El país enfrenta una batalla similar a las de otras naciones africanas.
Carolina Vásquez Araya / https://carolinavasquezaraya.com
Pero eso no sucede. El sistema político-económico al cual se ha condenado a nuestro continente y cuya cauda ha sido la eliminación de líderes, la imposición de dictaduras de extrema derecha (obvias o disimuladas) y la miseria para las grandes mayorías, ha sido perfeccionado a tal extremo que sus consecuencias pasan inadvertidas tras los manidos argumentos de la “inversión extranjera” como la gran panacea para alcanzar el desarrollo. Esta falacia se repite en todos los discursos, cubriendo la extensión completa del abanico político.
El escenario de El Estor, en Guatemala, es uno de los ejemplos más representativos de este escenario de explotación cruda y sin paliativos. Se militariza la zona de explotación minera, se establece un estado de sitio, se criminaliza toda acción comunitaria, se reprime a la prensa y se dedica el apoyo incondicional de la fuerza pública a la tarea de “limpiar el terreno” para evitarle inconvenientes a las compañías suiza y rusa que se han adueñado de él, con la plena colaboración de los 3 poderes del Estado.
Las imágenes de la explotación y saqueo de las “tierras raras” de El Estor son pavorosas. Pero esto no es nuevo ni desconocido en otras regiones de ese país, caracterizado por sus increíbles paisajes y sus enormes recursos naturales. Guatemala ha sido secuestrada por su cúpula empresarial con la complicidad de una casta política tan podrida como aquellas que condenaron al África a ser ejemplo de miseria, muerte y aniquilación de su patrimonio. La búsqueda de minerales valiosos representa una condena a muerte para uno de los países más bellos del continente. Pero eso no es todo: esa colonización, por parte de las grandes corporaciones, no deja nada para los dueños de la riqueza; solo deja la prostitución de sus entes políticos y a una sociedad enmudecida, temerosa y sometida a la violencia cotidiana.
En las redes sociales se ha podido observar a la Policía Nacional Civil -una fuerza represiva que no aporta seguridad a la ciudadanía, por ser otro de los entes más corruptos- trotando como perros amaestrados a la par de las enormes góndolas de la compañía minera, mientras en el resto del país las pandillas y las organizaciones criminales operan a su antojo. El desempeño de las autoridades, empezando por el más débil, inmoral y corrupto de los presidentes de la región, está centrado en el saqueo de lo poco que va quedando en Guatemala, después de una larga cadena de administraciones caracterizadas por su comportamiento delictivo.
Los pobladores de El Estor -que, por cierto, es uno de los más bellos parajes de esa nación centroamericana- viven en un ambiente de represión y temor por el solo hecho de oponerse a la destrucción de su entorno, al robo descarado de sus recursos y a la represión injusta impuesta por el gobierno. Amparada por una sentencia de la Corte de Constitucionalidad, la cual en 2020 ha declarado suspendidas las operaciones de la minera, la comunidad de El Estor exige, en su pleno derecho, el retiro de la compañía minera y el cese de los operativos represivos impuestos por el gobierno de manera inconstitucional. Es importante señalar que el operativo de esas compañías descansa, al parecer, sobre un convenio ilegal e ilegítimo, cuyo único propósito es engrosar los bienes mal habidos del mandatario y su pandilla.
Lo único que dejarán las operaciones mineras es destrucción, más miseria y menos agua.
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