La sobrevivencia precisa el reconocimiento de una verdad dolorosa: NO HAY RAZAS PERO SI HAY RACISMO, acabar con él contribuirá a poner fin al odio infundado que lacera a la humanidad.
Cristóbal León Campos / Para Con Nuestra América
Desde Mérida, Yucatán. México.
El racismo se reforzó cuando con el fin de explicar la evolución humana se pensó la existencia de razas y se formularon teorías para explicar las llamadas diferencias entre cada una de ellas, una serie de hipótesis que con los años sirvieron como referente para el surgimiento de políticas segregacionistas y antihumanas, así como para la difusión de pensamientos y sentimientos xenofóbicos y etnocentristas, que derivarían en lamentables episodios de la historia humana, como fueron por ejemplo, el exterminio de millones de pobladores originarios de América, la esclavitud de los pueblos africanos, el genocidio judío a manos nazis, los asesinatos racistas en los Estados Unidos efectuados por el kukuxklán contra afroamericanos, las invasiones colonialistas europeas sobre occidente, al igual que la discriminación y violencia-despojo que hoy viven las culturas originarias y, al interior de las sociedades del mundo, la opresión que padecen las mujeres por considerárseles biológicamente “inferiores” a los hombres.
Particularmente en América Latina, la continuidad de las ideas y comportamientos racistas y discriminatorios persisten vulnerando la convivencia social. El exaltamiento de las diferencias entre seres humanos por su origen cultural o étnico es aún un rasgo necesario de combatir, hay todavía quienes por ignorancia o interés siguen hablando de la existencia de razas sin importarles que científicamente y en términos humanos es incorrecto hacerlo. Es una grave equivocación que hasta la fecha se continúe celebrando en el sistema educativo el llamado “Día de la Raza” refiriéndose al contacto entre el mundo europeo y el que posteriormente llamaríamos americano, obviando el genocidio que ello significó y el neocolonialismo extractivista que pesa ahora sobre los pueblos latinoamericanos, violentando su autonomía y autodeterminación mientras se devastan recursos naturales-humanos tan importantes para la vida en el mundo.
Los resabios coloniales que subsisten en el imaginario social los advirtió José Martí en su ensayo “Nuestra América” (1891) al mencionar que: “No hay odio de razas, porque no hay razas”. Ya es tiempo de replantearnos el mundo y erradicar las ideas-acciones discriminatorias, debemos reconocer la raíz del mal y extirparla aunque eso signifique cambiar incluso la idea de humanidad que hasta hoy tenemos. La sobrevivencia precisa el reconocimiento de una verdad dolorosa: NO HAY RAZAS PERO SI HAY RACISMO, acabar con él contribuirá a poner fin al odio infundado que lacera a la humanidad.
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