José Domingo Arias o
cualquiera de los candidatos de la oposición de los partidos tradicionales pueden
ganar en 2014. Pero el FAD y Jované están sentando las bases de lo que será una
lucha que se definirá más temprano que tarde. El país tiene que encontrar otro
camino que le permita a todos los panameños ser ciudadanos responsables y
productivos.
Marco A. Gandásegui, h. / Para Con Nuestra América
Desde Ciudad Panamá
Si José Domingo Arias
[Partido Cambio Democrático] es elegido Presidente de la Republica el 4 de mayo
hay un conjunto de escenarios posibles. Todos tienen tres factores comunes: Se
continuará con una política económica que empobrece a la población panameña. La
militarización extranjera continuará su ritmo. La embajada de EEUU seguirá
dirigiendo la política exterior del país.
Si Arias gana, podría
aparecer un primer escenario: El país se enfrentaría, casi de inmediato, a una
pugna interna entre el presidente saliente Martinelli y el nuevo mandatario. La
pugna generará una situación de ingobernabilidad que duraría todo el período.
Otro escenario es que Martinelli logre reemplazar a Arias con la
vice-presidente (la señora de Martinelli) mediante un acuerdo con otras fuerzas
políticas. Por último, Arias podría ganarle la mano a Martinelli utilizando los
recursos de la Presidencia y el apoyo de la embajada de EEUU.
¿Qué pasaría si gana un
candidato de la oposición de los partidos tradicionales? Ambos han dicho
durante la campaña que seguirían con la misma política económica que está
destruyendo el tejido del país. La militarización continuará su ritmo. El PRD y
el Partido Panameñista (1989-2009) firmaron los primeros acuerdos militares
post-invasión con Washington e impulsaron la construcción de 15 bases militares
por parte de EEUU. No hay razón para pensar que cambiaría el papel de la
embajada de EEUU en la definición de la política exterior del país.
El actual presidente
Martinelli impugnaría el triunfo electoral de la oposición. Pediría un
recuento, acusaría a los magistrados, a los partidos políticos y a los grupos
cívicos de una conspiración para montar el fraude. Buscaría apoyo en
Washington, del lobby israelí-conservador en la capital norteamericana, así
como de los grupos de extrema derecha que rodean a algunos gobernantes de la
región latinoamericana. Es muy probable que la embajada de EEUU le recordaría a
Martinelli que ellos no tienen amigos, sólo intereses. Un pronunciamiento de
este tipo neutralizaría cualquier maniobra por parte de los magistrados de la Corte
Suprema.
Ante una posibilidad
lejana de que triunfe el FAD, partido organizado por los obreros y otros
sectores progresistas de Panamá o la candidatura independiente y de izquierda
de Juan Jované, es probable que todos los partidos tradicionales se unirían
para buscar la manera de bloquear el ascenso de un gobierno de este tipo. El
FAD o Jované probablemente plantearían una reforma económica profunda.
Acabarían con las políticas del ‘goteo’ de los ideólogos neoliberales y
ejecutarían de una vez políticas de empleo productivo con los enormes
excedentes que arroja la operación del Canal de Panamá. Pondrían fin a la
militarización extranjera del país. Al mismo tiempo, recuperarían la política
exterior secuestrada hace 25 años por la embajada de EEUU.
En cinco años la
política económica basada en un plan de desarrollo nacional duplicaría la
riqueza convirtiendo a Panamá en el país más prospero de la región. Se
dispararían los indicadores de consumo y la tasa de ganancia capitalista
superaría la de los últimos diez años.
Un gobierno de este
tipo sería atacado como lo fue la Unidad Popular en Chile en la década de 1970,
el FMLN en Nicaragua y Venezuela a partir de 1998 hasta el presente. ¿Porqué?
La respuesta es sencilla. Los especuladores perderían los “sobre costos” que
suman miles de millones de dólares, se gobernaría con transparencia, se
eliminarían las subvenciones multi-millonarios para los importadores,
banqueros, promotores inmobiliarios y especuladores.
No se pondrían las
tropas de choque del SENAFRONT al servicio de los especuladores nacionales y
extranjeros que construyen con subvenciones estatales hidroeléctricas en las
comarcas de los pueblos indígenas. No se movilizarían soldados del SENAN para
atacar a las comunidades del golfo de Panamá cuyas islas (Pedro González es un
ejemplo) se han convertido en negocios turísticos ilegales de familias
rentistas que no se cansan de robarle tierras a los campesinos panameños.
Arias o cualquiera de
los candidatos de la oposición de los partidos tradicionales pueden ganar en
2014. Pero el FAD y Jované están sentando las bases de lo que será una lucha
que se definirá más temprano que tarde. El país tiene que encontrar otro camino
que le permita a todos los panameños ser ciudadanos responsables y productivos.
Las riquezas del país se están despilfarrando, creando fortunas sobre la base
de la especulación y, al mismo tiempo, lanzando a la calle familias
trabajadoras tanto en las ciudades como en el campo.
10 de abril de 2014.
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