sábado, 1 de mayo de 2021

Vietnam, símbolo de una era

 El síndrome de la derrota de Vietnam melló la imagen que los estadounidenses tenían de sí mismos como nación libertadora y vencedora. A partir de entonces el prurito de la nación invencible se vino abajo, y el ejemplo heroico de Vietnam cundió por el mundo.

Rafael Cuevas Molina/Presidente UNA-Costa Rica


El 30 de abril de abril de 1975 Saigón, hoy ciudad Ho Chi Minh, fue liberada por el Frente Nacional de Liberación de Vietnam (el Viet Cong), poniendo término a una guerra devastadora en la que los Estados Unidos utilizó las armas más depredadoras que tenía a su alcance, dejando tras de sí una estela de destrucción y muerte, en la que no solo el país agredido sufrió la pérdida de vidas humanas, cerca de 5,7 millones de muertos, sino también la potencia agresora, que llegó a tener cerca de medio millón de soldados en el terreno.

 

La imagen de los últimos ocupantes de la embajada norteamericana escapando precipitadamente en un helicóptero desde la azotea del edificio dio la vuelta al mundo, y se convirtió en símbolo de la era de las luchas de liberación nacional que se emprendieron en lo que en ese tiempo se conocía como el Tercer Mundo. 

 

Época convulsa pletórica de esperanzas y heroísmo, en la que la perspectiva de un mundo mejor estaba marcada por la aspiración a construir el socialismo a través de la lucha sin cuartel contra el imperialismo, principal sostén de regímenes títeres encabezados la mayoría de las veces por fantoches corruptos y crueles. 

 

Es en esta era cuando surgen, como íconos de rebeldía y resistencia, figuras como las de Ernesto Che Guevara, Patricio Lumumba y Ho Chi Minh, cada uno enmarcado en las guerras de liberación de América Latina, África y Asia.

 

La guerra de Vietnam fue larga y devastadora, primero contra el ejército colonialista francés, desde 1946, y luego contra el imperialismo norteamericano, desde 1964. Para los Estados Unidos, la guerra de Vietnam fue una herida abierta que llevó a la eclosión de movimientos antibelicistas, anti intervencionistas y pacifistas que derivaron en movimientos contraculturales juveniles sublevados contra el modo de vida burgués que les esperaba como destino generacional.

 

Pero el movimiento de solidaridad con Vietnam y de rechazo a la guerra imperialista trascendió las fronteras del país agresor, y se convirtió en uno mundial con ribetes anticapitalistas que cimbró los cimientos de la sociedad surgida en Europa y los estados Unidos después de la Segunda Guerra Mundial.

 

En Francia, en Checoslovaquia, en México, la juventud salió a las calles en manifestaciones multitudinarias, especialmente en el año 1968, teniendo a la guerra de liberación nacional de Vietnam, y el rechazo a la intervención estadounidense, como una de sus banderas principales. Junto a las ya icónicas imágenes de la fotografía del Che (recién asesinado en Bolivia en 1967) tomada por Alberto Díaz (Korda), flameaba la estrella solitaria sobre fondo rojo (color emblemático del movimiento comunista internacional) de la República Democrática de Vietnam.

 

La derrota de Vietnam marcó indeleblemente a los Estados Unidos. Después de haber emergido como la primera potencia global después de la Segunda Guerra Mundial, y habiendo hecho el máximo esfuerzo de todo su potencial bélico, salió derrotado por un pueblo pobre y sin riquezas naturales que solo contaba con su determinación de vencer y la solidaridad del campo socialista. El síndrome de la derrota de Vietnam melló la imagen que los estadounidenses tenían de sí mismos como nación libertadora y vencedora. A partir de entonces el prurito de la nación invencible se vino abajo, y el ejemplo heroico de Vietnam cundió por el mundo. Las guerras de liberación nacional de Centroamérica, por ejemplo, estuvieron marcadas por la victoria vietnamita que, ese 30 de abril de 1975, quedó emblemáticamente inmortalizada en la fotografía de los miembros de la embajada estadounidense escapando por la azotea, e hizo cundir por el Tercer Mundo la consigna de “¡Si Vietnam venció, nosotros venceremos!”

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