Los
científicos y epidemiólogos dicen que la epidemia del corona-virus es menos
dañina que la gripe y la influenza. Estas últimas causan un promedio de 1.5
millones muertes por año sólo en EEUU. Todo indica que tienen razón. El
problema es que se desconoce el comportamiento del corona-virus y no se cuenta
aún con vacunas para contrarrestarla.
Marco
A. Gandásegui, h. / Para Con Nuestra América
Desde Ciudad Panamá
América Latina, con la excepción de un par de países, se ha salvado por el momento del
virus que ha hecho estragos en el oriente asiático, en algunos países europeos
y comenzó a afectar a EEUU. Este último país ha servido, en parte, de barrera.
En el caso de Panamá, el gobierno que cuenta con los medios para enfrentar la
amenaza todavía no ha hecho público un plan. Esto se puede deber a lentitud,
desgreño administrativo o a alguna estrategia que no se ha dado a conocer.
El peligro y
el plan para disiparlo tiene cinco costados, como un pentágono. Podemos
comenzar por destacar la vulnerabilidad humana ante el virus que ataca el sistema
respiratorio, especialmente a las personas de edad. El segundo, son los
estragos económicos que deja por su paso en varios continentes. El tercero, es
el social, producto de las medidas extremas de aislamiento que se toman para
frenar la propagación del virus. El cuarto es el político al desnudar la
incompetencia de funcionarios gubernamentales que no le dan prioridad a la
movilización de recursos para atacar la epidemia. Por último, y quizás el más
importante, es el factor humano. La incertidumbre y la falta de información
crean temores (a veces infundadas) que generan estados de pánico.
Panamá tiene
un sistema de salud que se ha desmoronado en las últimas décadas. Ante la
amenaza, es poco lo que se ha hecho para condicionar los centros de salud y
habilitar otros edificios para atender cualquier emergencia. Es urgente que se
prepare al personal médico, para médico y de otros sectores para que
intervengan de manera rápida y eficaz si surge la necesidad.
En el plano
económico, Panamá está abierta al mundo y no puede evitar un posible contagio
exógeno. Especialmente, si consideramos el tránsito de 40 barcos diarios por el
Canal de Panamá y miles de pasajeros que pasan por el terminal aéreo de
Tocumen. Cada barco y cada pasajero tiene que ser objeto de un tratamiento. En
EEUU – nuestro principal socio en materia de turismo – las autoridades están
recomendando a su gente que se quede en casa para enfrentar la epidemia. Los
efectos sobre la industria del turismo afectarán seriamente la economía
panameña.
China, Italia
y EEUU han tomado medidas para restringir la libertad de movimiento de su
población. Si Panamá sigue esos ejemplos, ¿estamos preparados para una
operación social de esa magnitud teniendo en cuenta que no existe un
precedente?
Políticamente,
el aparato burocrático del gobierno desde las alturas del Palacio hasta la
última junta comunal del país tiene que responder con responsabilidad y sin
pensar en “¿qué hay pa’mi?” Se están comprando pocos equipos e implementos,
según la ministra de Educación. El gobierno tiene que tener un plan nacional e
integral para enfrentar el reto. La Policía Nacional debe jugar un papel
crucial si entiende que su papel es proteger a la población. El Presidente de
la República tiene que asumir un papel de liderazgo. En medio de los anuncios
de la crisis que se avecina parece que se fue de viaje.
El problema
más importante que todos debemos contribuir a resolver es la necesidad de que
los panameños estemos bien informados. En ese sentido estamos mal. Tanto el
presidente, la Asamblea de Diputados y los alcaldes (especialmente el del
distrito capital) están atendiendo otros asuntos que para ellos son más
importantes. La desinformación circula por las redes virtuales sin control. Al
iniciarse el año escolar hay que incorporar a los estudiantes a las tareas de
salud pública.
Cada plantel
tiene que convertirse en un centro donde se proyecte la solidaridad de los
educandos para con la comunidad y los esfuerzos que hace el país para poner
bajo control el corona-virus. Los niños tampoco deben convertir la enfermedad
en un juego para discriminar a sus compañeros.
Obviamente,
el presidente tiene que salir al frente de un plan nacional y convocar
conferencias de prensa diarias para informar sobre la situación y qué acciones
deben tomar los funcionarios públicos y la población. Se necesita liderazgo y
transparencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario