales”, con un primer curso de epistemología de esta materia a
cargo de Miguel Ángel Candanedo y Pedro Pineda.
A nivel de la gestión del conocimiento, es imperante materializar
el esfuerzo de convocar una maestría que a su vez tenga como meta la producción
de conocimiento científico (libros, revistas especializadas) y la formación de
la comunidad de académicos investigadores que sustente ese conocimiento. Otro
aspecto no menos importante es que el financiamiento del proyecto solo estará
garantizado en la medida en que esté al servicio de la comunidad científica y
de la sociedad. La autopoieses
hace un llamado a las ciencias sociales y humanas para no
perder el norte de la interdisciplinariedad. En esa dirección la tarea es abrir
la realidad a las ciencias, puesto que puede haber ámbitos de la vida pública y
social que no han sido llevados a la reflexión ni elevados a ser objetos de su
estudio.
El ya clásico problema de la teoría general del
conocimiento no pierde vigencia en la contemporaneidad, a pesar de los muy
diversos enfoques para lograr la descripción, comprensión y teorización de los
nuevos fenómenos, sean sociales o naturales, y que, a pesar de ser sistemas cerrados,
tiene incidencia en el comportamiento general del vivir o de los organismos
vivos, entre ellos el ser humano.
En resumen, en el complejo mundo contemporáneo urge producir conocimiento científico que explique los fenómenos contemporáneos, tanto sociales como naturales, que atañen al hombre y su propia realización.
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