Casi un 40% del financiamiento
declarado del candidato presidencial Jimmy Morales proviene de ex militares
vinculados a la guerra sucia y la corrupción. Y es un hecho que la parte
fundamental del establishment guatemalteco, es decir cúspides empresariales,
grandes medios de comunicación, cúpulas políticas de la derecha lo están
apoyando y financiando.
Carlos Figueroa Ibarra / Especial para
Con Nuestra América
Desde
Puebla, México
En los días anteriores a mi viaje a San
Petersburgo, tuve la oportunidad de asistir en Quito al Encuentro
Latinoamericano Progresista, evento organizado por el gobierno ecuatoriano.
Allí tuve la oportunidad de conocer al senador colombiano por el Polo
Democrático, Iván Cepeda. Iván es hijo de quien fuera senador por la Unión Patriótica, Manuel
Cepeda Vargas, asesinado en 1994 en el contexto del plan de exterminio de dicha
agrupación política, que le costó la
vida a miles de sus militantes. Es significativo que para la segunda vuelta de
las elecciones presidenciales de 2014, tuvo
que apoyar a Juan Manuel Santos en contra del candidato de Álvaro Uribe,
Oscar Iván Zuluaga. Santos representa todo lo que Iván tendría sobrados motivos
para deplorar: el establishment que presenció con indiferencia la ola de
asesinatos que mató a su padre, el
neoliberalismo que tiene a Colombia alineada con Estados Unidos de
América. Pero Iván Cepeda optó por Santos frente a Zuluaga, porque si hubiera
perdido las elecciones se habría cancelado la posibilidad de una solución
negociada para terminar la guerra que ha vivido ese país, particularmente con
las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia.
Iván Cepeda me contó todo esto mientras
viajábamos en un pequeño autobús del aeropuerto al hotel en donde nos
hospedamos mientras duró el evento. No
pude dejar de asociar la disyuntiva ante la que se vieron sometidas las fuerzas
progresistas en Colombia, con la que se vive hoy de cara a las elecciones
presidenciales en Guatemala el próximo 25 de octubre. Prefiero ver en la
presidencia de Guatemala a Sandra Torres que a Jimmy Morales. Y cualquiera
puede saber las virtudes y defectos de Torres: personalidad enérgica, adicta al
trabajo y autoritaria. Partidaria del asistencialismo, hoy ha girado hacia el
centro para granjearse el apoyo empresarial sin el éxito que esperaba. Aun así,
ha sido apoyada por empresarios emergentes y caciques locales que de triunfar
su candidatura pasarán su factura para recibir el pago correspondiente.
Pero Jimmy Morales no es mejor sino todo
lo contrario. Ha hecho su campaña capitalizando la antipolítica que emergió de
las manifestaciones ciudadanas. La imagen de candidato ciudadano que blasona se
sustenta en una mentira pues representa a lo más extremo de la derecha
guatemalteca. Ha recibido el apoyo de personajes tenebrosos como el asesino
convicto de Monseñor Gerardi, el de los sectores representados por la
Asociación de Veteranos Militares de Guatemala (AVEMILGUA) y la Fundación
Contra el Terrorismo. Casi un 40% de su financiamiento declarado proviene de ex
militares vinculados a la guerra sucia y la corrupción. Y es un hecho que la
parte fundamental del establishment guatemalteco, es decir cúspides empresariales,
grandes medios de comunicación, cúpulas políticas de la derecha (entre ellas el
moribundo Partido Patriota de Pérez Molina) lo están apoyando y financiando.
Morales puede ser una buena persona, le doy el beneficio de la duda, pero no
está preparado para gobernar y los intereses que representa son los que han
sumido a Guatemala en la situación en que se encuentra.
Por todo ello, yo, por Sandra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario