América Latina puede demostrar al “mundo” que el manejo económico alejado de las premisas neoliberales y del FMI, así como el giro del poder gubernamental a favor de amplios sectores sociales, mejora las condiciones de vida y trabajo.
Juan J. Paz y Miño Cepeda / El Telégrafo (Ecuador)
Durante las dos décadas finales del siglo XX, América Latina fue víctima de la crisis económica, la deuda externa y los condicionamientos neoliberales del Fondo Monetario Internacional (FMI). Pago de la deuda, mercado libre, retiro del Estado, privatizaciones, fomento de la empresa privada y apertura al capital transnacional pasaron a ser las recetas obligatorias.
Son conocidos los resultados de semejante “modelo”: crecimiento empresarial y buenos negocios a costa de una mayor concentración de la riqueza, derrumbe de las políticas sociales, incremento del desempleo y el subempleo, debacle de los derechos laborales, precarización y flexibilización del trabajo, emigración, entre los fenómenos más visibles. En Ecuador, a similares resultados se sumó la crisis gubernamental: entre 1996-2006 hubo siete gobiernos, una efímera dictadura y el derrocamiento de los únicos tres presidentes que habían ascendido por votaciones populares.
En la última década, varios gobernantes latinoamericanos decidieron abandonar el camino neoliberal, cuestionando la globalización transnacional, renunciando a las recetas del FMI y adoptando un camino económico propio, presidido por el intervencionismo estatal y la modificación de las políticas sociales a favor de amplias capas medias y populares, lo cual ha desafiado el poder que otrora tuvieron las élites empresariales y las orientaciones inducidas por las grandes potencias capitalistas.
Con esos gobiernos, América Latina entró a una nueva fase histórica. Y no le ha ido “mal”. En los países con gobiernos identificados con la “nueva izquierda” latinoamericana mejoró sustancialmente la situación social, las economías se manejan con evidente soberanía e incluso la crisis “mundial” no tiene los efectos que han comenzado a manifestarse en Europa y los EE.UU.
América Latina puede demostrar al “mundo” que el manejo económico alejado de las premisas neoliberales y del FMI, así como el giro del poder gubernamental a favor de amplios sectores sociales, mejora las condiciones de vida y trabajo. Un asunto que no es nuevo, pues otras épocas históricas latinoamericanas han demostrado lo mismo.
Pero la arrogancia y prepotencia económicas de los países capitalistas centrales sigue en pie. Interesa salvar a banqueros y empresarios a costa de otros pueblos. En Europa, con el contubernio del FMI, se impone a Grecia las mismas políticas que ya tuvo América Latina, sin ver lo que aquí hemos logrado al abandonarlas.
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