Todo indica que Jonathan D. Farrar será el primer embajador norteamericano que viene a Panamá con la misión casi exclusiva de contribuir a la guerra contra el tráfico de drogas en el país. Debido a que la política que desarrolla EEUU no puede poner fin al tráfico de drogas utilizando métodos militares, parece que Panamá se enfrenta a un futuro lleno de incertidumbres.
Marco A. Gandásegui, h. / http://marcoagandasegui11.blogspot.com
El gobierno del presidente Ricardo Martinelli anunció que aceptó la designación de Jonathan D. Farrar como nuevo embajador de EEUU en Panamá. Farrar fue encargado de la oficina de intereses de EEUU en Cuba hasta comienzos de 2011. También fue asistente del sub-secretario de Estado para asuntos relacionados con el Tráfico de Drogas ilícitas en Centro América durante la presidencia de George W. Bush.
Todo indica que Farrar viene con la misión muy específica de redoblar los esfuerzos bélicos de EEUU y convertir a Panamá en una aliada en la guerra de ese país contra la insurgencia militar en Colombia. Desde la llegada del presidente Martinelli al poder, Panamá se ha visto cada vez más envuelto en las tácticas militares de EEUU que combate la guerra popular que sostienen por varias décadas en el país vecino las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
Curiosamente, el Senado de EEUU rechazó la designación de Farrar como embajador en Nicaragua. Un senador del subcomité que estudia las nominaciones de embajadores se opuso al nombramiento de Farrar por considerarlo demasiado indeciso en sus planteamientos sobre el gobierno sandinista en Nicaragua. Posteriormente, el presidente Barack Obama lo nominó para ocupar el puesto en Panamá.
Con los antecedentes de Farrar como alto funcionario del Departamento de Estado en asuntos relacionados con la represión del tráfico de drogas y el uso de fuerza militar para lograr esos objetivos, el gobierno panameño ya sabe a que atenerse. El actual ministro de Seguridad Pública, Raúl Mulino, es un defensor entusiasta de las tácticas militares para combatir el trasiego de ilícitos. Mulino encabezó recientemente un equipo de especialistas que hizo compras multi-millonarias de armas sofisticadas italianas, que incluían helicópteros y radares. También ha trabajado con especialistas del Comando Sur de EEUU en la instalación de bases aéro-navales a lo largo de las costas panameñas, en la compra de equipo militar y en el entrenamiento de jóvenes panameños en EEUU.
En una audiencia del sub-comité de Asuntos Hemisféricos del Comité de Relaciones Internacionales de la Cámara de Representantes de EEUU sobre “Tráfico de drogas ilícitas en Centro América”, en 2005, Farrar defendió la solución militar para poner frenar el tráfico de drogas.
Según Farrar, “Centro América es el corredor principal por el cual los traficantes de drogas mueven sus cargas de cocaína, así como heroína, hacia EEUU, pasando por México”. El discurso de Farrar, sin embargo, refleja la política equivocada de Washington de convertir la lucha contra el consumo de las drogas en EEUU en una guerra militar enfocada en los países al sur de sus fronteras, desde México a Colombia, pasando por Panamá. Según el embajador norteamericano, “la política de EEUU consiste en reforzar la capacidad (militar) de los países (como Panamá) para eliminar el tráfico. Esto consistiría en transferir lanchas rápidas y el adiestramiento respectivo. También apoyamos (a Panamá) en desarrollar su capacidad para establecer cuarteles fronterizos para tener controles más seguros. Así mismo, establecer garitas a lo largo de la carretera Panamericana. Además, se trabaja en conjunto con la DEA para crear equipos móviles de control en varios de los países centroamericanos”.
En sus declaraciones de 2005, Farrar también hace mención de las “pandillas” que se han extendido por toda la región centroamericana. “Hay que trabajar en conjunto en un esfuerzo intergubernamental para evitar que los jóvenes no se conviertan en la próxima generación de carteles de la droga”.
EEUU reconoce la importancia estratégica de Panamá. Según Farrar, “Panamá es un centro (hub) de transporte internacional, tiene el Canal interoceánico y la Zona Libre de Colón. Además, tiene una flota marítima que utiliza su bandera (de conveniencia) y un centro bancario que convierte el país en un lugar ideal para el lavado de dinero”.
Todo indica que Farrar será el primer embajador norteamericano que viene a Panamá con la misión casi exclusiva de contribuir a la guerra contra el tráfico de drogas en el país. Debido a que la política que desarrolla EEUU no puede poner fin al tráfico de drogas utilizando métodos militares, parece que Panamá se enfrenta a un futuro lleno de incertidumbres.
En 2011 el gobierno panameño inició una campaña mediática y política que pretende involucrar a la población en la frontera con Colombia y en el litoral de ambos océanos con supuestos guerrilleros de las FARC. Es probable que con el nuevo embajador norteamericano en Panamá esta campaña de distracción se incremente. En 2011 el ministro de Seguridad Pública asoció a la “sociedad civil” -a través de sus ONG - y a la Universidad de Panamá en escenarios junto con guerrilleros de las FARC. Además, reprimió a campesinos, indígenas y pescadores de Darién, Veraguas y la comarca Kuna Yala acusándolos de tener contactos con guerrilleros colombianos.
El embajador Farrar llega a Panamá en un período de mucha agitación política. También llega cuando se prevé la culminación de la ampliación del Canal de Panamá y un decrecimiento de las inversiones extranjeras. Su contribución podría ser positiva si abandona sus planes bélicos y apoya a los panameños quienes quieren consolidar el proyecto de nación. No será bien recordado si enfoca sus energías a la militarización y desestabilización del país.
Panamá, 1º de diciembre de 2011.
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