Acaba de declararse en bancarrota el Gobierno de Puerto Rico, para
enfrentar su impagable deuda externa que ya tenía 22 demandas legales de los
acreedores. Estado asociado o república independiente, da lo mismo a los
usureros multinacionales.
Fander Falconí / El
Telégrafo (Ecuador)
Hay dos clases de comentarios sobre las noticias: los serios o
fundamentados, sean de derecha o de izquierda, que pueden discutirse con
altura. Los otros son comentarios burlescos sin fundamentos. Se parecen a los
monólogos de los cómicos populares, como cuando Don Evaristo proponía hace 50
años volver a usar burros en vez de vehículos motorizados, para que no hubiera
más accidentes de tránsito. Esa misma falta de lógica es la que han creado
comentarios como estos: “Aquí necesitamos un Pinochet” o “Sería bueno que nos
invadiera Estados Unidos”. (¡¿Qué?!)
Tras la guerra contra España en 1898, Estados Unidos se apoderó de las
posesiones españolas en las Antillas, Cuba y Puerto Rico. Tras varios episodios
de ocupación estadounidense, Cuba obtuvo su independencia. Puerto Rico, en
cambio, permaneció bajo dominio estadounidense, primero como posesión y luego
como ‘Estado asociado’.
Las inversiones estadounidenses no tardaron en llegar: se compraron todas
las tierras y las dedicaron al monocultivo de caña de azúcar. Los
portorriqueños son ciudadanos de Estados Unidos: a cambio de no necesitar visa,
han sido los primeros reclutados en todas las guerras desde 1917. Los demás
latinoamericanos sabemos que los boricuas no son gringos, en particular por su
música. Pero un siglo de ‘norteamericanización’ no ha convertido a la bella
isla en un país próspero. Más bien ha sido al revés.
Acaba de declararse en bancarrota el Gobierno de Puerto Rico, para
enfrentar su impagable deuda externa que ya tenía 22 demandas legales de los
acreedores. Estado asociado o república independiente, da lo mismo a los
usureros multinacionales. The Guardian, el polémico periódico británico,
compara al país caribeño con Grecia, la cenicienta de Europa.
A diferencia de Grecia, los ciudadanos de Puerto Rico no tendrán voz ni
voto en su destino. Washington decidirá. La bancarrota se veía venir. En enero,
se recortaron gastos de salud, educación y jubilaciones. Medidas neoliberales
típicas que afectan solo a los pobres. En marzo se anunció una urgente reforma
fiscal y el mismo Gobierno admitió que 2007-2017 había sido una década perdida.
Lo peor es que la reforma fiscal está destinada a exprimir al pueblo isleño
para que pague la deuda, no para que mejore sus ingresos con mayor producción.
El presidente Trump ya dijo en las redes sociales que los demócratas tratan
de salvar a Puerto Rico con ‘sus’ dólares (refiriéndose a los impuestos que
pagan los ricos del continente). Pero los estadounidenses no consideran que
quebrar a Puerto Rico es lanzar un bumerán. Miles de portorriqueños abandonarán
la isla en los próximos meses para buscar trabajo en Estados Unidos.
A diferencia de los mexicanos, no necesitan entrar escondidos. Pero el
costo social y económico de esa migración en masa podría forzar a Trump a
‘liberar’ a Puerto Rico o a convertirlo en un Estado más de la Unión.
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