En Chile este 25 de octubre la historia ha tocado las puertas del país, exactamente un año después de que la misma las había tocado por primera vez con motivo de la más grande marcha ocurrida con motivo de las grandes protestas de 2019.
Carlos Figueroa Ibarra / Especial para Con Nuestra América
Desde Puebla, México
En Chile este 25 de octubre la historia ha tocado las puertas del país, exactamente un año después de que la misma las había tocado por primera vez con motivo de la más grande marcha ocurrida con motivo de las grandes protestas de 2019. En efecto el 25 de octubre de 2019, 1.2 millones salieron a manifestar en Santiago y más de 3 millones lo hicieron en todo el país. El pasado domingo, aproximadamente 7 millones de chilenos acudieron a votar en el plebiscito para aprobar o rechazar la convocatoria a una asamblea constituyente que habrá de redactar una nueva constitución. El 79% de los votantes optaron por aprobarla y también porque que el órgano que la escriba, sea una convención en su totalidad electa sin la presencia de la clase política. Los candidatos/as de esa convención constituyente tendrán que ser ciudadanos/as y no integrantes de partidos políticos.
Se ha dicho que será difícil que la ciudadanía eluda a la partidocracia porque los requisitos para registrar candidaturas son difíciles de alcanzar sin una maquinaria electoral. Se observará entonces una negociación para que los partidos políticos accedan lanzar candidaturas ciudadanas además de lanzar a sus propios militantes disfrazados de ciudadanos/as. La votación del pasado domingo 25 de octubre evidenció una rebelión contra los partidos políticos que cuentan con ínfimo nivel de aprobación (2%) y también una sublevación contra las cúspides sociales del país. De las 345 comunas (municipios) que tiene Chile, el rechazo a hacer una nueva constitución solamente ganó en cinco comunas de las cuales tres (Las Condes, Vitacura y Lo Barnechea en Santiago) son los lugares de residencia de las élites adineradas.
Pese a la transición a la democracia es convencionalmente fechada en 1990 con la llegada de Patricio Alwyn a la presidencia, la constitución pinochetista fue dogal de hierro que permitía los atavismos dictatoriales y la reproducción neoliberal. Hoy la revolución chilena iniciada en el segundo semestre de 2019, ha iniciado el fin de Pinochet.
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