Adalberto Santana / Para Con Nuestra América
Desde Ciudad de México
La ofensiva quirúrgica realizada por Moscú, ha ido cumpliendo en el corto plazo con los objetivos estratégicos planteados. Si se prefiere Rusia no ha desatado una guerra declarada entre Rusia y Ucrania. Es decir, no ha buscado enfrentar a dos pueblos históricamente hermanados por la historia, la cultura, la religión y la política. Lo que ha hecho es lanzar una ofensiva político-militar para frenar los intentos de los EU y la Organización del Tratado de la Alianza Atlántica (OTAN), de querer seguir construyendo un gran cerco militar para asfixiar a Rusia y subordinar a las pequeñas y débiles naciones de Europa del Este (esencialmente las que el siglo pasado formaron parte del Tratado de Varsovía). Pero también a la vez como lo ha planteado el presidente ruso, es enfrentar a las hordas de neofascistas que han sembrado el terror contra la población civil en la región de Donbás generando esos grupos ultraderechistas y ultranacionalistas una guerra étnica contra la población de origen ruso en Ucrania. Estos grupos paramilitares que han sido integrados al Ministerio de Asuntos Interiores, son el Batallón Azov, Pravy Sector (Sector Derecho) y Svoveda (Bóveda) entre otros. Conviene recordar que las fuerzas que respaldan al gobierno de Zelensky (un actor cómico que ganó con el 73% de la votación en 2019 y que hoy su popularidad ha descendido enormemente), “declararon como día de conmemoración oficial del nacionalismo ucraniano el día del cumpleaños de Stepán Bandera, el líder nacionalista que batalló contra la URSS y colaboró con los nazis a mediados del siglo pasado” (La Jornada, 25/02/22).
Con el decreto que firmó el presidente Vladimir Putin el 21 de febrero, reconoció la independencia y la soberanía de la República Popular de Donetsk (RPD) y de la República Popular de Lugansk (RPL). Con esas dos repúblicas a la vez firmó tratados de amistad, cooperación y asistencia mutua. Lo cual implicó abrir relaciones diplomáticas y ayuda militar. Hay que traer a la memoria que el gobierno de Rusia buscó antes del 24 de febrero de 2022 llegar a acuerdos con EU y la OTAN sobre el conflicto en Ucrania. Particularmente cuando Washington y otras naciones de Europa occidental siguen enviando enormes cantidades de armas al gobierno de Volodimyr Zelensky y ha reiterado como lo ha señalado Joe Biden: “Nuestro compromiso con el artículo 5 (de la OTAN) es férreo. He ordenado el despliegue de tropas adicionales para aumentar nuestras capacidades en Europa en apoyo de nuestros aliados de la OTAN”.
Incluso esa agresividad de la Casa Blanca se ha manifestado con la presencia de militares estadounidense en Rumania y Polonia. Así, una nueva información señala que 150 soldados puertorriqueños son enviados a esos países europeos y no se descarta que muchos “latinos” sean incorporados a las tropas estadounidenses en Europa. Esa ha sido política muy común de las grandes potencias occidentales en sus guerras que a lo largo de la historia han emprendido fuera de sus territorios.
A la par de esa ofensiva militar de EU y la OTAN de utilizar al gobierno de Ucrania como un peón de su estrategia contra Rusia, también ha lanzado toda una guerra mediática que ha puesto al presidente Vladimir Putin y al gobierno ruso, como los enemigos a vencer por el llamado “mundo libre”. Cuestión donde diversos gobiernos se han plegado a las orientaciones de Washington. Tal es el caso latinoamericano, donde el llamado ministerio de las colonias, es decir, la Organización de Estados Americanos (OEA), rápidamente se insertó en esa política intervencionista instrumentada por el gobierno de Joe Badin. Así, el pasado 25 de febrero, 21 países miembros de la OEA, se sumaron a una declaración de condena a la operación militar especial de Rusia en Ucrania, exigiendo su repliegue. Declaración firmada entre otros por los gobiernos conservadores de Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Guatemala, Panamá, Paraguay, República Dominicana y evidentemente los EU y el autoproclamado “gobierno venezolano” de Juan Guaidó. Contradictoriamente también se doblegaron a la política intervencionista de EU y la OEA tres gobiernos progresistas como el de Honduras, México y Perú. En tanto que Argentina, Brasil, Bolivia, El Salvador, Nicaragua, Uruguay no firmaron esa declaración. A la vez de que los gobiernos de Cuba y Venezuela que no forman parte de la OEA, han tomado una posición mucho más sensata frente a ese conflicto militar posicionándose a favor de Rusia y para nada subordinados a las políticas intervencionistas de los EU y la OTAN.
Otras naciones en el mundo entre otras como Irán, Siria, Armenia, Bielorrusia, Kazajistán, Kirguistán y Tayikistánentienden que Rusia tiene que defenderse frente a las embestidas que enfrenta por las políticas militaristas de EU y la OTAN. Por supuesto también la República Popular China la otra gran potencia aliada de la Federación Rusa, se inserta en el camino de la paz. Tal como lo manifestó el presidente Xi Jiping en una conversación con su par ruso al señalar: “La parte china apoya al lado ruso en la solución de la cuestión a través de la negociación con la parte ucraniana, dijo Xi, y agregó que China ha sido coherente en su posición básica sobre el respeto a la soberanía y la integridad territorial de todos los países y de adhesión a los propósitos y principios de la Carta de las Naciones Unidas” (Xinhua, 25/02/22). Otro país europeo que sufrió las más grandes agresiones militares de la OTAN como Serbia, ha manifestado por medio de su presidente Aleksandar Vucic que "(Rusia) Son los únicos que no nos impusieron sanciones en los años 90. Eso no lo podemos olvidar en las relaciones diplomáticas". Agregando a su vez, “Vamos a guiarnos por nuestros intereses nacionales al considerar la necesidad de sanciones y ahora mismo creemos que imponer sanciones a la Federación Rusa contraviene estos intereses vitales" (Europapress, 25/02/22).
Sin duda, el mejor escenario para los pueblos hermanos de Rusia y Ucrania, es llegar a una negociación diplomática en su nación hermana como es Bielorusia. El punto central de esa negociación debe ser establecer la paz y alejar a EU y a la OTAN de su intervención en esa región de Europa del Este. En otras palabras el ex presidente boliviano, Evo Morales, claramente lo ha puesto de manifiesto cuando ha declarado que: “La OTAN es una seria amenaza a la paz y a la seguridad internacionales, su historia de invasiones y agresiones lo demuestran. Ahora su pretensión expansionista es una de las grandes responsabilidades de la situación en Ucrania”.
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