¿Qué turista o extranjero se
imaginaría que este pequeño país, cuyo crecimiento económico por más de una
década se ha mantenido cerca de un 9%, es uno de los países de peor
distribución de la riqueza en el mundo entero?
Carlos Pérez Morales* / Especial para Con Nuestra América
Desde Puerto Rico
El crecimiento de la desigualdad en Panamá. |
Muchas veces, cuando hablo con mis
amigos en Puerto Rico sobre Panamá, les digo: “tienes que ir, es muy bonito y
su gente es encantadora”. Cuando me preguntan sobre la economía les digo:
“fíjate que los panameños ni se han enterado que hay una gran crisis económica
mundial”.
Cuando el turista o extranjero llega
a la Ciudad de Panamá, se encuentra con una ciudad con ansias
metropolitanas. Desde antes de llegar -si
vas desde el aeropuerto de Tocumen-verás cómo los grandes edificios se
multiplican en el horizonte. Al llegar a
la urbe entrarás en un “tranque” automovilístico que no se mueve. Pero de
seguro te impresionará la Cinta Costera, avenida de circunvalación de la ciudad
frente al océano Pacífico, y más adelante te encontrarás con la estación del
metro, orgullo de Martinelli y envidia del resto de Centroamérica. Sobre el
Canal, ya te has enterado que los panameños lo están ampliando para dar cabida
a barcos más grandes, aunque éstos sean militares de USA.
Panamá es mencionada por algunos
como el Singapur de América; y llamada por otros país de crisol de razas, la tierra dividida y
muchos otros nombres.
¿Qué turista o extranjero se
imaginaría que este pequeño país, cuyo crecimiento económico por más de una
década se ha mantenido cerca de un 9%, es uno de los países de peor
distribución de la riqueza en el mundo entero? Lo que es peor, la brecha sigue
ampliándose entre los pocos que mucho tienen y los muchos que tienen muy poco.
Aunque el sector de los servicios es
el que más aporta a la economía del país, el mismo se ve amenazado por la
pobreza de la educación en los distintos niveles educativos del país. No se están capacitando los cuadros
necesarios para mantener este sector en pleno dinamismo económico.
Por su parte, el ingreso del turismo
ha aumentado, pero el ritmo de crecimiento no ha ido a la par con la
preparación especializada que requiere este renglón. Las distintas administraciones de Panamá no
se han preocupado por la preservación del patrimonio histórico edificado que
tanto atrae al turista. Muestra de esto
es el deterioro del Casco Viejo, el descuidado estado de muchas iglesias que
forman parte de ese pasado histórico colonial, el descuido y abandono total con
las maravillosas ruinas de Portobelo: el edificio de la aduana, el Fuerte San
Lorenzo y su iglesia con su Cristo Negro y no hablemos de la Ciudad de Colón.
El Tratado de Promoción Comercial
firmado con Estados Unidos ha afectado la agricultura, tal como lo
pronosticaron los economistas.
Actualmente Panamá importa muchos productos que antes se producían
localmente.
Pero el rasgo distintivo de su
economía es la desigualdad en la distribución del ingreso. Esta condición afecta mucho su desarrollo
social en áreas como la educación, la salud, la vivienda, el bienestar y la alimentación. Son cientos de miles los panameños que viven
en condiciones de pobreza y otros cientos de miles en condiciones de pobreza
extrema.
Ésta información no la brindo sin
conocimiento de causa. He viajado
extensamente por el Istmo y he visto esas marcadas diferencias. Como estudioso de la sociedad panameña he
consultado muchas fuentes que así lo acreditan. Una mirada profunda a los
Informes de la Contraloría, a la Encuesta de Niveles de Vida (ENV), la cual ya
no hacen por alegada falta de fondos (?), los estudios de la Comisión Económica
para América Latina (CEPAL) y los producido por la Organización de las Naciones
Unidas comprobarán lo que escribo.
La ENV que se realizaba cada cinco años, era utilizada
para medir los avances o retrasos que tienen los países en áreas como pobreza,
salud, educación, empleo entre otros aspectos.
¿Será que a la administración actual no le conviene políticamente?
La pobreza en que viven miles de
panameños ocurre con mayor extensión en el grupo de los campesinos de la zona
rural. También aparece en las Comarcas
indígenas y en los arrabales cercanos a las ciudades.
En Panamá, la pobreza tiene cara de
mujer. Este género, representado en gran
parte por aquellas que son jefas de familia, reciben un ingreso precario para
mantener a sus dependientes.
Durante los últimos años se ha
tratado de minimizar esta condición con programas de dádivas como el de cien a
los setenta (100 a los 70). Programas
como éste no son los adecuados para disminuir o eliminar la pobreza. Creando empleos suficientes para este grupo
poblacional atenderá mejor esta situación.
*El autor es docente jubilado de la Universidad de
Puerto Rico.
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