En octubre de 1962, la posibilidad de una guerra
nuclear en el planeta ensombrecía cualquier análisis previo que aceptara cierta
racionalidad, si es que es posible hablar de racionalidad en un conflicto de
este tipo.
Sergio Rodríguez Gelfenstein /
Especial para Con Nuestra América
Desde
Caracas, Venezuela
Fidel Castro (centro) supervisó las tareas de preparación militar en la crisis de octubre de 1962. |
La delegación militar soviética que fue
a Cuba regresó con la aprobación de Fidel Castro para dar
inicio a la Operación Anadir. Así, se organizó una nueva reunión de la más alta
instancia del Comité Central del Partido Comunista, la que se llevó a cabo el
10 de junio de 1962.
Uno de los asistentes a
la reunión, el Mariscal Biriuzov Jefe de las Tropas Coheteriles Estratégicas
quien había formado parte de la delegación que visitó Cuba, manifestó que las autoridades cubanas
consideraban que con su decisión estaban apoyando la posición soviética, a ello
le daban más valor que a la importancia de la misma para su propia defensa. La
propuesta presentada fue debatida brevemente y aprobada de inmediato. Se
trataba de enviar a Cuba un “contingente con cohetes nucleares de alcance medio
e intermedio para garantizar la defensa de la Isla, disuadiendo al posible
agresor”, como lo explica el investigador cubano Rubén Jiménez Gómez.
La delegación soviética
se había reunido en Cuba con Fidel y con Raúl Castro. Las palabras de Fidel fueron textualmente "Si hacen falta esos
proyectiles aquí para fortalecer las defensas de la Unión Soviética y del campo
socialista, y, además, sirven para prevenir una agresión militar directa por
parte de Estados Unidos contra Cuba, se pueden instalar en nuestro país los
proyectiles que sean necesarios. Todos los proyectiles que sean
necesarios".
El 10 de junio de 1962 comenzó la
movilización de las tropas que ya estaban designadas para integrar la
Agrupación. Los medios que se
trasladarían a Cuba formando parte de esta operación serían:
-24 rampas para cohetes R-12, de alcance medio (de
700 a 2100 kilómetros), portadores de una cabeza nuclear de 1 megatón (77 veces
la potencia de la bomba que destruyó Hiroshima).
-16 rampas para cohetes R-14, de alcance intermedio
(1900 a 4500 kilómetros), portadores de una cabeza nuclear de 1,65 megatones
(127 veces la potencia de la bomba que destruyó Hiroshima).
Además de estos medios, se emplazarían otros cuyo
propósito era defender las instalaciones de ataques terrestres, marítimos o
aéreos, para lo cual se trasladarían a Cuba:
-Cohetes tierra aire FKR-1 (Área de acción 150
kilómetros, alcance en altura 2 kilómetros)
-Cohetes tierra aire SA-75 (Área de acción 34
kilómetros, alcance en altura 300 metros)
Bombarderos IL-28 (Independencia de vuelo 200
millas, puede transportar una bomba de 6 kilotones)
-Helicópteros MI-4
-Barcos cruceros
-Destructores porta cohetes
-Submarinos porta cohetes
-Tropas terrestres, tanques y cohetes tácticos
Luna.
-Total 50,000 efectivos.
Raúl Castro llegó a Moscú el 2 de julio de
1962. En las reuniones con la parte soviética,
reiteró el criterio de Fidel de hacer público el acuerdo militar
cubano-soviético como acto soberano entre dos Estados. Sin embargo, Jruschov
insistió en el secreto del mismo.
El 7 de julio, en un encuentro con la jefatura de la
agrupación que marcharía a Cuba, Jruschov expresó "Nosotros en el Comité
Central decidimos llenarle el camino de espinas a los Estados Unidos, instalar
en Cuba nuestros cohetes para que ellos no puedan tragarse a la Isla de la
Libertad. Tenemos el consentimiento de la parte cubana” y afirmó confiado que,
“…cuando los cohetes estén instalados, ellos sentirán que si quieren castigar a
Cuba tendrán que vérselas con nosotros".
El 18 de julio llegó a Cuba la misión soviética de
reconocimiento, encargada de determinar la micro localización de las unidades
coheteriles.
El 26 de julio al hablar en el acto por la
conmemoración del aniversario del Asalto al Cuartel Moncada, Fidel expresó: "¿Qué peligro queda a nuestra
Revolución? Una invasión directa. Tenemos que prepararnos contra esa invasión
directa, tenemos que organizar las defensas necesarias para rechazar una
invasión directa de los imperialistas (...) Por lo tanto, la Revolución tiene
que tomar medidas que garanticen la efectividad de la lucha y de la respuesta a
cualquier ataque directo de los imperialistas yanquis (...)”. Ese mismo día estaba llegando
a Cuba el primer barco con tropas y equipos.
En paralelo a esta situación, Cuba se preparaba para la invasión sobre
la que cada día había mayores evidencias.
