Las “tensiones creativas” explican, en parte, los límites a los cambios en Ecuador. Aunque el gobierno de la “revolución ciudadana” cuenta con amplio apoyo social que, naturalmente, son incapaces de ver los opositores, la misma revolución tiene un problema de supervivencia y continuidad en el largo plazo, si no logra afirmar las bases sociales y populares que la sustenten y mantengan.
Juan J. Paz y Miño Cepeda / El Telégrafo (Ecuador)
Durante el VI Foro Internacional de Filosofía, realizado en Maracibo (Venezuela) entre el 28 de noviembre y el 5 de diciembre, Álvaro García Linera, vicepresidente del Estado Plurinacional de Bolivia, destacó, en una conferencia inaugural, lo que denomina “tensiones creativas” de la revolución, señalando que en su país son visibles al menos cuatro fundamentales: una, la relación entre Estado y los movimientos sociales; dos, la flexibilidad hegemónica frente a la firmeza en el núcleo social; tres, los intereses generales frente a los intereses particulares y privados; cuatro, el socialismo comunitario del Vivir Bien.
En definitiva, mientras se trata de construir desde el Estado una nueva sociedad, accionan contra ese proyecto no solo las fuerzas del pasado que todavía están presentes (burócratas, oligarquías y empresarios que resisten los cambios), sino incluso aquellos sectores que deberían ser aliados naturales del proceso revolucionario: izquierdas recalcitrantes, movimientos sociales que anteponen sus intereses corporativos al interés general e incluso sectores indígenas que pugnan por su visión particular frente a la general, creando así “tensiones” difíciles de sobrellevar y de solucionar.
Como lo analizaron varios de los académicos y filósofos presentes, esas “tensiones” pueden ser vistas como propias de los procesos que viven Bolivia, Ecuador o Venezuela, pues en estos países la transición misma implica un paso revolucionario. Pero hay sustanciales diferencias: la gran tensión en Bolivia se presenta con el movimiento indígena precisamente, porque el país tiene mayoritaria población indígena.
Las “tensiones creativas” explican, en parte, los límites a los cambios en Ecuador. Aunque el gobierno de la “revolución ciudadana” cuenta con amplio apoyo social que, naturalmente, son incapaces de ver los opositores, la misma revolución tiene un problema de supervivencia y continuidad en el largo plazo, si no logra afirmar las bases sociales y populares que la sustenten y mantengan.
Porque en Venezuela existe hoy un claro afianzamiento de la organización popular y de la movilización ciudadana, que garantizan su proyección en el tiempo, que es algo que Ecuador todavía no logra; mientras en Bolivia, en cambio, va creciendo, en las bases indígenas y populares, una apropiación muy interesante del proceso revolucionario, que rebasa los límites coyunturales que podrían advertirse en el gobierno de Evo Morales.
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