Sin duda la situación política en Nicaragua de cara al proceso electoral del 7 de noviembre de 2021 se ha tensado en las últimas semanas. Especialmente por aquellos sectores opositores que desde las posiciones de la derecha radical antisandinista impugnan y tratan de deslegitimar a la democracia nicaragüense.
Adalberto Santana / Para Con Nuestra América
Desde Ciudad de México
En ese contexto donde se difunde muy poco o casi nada de las opiniones de los dirigentes sandinistas y de los partidos políticos de la oposición cívica que participa en el proceso electoral. De tal manera, que poco se conoce a nivel latinoamericano y mundial. Los medios de comunicación hegemónicos, vierten en mayor medida las expresiones de los sectores de la oposición radical de la derecha nicaragüense, la cual es también alentada por los intereses de la Casa Blanca. Por ejemplo, se reitera como consigna que en Nicaragua hay una dictadura. En ese contexto del discurso de la derecha política regional, se reitera y equipara que en Nicaragua, Cuba, Venezuela y Bolivia hay una dictadura comunista. Incluso los sectores más radicales de la ultraderecha latinoamericana también incluyen al gobierno de México, Argentina y Perú. En el fondo lo que lleva esa postura es identificar al conjunto del bloque de partidos políticos de la izquierda latinoamericana, en un mismo discurso. Es decir, se busca descalificar y estigmatizar a aquellos gobiernos progresistas que llegaron al poder en sus respectivos países por la vía electoral. Para esas corrientes de opinión su mayor calificativo es designarlos como dictaduras de corte comunista.
Lo más débil de ese discurso propio de los años de la guerra fría, es que hoy en América Latina y el Caribe lo común es el desarrollo de la democracia electoral y participativa, donde las fuerzas de izquierda, derecha o centro, se disputan el voto de la mayoría de la población. En esa contienda electoral el proceso más inmediato es el de Nicaragua, y posteriormente se desarrollará en Chile y Venezuela en el mismo mes de noviembre de 2021.
En el caso de la patria del poeta Rubén Darío, la jornada electoral se desarrollará el domingo 7 de noviembre. Ahí participan seis partidos políticos, el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) y cinco de oposición: Liberal Constitucional, Camino Cristiano Nicaragüense, Alianza Liberal Nicaragüense, Alianza por la República y Liberal Independiente. Las encuestas en un electorado cercano a los 4.3 millones de habitantes apuntan que más del 55% del electorado, se incline por el FSLN. Objetivamente en Nicaragua en nuestros días persiste una democracia plural. A diferencia de la dictadura de Anastasio Somoza, quien estaba respaldado por Washington. En tanto que el comandante Daniel Ortega formó parte de un ejército popular que tomó el poder en 1979. De 1985 a 1990 fue presidente por primera vez, pero entre 1989 y 2006 perdió tres elecciones frente al bloque que ahora intenta retomar las riendas en Nicaragua. Sin embargo, para los sectores de la derecha radical, Ortega es un dictador. Para esos sectores antisandinistas se niegan a reconocer al FSLN como la fuerza política mejor organizada y con el mayor respaldo popular del país centroamericano.
Incluso en los medios de información hegemónicos circula la versión de los integrantes del bloque de la derecha radical, de que en los disturbios de 2018 en Nicaragua, se intentaba un cambio de régimen y no que era un intentó de esos sectores conservadores de dar un golpe de Estado para derrocar a Ortega. Por ejemplo, no se menciona que el mayor número de víctimas en aquellos acontecimientos fueron simpatizantes sandinistas y no de la oposición. Así, los sandinistas han gobernado por decisión de las mayorías en Nicaragua desde 2007. Es decir, a lo largo de tres periodos ininterrumpidos (el tercero concluye en 2022). Incluso esa misma derecha radical no cuestiona que en Alemania, la canciller conservadora Ángela Merkel, ha gobernado más de 16 años y no precisamente a través de una democracia directa.
Los adversarios y enemigos de la democracia en Nicaragua, también conspiran con organismos como la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID, por sus siglas en inglés) y la Fundación Nacional para la Democracia (NED). Desde Washington se financia a una gran variedad de organismos políticos y periodísticos de la derecha nicaragüense, con el fin de eliminar del poder al presidente Ortega Saavedra. Es decir, tal financiamiento obedece a los intereses de la Casa Blanca. En el fondo pensemos que el interés estratégico de los sucesivos gobiernos de los EU, sean republicanos o demócratas, es el emplazamiento del territorio de Nicaragua como la vía más idónea para la construcción de un canal interoceánico. Entre el gran lago de Granada o Cocibolca y el litoral del Pacífico, dista únicamente una distancia de 18 km. Con la tecnología de la ingeniería moderna eso no es un obstáculo para los intereses canaleros. Su contradicción es no tener la influencia y la subordinación de un gobierno sometido a los intereses de EU, como lo fue la dictadura de Somoza.
Otro enemigo de la democracia en Nicaragua, es la Organización de Estados Americanos (OEA). Pensemos que en el “ministerio de las colonias” están enfrentados dos bloques: el de la izquierda y el de la derecha, porque el escenario político latinoamericano así se ha perfilado. En los últimos tiempos, bajo el liderazgo de Luis Almagro, su secretario general, la OEA ha favorecido a los gobiernos y movimientos de derecha. El mejor ejemplo de esto se vio cuando intervino directamente en el golpe de Estado contra el presidente boliviano Evo Morales. Este posicionamiento lo está repitiendo con Nicaragua al condenar la supuesta tiranía del régimen sandinista y la detención legal de sus opositores. En suma, la OEA, por medio de su secretario general, apoya a la derecha radical latinoamericana y, en particular, a la ultra derecha nicaragüense.
La campaña mediática contra Nicaragua, por parte de las agencias hegemónicas ligadas al imperio, no mencionan que ese país es el más estable de la región centroamericana. Son pocos los migrantes irregulares nicaragüenses que cruzan México rumbo a los Estados Unidos. Básicamente, los migrantes centroamericanos son de Guatemala, Honduras y El Salvador. Otro dato que pasan por alto es que, en años recientes, el nivel de vida de la población nicaragüense se ha elevado en comparación con el que tiene la población de otros países de la región. Incluso Estados Unidos reconoce que el Ejército de Nicaragua (antes Ejército Popular Sandinista) ha combatido al narcotráfico mejor que ningún otro ejército de toda la región latinoamericana. Otro indicador es que el gobierno sandinista ha podido contener la pandemia a tal grado que ha habido menos de 210 decesos a consecuencia de la Covid-19 (Johns Hopkins University, 03-11-21). Éstos son algunos datos que demuestran que en Nicaragua se vive una estabilidad política y social que los sectores conservadores del país y los intereses estadounidenses buscan destruir, para así debilitar y aislar el poder del sandinismo y apoderarse nuevamente de Nicaragua como lo hizo a mediados del siglo XIX cuando impuso como presidente a un filibustero estadounidense como William Walker. Filibustero que finalmente por la unidad centroamericana fue derrotado y fusilado en el Puerto de Trujillo, Honduras, el 12 de septiembre de 1860. Así, con ese hecho nació la idea de la unidad latinoamericana contra el Destino Manifiesto. Por ello, de nueva cuenta en Nicaragua la gesta de Sandino sigue viva y el 7 de noviembre seguramente seguirá latente con la consigna: “Patria Libre o Morir”.
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