Sergio Rodríguez Gelfenstein / Especial para Con Nuestra
América
Desde Caracas,
Venezuela
Como hemos dicho en
otras oportunidades es imposible estudiar la problemática del mundo árabe y
musulmán sin comprender la lucha por la hegemonía que ha estado presente en esa
región desde el desmembramiento del Imperio Otomano al finalizar la primera
guerra mundial en la que los turcos fue aliada de Alemania. La disputa por el
dominio y control de dichos territorios concluyó con una distribución
“amistosa” de los mismos entre Gran Bretaña y Francia.
El instrumento
utilizado para “legalizar” este acuerdo franco-británico fue el Tratado Sykes
Picot, firmado ya antes de finalizado el conflicto el 16 de mayo de 1916. Su
denominación responde al nombre de los negociadores Mark Sykes por Gran Bretaña
y Charles Picot por Francia. Tal como había ocurrido 30 años antes cuando
durante el Congreso de Berlín de 1884-1885 las potencias coloniales se habían
repartido el territorio africano, ahora repetían la operación en la extensa
área del desaparecido imperio que se extendía por tres continentes y en cuyo
subsuelo se encontraban las mayores reservas de energía del planeta.
Al margen,
vale decir que este tratado del cual fue
desplazado y marginado Estados Unidos fue lo que llevó a la potencia
norteamericana a decidir poner el énfasis en Venezuela, -en la búsqueda de petróleo fuera de sus
fronteras- donde encontró ambiente propicio durante la dictadura de Juan
Vicente Gómez.
Pero, volviendo al
tema, es trascendente decir que este Tratado consagró cinco zonas, una de
control británico y una de control francés, otra que dio forma a un
protectorado británico, una cuarta, a uno francés y, finalmente una de
administración internacional en las ciudades de Nazareth y Jerusalem.
Gran Bretaña recibió el
actual Irak, Persia (ahora Irán), Palestina y toda la península arábiga,
Francia asumió el control de los territorios vigentes de Siria y Líbano. El
Tratado Sykes-Picot dio origen al mapa actual del Medio Oriente que
respondía más a los intereses coloniales y hegemónicos de las potencias que a
las verdaderas identidades culturales y religiosas de los pueblos que desde
hace milenios viven en la región. Así surgió Arabia Saudita, de un acuerdo
británico con la familia Saud y crearon Transjordania (hoy Jordania) donde
instalaron a la monarquía hachemita que había sido desplazada en Arabia.
Inventaron el territorio de Irak, uniendo a Bagdad, con Basora y Mosul, pero
antes le arrebataron la estratégica provincia de Kuwait, creando una monarquía
regida por un emir que se mantuvo como protectorado británico hasta 1961. Lo
mismo ocurrió con los Emiratos Árabes Unidos hasta 1971.
De igual manera, este
tratado dio la pauta para que posteriormente Gran Bretaña “autorizara” la
creación de un Estado sionista en Palestina a través de la Declaración Balfour
en 1917. En ese marco, “rebanó” una parte del territorio sirio (bajo mandato
francés) a fin de transportar petróleo a
través de un oleoducto que iba desde Irak a Palestina en el mar Mediterráneo.
El Tratado Sykes-Picot es el origen de la mayoría de los conflictos en el Medio
Oriente porque tuvo una clara orientación colonialista e imperialista.
La respuesta de los
pueblos árabes provino desde todas las expresiones de la política y la
ideología. Un fuerte sentimiento nacionalista e islámico comenzó a generar una
lucha de resistencia a la ocupación que a través de diversas manifestaciones
dio origen a organizaciones que se enfrentaban a los colonialistas británicos y
franceses.
Sin embargo, aunque
algunas de estas organizaciones nacieron enarbolando las banderas del
nacionalismo y la lucha anticolonial, pronto sus líderes fueron cooptados por
las metrópolis y crecieron en las últimas décadas bajo el alero y la protección
de Gran Bretaña con la que han mantenido sólidas y permanentes relaciones de
colaboración. Entre ellas hay que mencionar en primer lugar, a la cofradía de
los Hermanos Musulmanes (HM), fundada en 1928 y perteneciente a la rama suní
del islam. Los HM son la más antigua, influyente y radical organización islámica.
Son partidarios de una aplicación violenta de su religión que apela a la
necesidad de que los países de mayoría musulmana practiquen un islam “puro y
riguroso”.
