En un país cuyos índices de desarrollo humano son de los más bajos de América Latina, se agradece que se le ponga un poco de atención a los que menos tienen.
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Rafael Cuevas Molina/Presidente AUNA-Costa Rica
rafaelcuevasmolina@hotmail.com
El próximo domingo 6 de noviembre habrá elecciones en Nicaragua. El Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) y su candidato, Daniel Ortega, llevan, según las encuestas, todas las de ganar, pues el porcentaje que lo separa de su más próximo rival, el derechista Fabio Gadea, es más que considerable.
El FSLN y su candidato, sin embargo, forman parte de los anatemizados y perseguidos por “populistas, irresponsables y autoritarios”. Les pasa igual que a Chávez en Venezuela o a Correa en el Ecuador, que a pesar de que ganan las elecciones arrasadoramente con todas las de la ley, siempre se encuentra algún pelo en la sopa que deslegitima su elección.
Claro que los que comandan estas posiciones anatemizadoras y condenatorias son los Estados Unidos de América y las organizaciones títeres de siempre, empezando por la SIP y pasando por la OEA; pero los corifeos latinoamericanos no son pocos, y en el caso de Nicaragua son bastantes.
Las descalificaciones son de toda laya, color y pelaje, y van desde el papel y el pensamiento de la esposa de Ortega, Rosario Murillo, hasta el cuestionamiento del dinero que queda en Nicaragua por los convenios realizados en el marco del ALBA. Todas apuntan a presentar a un Frente Sandinista claudicante de sus principios, envuelto en la corrupción y la inoperancia.
Parte de estos corifeos son antiguos sandinistas que ahora ven el toro desde el otro lado de la barrera. Entre ellos, por ejemplo, el poeta Ernesto Cardenal, que acompañó a la Revolución Sandinista como Ministro de Cultura mientras ésta estuvo en el poder. Pero una vez derrotados en las urnas en 1990, él y algunos otrora líderes revolucionarios, hicieron casa aparte, para empezar en en el Frente de Renovación Sandinista y terminar, hoy, apoyando al derechista Fabio Gadea.
Es extraño que todos estos cuestionamientos no puedan explicar varias cosas. La primera que, siendo tan malo y corrupto el gobierno del FSLN, sea tan popular entre la población. La segunda, que para qué habría de querer hacer fraude Ortega teniendo sus índices de popularidad tan altos. Es decir, solo por tonto se estaría embarcando en un fraude que no necesita. Seguramente lo que pasa es que estos populistas hacen trampa por instinto reflejo como el perrito de Pavlov.
La verdad es que estos años de gobierno del FSLN han favorecido a la gente en muchos sentidos y esto tiene esperanzado a más de uno. En un país cuyos índices de desarrollo humano son de los más bajos de América Latina, se agradece que se le ponga un poco de atención a los que menos tienen. Se aduce que las medidas tomadas y que han tenido efectos positivos son clientelares, pero lo que pasa es la gente se alinea con el Frente porque ve la diferencia con los gobiernos anteriores. Parece que esta es otra de las paradojas que no pueden explicar los detractores del FSLN y Daniel Ortega: si un partido impulsa políticas que favorecen a la gente, ¿por qué no se puede simpatizar con él?
No importa lo que el FSLN y Daniel Ortega hagan, siempre estarán en falta frente a sus detractores. Mientras tanto, el próximo domingo ganarán las elecciones y continuarán aplicando las políticas sociales que tienen a una buena parte de la población con ellos.
Le pose a quien le pese.
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