El gobierno de la Revolución Ciudadana
se ha caracterizado por privilegiar el uso de las nuevas tecnologías de la
comunicación, pero la pregunta que hay que hacer es si quedará, en algún sitio
y para la memoria posterior, el material y los documentos necesarios para
emprender investigaciones seguras sobre esta época histórica.
Juan
J. Paz y Miño Cepeda / El Telégrafo (Ecuador)
Un experto internacional en medios
electrónicos sostiene que buena parte de la información sobre los siglos XX y
XXI podría perderse, porque los formatos en los que se respalda rápidamente
caducan y existe el riesgo de que los archivos antiguos no sean leídos por las
nuevas tecnologías. Con ello, añade, la historia de esta época humana se verá
afectada, pues no habrá fuentes para reconstruirla.
En varios congresos internacionales
sobre el tema, igualmente se ha discutido sobre los alcances y los riesgos de
la información sustentada en computadores. De una parte, es indudable que las
nuevas tecnologías de la comunicación han difundido materiales y conocimientos
a escala planetaria, permitiendo el acceso instantáneo a bases de datos e
informaciones. Además, el escaneado de documentos y su difusión ha permitido
ampliar las posibilidades de la investigación histórica.
Bibliotecas y archivos conservan los
originales de libros y documentos, y sobre ellos se realiza el escaneo para la
difusión electrónica. También suelen preocuparse por recopilar y mantener los
nuevos archivos electrónicos. Pero, de otra parte, uno de los temas más
sensibles es el de la información estatal y gubernamental, pues la
modernización de los sistemas administrativos en el Estado, si bien agiliza y
desburocratiza antiguos procesos, queda reducida al sistema informático de cada
institución u oficina y difícilmente se conserva o expone como material de uso
público o favorable para la investigación académica.
A modo de ejemplo, puedo exponer dos
casos: las Cartas de Intención de los sucesivos gobiernos ecuatorianos con el
FMI se hallaban en la página web de uno de los ministerios económicos de la
época del presidente Lucio Gutiérrez (2003-2005). Inmediatamente después de su
derrocamiento, esa información no se encuentra más. De igual modo, cabe
recordar que los informes presidenciales y también ministeriales durante los ocho
años de gobierno de la Revolución Ciudadana fueron presentados en formato
electrónico y varios de ellos inmediatamente subidos a las páginas web
institucionales. Pero duraron allí poco tiempo. Hoy es imposible tener esos
informes por vía electrónica, a fin de hacer cualquier investigación histórica.
Al parecer, tampoco fueron publicados, de manera que todo investigador, después
de cien años, cuando quiera tratar la época de la Revolución Ciudadana, como
hoy se hace con la Revolución de Independencia o con la Revolución Liberal de
1895, es posible que no logre reconstruir a fondo aquello que necesita y quizás
no logre tener nada en algunos campos. Es seguro que un nuevo gobierno optará
por cambiar páginas web y hasta por retirar informaciones gubernamentales del
presente.
El gobierno de la Revolución Ciudadana
se ha caracterizado por privilegiar el uso de las nuevas tecnologías de la
comunicación, pero la pregunta que hay que hacer es si quedará, en algún sitio
y para la memoria posterior, el material y los documentos necesarios para
emprender investigaciones seguras sobre esta época histórica.
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