En Panamá
tenemos tres presidentes que han gobernado durante la construcción de la
represa hidroeléctrica de Barro Blanco: Martín Torrijos, Ricardo Martinelli y
Juan C. Varela. Los tres mandatarios elegidos en 2004, 2009 y 2014,
respectivamente, han colocado por encima de los intereses del país y de los
pueblos ngobe y buglé, a un grupo de especuladores cuyos cabecillas están, actualmente,
detenidos por peculado en Honduras.
Marco A. Gandásegui, hijo / Para Con Nuestra América
Desde Ciudad Panamá
En un
artículo muy sabio, el padre José Fitzgerald, cura de la Iglesia católica en la
Comarca Ngobe Buglé, nos recuerda que sólo en 2014 en EEUU fueron desmanteladas
72 hidroeléctricas (y, además, un total de 900 en las últimas dos décadas).
Según la revista National Geographic “están recuperando los ecosistemas
naturales para liberar los ríos, desarmando las hidroeléctricas después de
muchos años de daños. Los peces están de nuevo migrando hace arriba donde han
recuperado más de 1,100 kilómetros de ríos. No es tarde, puntualiza Fitzgerald,
para tomar la decisión responsable sobre Barro Blanco, desmantelar la
construcción y dejar al río correr libre.
Fitzgerald
también le envía a todos los panameños un mensaje sobre como hacen las familias
ngobe y buglé para sobrevivir en esta época del año (entre cosechas). Cuando la
alimentación es escasa se practica la reciprocidad y solidaridad entre
familias. Es decir, los que tienen en abundancia comparten con los vecinos que
han tenido dificultades. Según Fitzgerald, la base espiritual descansa en la
práctica de ‘compartir la casa’. Para los ngobe y buglé, todos vivimos en una
sola casa, la casa de Dios, que es toda la Tierra y lo que contiene.
Hay una
total coincidencia entre esta filosofía y la reciente encíclica del papa
Francisco (jefe de la Iglesia católica): ‘Alabado
sea: Sobre el cuidado de la casa común’. Según Fitzgerald, uno puede
imaginar que el papa Francisco escribió la encíclica junto al río, sentando
bajo un palo de mango, escuchando los oprimidos de la casa común. El papa
tomaría muy en serio la gran sabiduría que ofrecen los pueblos para salir de la
crisis. Crisis provocada por sobreponer los intereses económicos por encima de
las necesidades que demandan el ambiente, la cultura y el espíritu.
El papa Francisco, agrega Fitzgerald, critica directamente las grandes violaciones
de los gobiernos y empresas contra los derechos de los pueblos ngobe y buglé.
El papa “señala los pecados contra la integridad de la creación de Dios por la
imposición de proyectos que no consideran los efectos ambientales, culturales y
espirituales” como Barro Blanco. (Lo) presenta como una ofensa contra Dios en
su plan para la renovación de la tierra y el cielo. Estamos equivocados si
creemos en el ‘desarrollo’ no planificado a base de una ‘visión consumista del
ser humano'. (Alabado sea 144)
En Panamá tenemos tres presidentes que han gobernado durante la
construcción de la represa hidroeléctrica de Barro Blanco: Martín Torrijos,
Ricardo Martinelli y Juan C. Varela. Los tres mandatarios elegidos en 2004,
2009 y 2014, respectivamente, han colocado por encima de los intereses del país
y de los pueblos ngobe y buglé, a un grupo de especuladores cuyos cabecillas
están, actualmente, detenidos por peculado en Honduras. Pasaron por encima de
las leyes panameñas y de los reglamentos ambientales (con la complicidad de
funcionarios públicos) para alegar ahora que son inocentes de todo pecado,
buscando la manta de la ‘seguridad jurídica’ inexistente para este caso.
El papa dice que “en diversas partes del mundo, (los indígenas)
son objeto de presiones para que abandonen sus tierras a fin de dejarlas libres
para proyectos extractivos… que no prestan atención a la degradación de la
naturaleza y de la cultura”. El papa también expresa que “es indispensable
prestar especial atención a las comunidades (indígenas) y sus tradiciones
culturales. No son una simple minoría entre otras, sino los principales interlocutores,
sobre todo a la hora de avanzar en grandes proyectos que afecten a sus
espacios”. (Alabado sea 146).
Los pueblos ngobe y buglé se han levantado contra la imposición
de una represa que les arrebata su cultura y abre el camino a su extinción. La
hidroeléctrica es una apuesta de los especuladores, basada en la posible
explotación futura de una mina de cobre. Si falla, creen que la energía podría
sumarse al flujo contemplado por el proyecto meso-americano que alimentaría a
EEUU (Los Ángeles vía Houston).
Fitzgerald asegura que los ngobe “saben cuál es el orden que
Dios ha puesto en esta parte de la tierra, donde las aguas fuertes vienen de la
cordillera, caen sobre la tierra, bajan en las quebradas y son llevadas al mar
por los caldosos ríos”. La encíclica del papa nos pide que rescatemos ese
rincón de la tierra y que los gobernantes tomen conciencia que el futuro de
todos los panameños está en Barro Blanco.
2 de julio de 2015.
*Profesor de Sociología de la Universidad de Panamá e
investigador asociado del CELA
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