El 20 de agosto, el general
Maxwell Taylor, Presidente de la Junta de Jefes de Estados Mayores informó a
Kennedy que el alto mando militar
pensaba que la única forma de derrocar al gobierno cubano era mediante la
intervención militar directa de Estados Unidos. Kennedy dio órdenes de preparar
una propuesta de forma urgente al respecto.
El 27 de agosto tuvo lugar en Moscú una
reunión del Comandante Ernesto Che Guevara con Jruschov. Reiteró la idea de que
las acciones que se estaban llevando a cabo debían ser públicas, pero los
soviéticos insistieron en que sería más
conveniente el anuncio cuando se hubieran emplazado los cohetes y la Operación
ya fuera un hecho consumado. Cuba propuso firmar de inmediato el documento que
establecía el Acuerdo bilateral. Jruschov dijo que sería mejor que ello se
hiciera durante su próxima visita a la Isla. Ese documento nunca sería firmado.
Sobre esta decisión, Fidel dijo
posteriormente "Si Jruschov hubiera
escuchado los planteamientos que le hicimos, no ocurre la crisis, porque
estábamos actuando dentro de la ley, dentro del derecho internacional, dentro
de la moral; pero si tú dices una mentira, si tú engañas, entonces pierdes
fuerza ante la opinión pública, pierdes fuerza moral, pierdes fuerza política".
Mientras tanto, en Estados Unidos arreciaba
el discurso agresivo de sus personeros políticos. Kennedy invocaba la Doctrina
Monroe y el senador Keating instaba al presidente a enviar un equipo de investigadores de la
OEA a la isla. El 29 de agosto habían sido detectadas por un avión U-2 las
evidencias de emplazamientos de cohetes antiaéreos en Cuba.
El 4 de septiembre el Fiscal General de
Estados Unidos Robert Kennedy, le expresó al Embajador soviético en ese país,
Anatoli Dobrinin, la preocupación del
Presidente por el equipamiento militar soviético que estaba llegando a Cuba.
Dobrinin le aseguró que era armamento defensivo. Sin embargo, se logró instalar con fuerza en las
autoridades estadounidenses una sensación de ansiedad en sentido contrario, los
que llevaron al presidente Kennedy a hacer una declaración denunciando la
adquisición por Cuba de una supuesta capacidad militar, que según su criterio
amenazaba la seguridad de Estados Unidos, al mismo tiempo, rechazaba la
posibilidad de instalación de armamento ofensivo soviético. En esto estaba la
clave. Mientras el armamento fuera defensivo no se violaba ningún acuerdo
internacional. Pero, a Kennedy se le estaba presionando para que pensara lo contrario.
Jimenez Gómez dice que sobre el engaño al
presidente Kennedy, Fidel planteó
posteriormente: "Jruschov le mandó
a decir a Kennedy por distintas vías, le dio a entender, que no había armas
estratégicas y que no había necesidad de armas estratégicas. Mi percepción es
que Kennedy creyó los informes de Jruschov. A mi juicio éste cometió un error
grave de tipo político y de tipo ético, y creo que no puede haber política sin
ética (...) Kennedy estaba en una posición muy difícil políticamente, puesto
que creyó los mensajes de Jruschov, y recibía grandes presiones. Creo que al
adversario no se le debe colocar en una situación de esa naturaleza y,
realmente, Jruschov no tomó en cuenta que con esto colocaba a Kennedy en una
situación inmanejable, en una situación muy difícil".
El 10 de septiembre, al intervenir en el
Tercer Congreso Nacional de los Consejos Municipales de Educación, Fidel Castro
expresó -entre otras cosas- que “Ante sus amenazas decimos: ¡Estamos
dispuestos a morir junto a nuestro pueblo!... Pero lo que no sabemos es si el
Gobierno de los Estados Unidos, los generales del Pentágono y los senadores que
proclaman la guerra contra nuestra Patria están dispuestos a morir también”.
El 10 de octubre de 1962, el Comandante Raúl
Castro, firmó la Directiva Operativa 1, a través de la cual se impartían las
órdenes necesarias para el despliegue estratégico de las Fuerzas Armadas
Revolucionarias en caso de producirse una agresión estadounidense.
El 16 de Octubre, un avión U-2 estadounidense
fotografió rampas de cohetes en construcción, lo que permitió a la CIA asegurar
la presencia de armas nucleares soviéticos en Cuba.
Estados Unidos se había estado preparando para
invadir a Cuba y derrocar al gobierno revolucionario. Pero, esta nueva situación había cambiado las
reglas de juego. La posibilidad de una guerra nuclear en el planeta ensombrecía
cualquier análisis previo que aceptara cierta racionalidad, si es que es
posible hablar de racionalidad en un conflicto de este tipo.
La crisis de octubre había comenzado. La crisis de
los cohetes había llegado a un aparente punto de no retorno.
Continuará
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