A pesar de su ceguera ante las cuestiones de género, saludo la encíclica y deseo que los poderosos escuchen esta voz que reclama por los más silenciados, por aquello y aquellas que no cuentan en las leyes del mercado.
Carmiña Navia Velasco / eclesalia.net
1. Llamado al Amor y a la Amistad Social
Francisco insiste en la necesidad de construir una civilización del amor. Un mundo en el que se practique lo que él denomina amor y amistad social… es decir una sociedad en la que no se excluya y no se niegue a nadie su derecho a vivir dignamente y a realizarse como persona. Para que este llamado no se quede en un idealismo etéreo, se hace necesario que la economía y la política se organicen de tal manera que posibiliten e impulsen un reparto equitativo de los bienes de la tierra entre toda la humanidad. El autor insiste en que todo hombre y mujer sin distingos de condiciones o lugares de nacimiento tiene derecho a acceder a un destino de realización y felicidad.
Para sustentar este llamamiento se inspira en la parábola del buen samaritano (Lucas 10, 25-37), que decodifica paso por paso iluminando lo que constituiría esa amistad social que trasciende fronteras y cercanías. Plantea que el Evangelio de Jesús, es eso: Un llamado a la fraternidad universal. Insiste también en que es necesario que ese amor se convierta en voluntad política que permita organizar el poder y los recursos sociales a su servicio. Llama entonces a los líderes del mundo a deponer sus ambiciones personales y generar de veras el bien común, horizonte último del quehacer político.
Veamos sus palabras:
“A partir del amor sociales posible avanzar hacia una civilización del amor a la que todos podamos sentirnos convocados. La caridad con su dinamismo universal, puede construir un mundo nuevo porque no es un sentimiento estéril, sino la mejor manera de lograr caminos eficaces de desarrollo para todos. El amor social es una fuerza capaz de suscitar vías nuevas para afrontar los problemas del mundo hoy y para renovar profundamente desde su interior las estructuras, organizaciones sociales y planteamientos jurídicos” .[Numeral 183]
2. Denuncia del sistema neoliberal
Para despejar el camino hacia esa organización social-mundial, Francisco plantea que es necesario tomar distancia y superar la economía neoliberal que rige en Occidente. Realiza una denuncia valiente y fuerte de esta ideología individualista y atropelladora en que nos movemos. Insiste en la necesidad de no dejarnos convencer de que el neoliberalismo es el único camino posible.
Ya he leído alguna crítica que lo tilda de “comunista”, demostrando las soluciones fundamentalistas y polarizadas fáciles que él mismo denuncia. Bergoglio se mueve muy lejos del comunismo. Inscribe todo su discurso, en lo más granado y puro de la Doctrina Social de la Iglesia y plantea en consecuencia que la propiedad privada tiene límites y que sobre ella pesa una hipoteca social, que es imprescindible tener presente. Insiste entonces en que el sistema neoliberal al absolutizar el mercado como el horizonte en el que se solucionarían todos los conflictos, lo que hace es atropellar la dignidad de los menos favorecidos y negar a los pobres y a los países menos desarrollados la posibilidad de superar su situación de grave atraso y pobreza. Muestra cómo el neoliberalismo logra despojar de su fuerza de trabajo a millones de seres en el mundo, desconociendo radicalmente su derecho a la vida.
Se trata de una crítica lúcida y valiente que ilumina otras posibilidades de organización y otros horizontes a los cuales tender.
3. Migración
Un aspecto que es importante señalar es que el Papa tiene todo el tiempo presente en su discurrir a los millones de migrantes que buscan cada día salir de sus países de origen en los que no encuentran posibilidades, para tocar las puertas de los países ricos en los que aspiran a encontrar un refugio para sí y sus familias. Sitúa las constantes migraciones como uno de los grandes dramas de nuestra época.
Su posición es dura contra los países ricos y para ello recurre a algunos de los planteamientos de los padres de la iglesia, en el sentido de que si unos tienen tanto de sobra es porque han despojado a otros de lo que les pertenece. En el numeral 119, cita a Gregorio Magno: Cuando damos a los pobres las cosas indispensables no les damos nuestras cosas, sino que les devolvemos lo que es suyo.
Interpela sin ninguna vacilación a los países del mundo rico, especialmente Europa y Norteamérica, para que abran sus fronteras, simplifiquen visados y papeles, de forma que las gentes del sur puedan llegar más fácilmente a buscar su vida y sus sueños en otros lares y se sientan verdaderamente acogidos. Enfáticamente llama a las organizaciones internacionales a que realicen una opción eficaz por los menos favorecidos.
4. Ecumenismo
El horizonte papal es igualmente un ecumenismo de brazos abiertos y acogida desde el fondo del corazón. Uno de sus principales interlocutores es el Gran Imán Ahmad Al-Tayyeb y con él, el mundo del Islam. Pero al final de su recorrido, explicita haber sido motivado e interpelado en su reflexión por Martin Luther King, Mahatma Gandhi, Desmond Tutu… a quienes convoca a su página como antecesores en estos temas, que reconoce y admira. Les atribuye un horizonte similar al suyo. Del mismo modo llama a la unidad de las tradiciones espirituales, reconociendo que aceptamos un único Dios, al que nos acercamos de distintas maneras y por distintas vías.
5. Mujer
Aquí encuentro yo la gran ausencia de la encíclica que por otro lado, me parece estupenda. Definitivamente en el horizonte del Papa Francisco no existimos las mujeres, ni nuestras causas, ni nuestras marginaciones. Es claro que las mujeres, especialmente en el mundo pobre, son las más excluidas y las más carentes. Es claro que entre los migrantes de América Latina, la mayoría son las mujeres que viajan hacia Europa para enviar dinero a sus hijos, compañeros o padres… mujeres que tendrán que asumir en sus nuevos destinos los trabajos más duros, más difíciles… los que las gentes del norte no quieren realizar.
En este mundo de injusticias le faltó señalar la prostitución como una de las mayores explotaciones que soportamos en medio de dinámicas excluyentes. En este mundo de migraciones masivas no precisó que la trata de personas, es el pecado máximo de nuestras sociedades.
También olvidó Francisco el camino económico que hacia el amor social, nos señalan las mujeres desde esa economía en la que ellas son pioneras y especialistas: la economía del cuidado. Las y los economistas que han profundizado en esta realidad que habita el mundo -en medio de los estragos del neoliberalismo- plantean que se trata de una práctica inspirada en valores de solidaridad, fraternidad, sororidad… que puede transformar el mundo. Una práctica que puede servir de modelo e inspiración para nuevas formas de relacionamiento y organización socio-política.
A pesar de su ceguera ante las cuestiones de género, saludo la encíclica y deseo que los poderosos escuchen esta voz que reclama por los más silenciados, por aquello y aquellas que no cuentan en las leyes del mercado.
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