El origen religioso de
los HM hay que buscarlo en las tendencias más radicales del islam: el salafismo
y el wahabismo. Los primeros propugnan que los musulmanes deben vivir el islam
como lo hicieron los primeros antecesores, aplicando las leyes islámicas. Las
fuentes de la ley islámica son el Corán, la sunna y en el islam sunnita, las
cuatro escuelas o madahib, mientras que los chiitas siguen una sola escuela
diferente de las sunnitas.
Los salafistas son
expresión de una corriente radical musulmana
que predica la idea de que se debía aplicar la idea de que “Dios me
ordenó luchar contra todos aquellos, que no manifiesten la declaración de fe
musulmana”. Sin embargo, la mayoría de los musulmanes rechazan la violencia y
el terrorismo del cual han sido víctimas por casi un siglo.
Por su parte, la otra
corriente que impera entre los HM es la wahabita que tuvo su origen en Arabia y
hoy es la que permite dar la interpretación oficial del islam en Arabia
Saudita, toda vez que la familia real ha prestado un enorme apoyo financiero y
logístico para su crecimiento y expansión.
Es una corriente ultra radical que se ha propuesto un amplio plan de
implantación en el mundo.
Es así que los HM se
han asumido como el brazo político de estos movimientos ultra radicales. A
partir de 1949 su liderazgo lo asumió Sayid Qotb quien desde muy joven se formó
en Estados Unidos, regresando a Egipto con ideas extremistas que lo llevaron a
desarrollar una política de terror dentro y fuera del país por lo que el
presidente Gamal Abdel Nasser acusó oficialmente a los HM de terroristas,
prohibió su funcionamiento en Egipto, deteniendo y ejecutando a su principal
líder en 1966.
El pensamiento y las
ideas de Qotb fueron tomadas por la mayoría de los grupos islámicos terroristas
nacidos en los años setenta como Al
Qaeda y sus líderes Osama Bin Laden y Ayman Al Zawahiry. A partir del apoyo que
han recibido de las monarquías petroleras árabes se han fortalecido y expandido
por el mundo árabe y por Occidente.
Hoy los HM gobiernan en
Egipto, Turquía, Marruecos y Somalia y, tienen importante presencia en Gaza, en
la oposición siria al gobierno de Bashar el Assad, Jordania, Sudán, Irak,
Túnez, Libia y Nigeria. En Afganistán, los talibanes son
expresión de estas ideas musulmanas
fundamentalistas. Como caso curioso, se puede mencionar que el partido de la
Justicia y el Desarrollo que es la expresión en Turquía (único país
musulmán de Europa) de los HM fue aceptado como observador en el Partido
Popular Europeo, conglomerado de derecha que cuenta con más de 70 miembros de
40 países y que lidera los gobiernos en la mayoría de ellos.
Para Estados Unidos ha
sido muy complicado explicar su ambivalente relación con estas organizaciones y
países. Varios de los Estados mencionados son los principales aliados de
Occidente en la región sirviendo a sus intereses en contra posición de la
voluntad de la mayoría de los pueblos árabes. Ayudaron a negociar el
aplastamiento de la rebelión en Egipto para instalar a los HM en el poder;
armaron, fortalecieron e instruyeron militarmente a Al Qaeda, para después
declararlos terroristas cuando según ellos atacaron su propio territorio, pero
recientemente han recurrido a sus
servicios para instrumentar la invasión
a Libia y la guerra para derrocar al gobierno sirio; no tienen manera de explicar
la ausencia de democracia y violación de los más elementales derechos humanos
por las retrógradas monarquías árabes que son sus principales abastecedores de
hidrocarburos y, a la vez, sus más privilegiados compradores de armas.
Mientras tanto, a
través de sus medios de comunicación y su cine pretenden crear una visión falsa
y estereotipada de los pueblos musulmanes y árabes poseedores de tradiciones
ancestrales y una vasta cultura que ya existía miles de años antes que Estados
Unidos -e incluso la mayoría de los países europeos- se constituyeran como
nación. Al contrario, sus vínculos más sólidos son con las corrientes más
reaccionarias y atrasadas del mundo árabe que finalmente son sus aliados porque
sirven a los intereses imperiales en contra de la voluntad de sus propios
pueblos.
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