El vía crucis de los migrantes irregulares en nuestros días es uno de los dilemas más impactantes de nuestros tiempos.
Adalberto Santana / Para Con Nuestra América
Desde Ciudad de México
Los diversos migrantes asentados en Tapachula, deambulan por las diversas plazas y calles de la más importante ciudad del Soconusco, región donde se produce el mejor café de Chiapas. El andar de los migrantes de un lado al otro de la ciudad chiapaneca, es parte de la nueva vida cotidiana de esa urbe. Al recoger por nuestra parte una serie de testimonios orales por parte de esos diversos migrantes, nos han confesado que su interés principal es poder llegar a la frontera norte de México. Es decir, llegaron a Tapachula, para desde ahí desplazarse hacia los estados fronterizos con Estados Unidos, para así poder ingresar a ese país para realizar el llamado “sueño americano”. La mayoría de esos migrantes son esencialmente trabajadores internacionales, hoy movilizados de un lugar a otro para buscar su inserción en el mercado global de trabajo. Buena parte de esos trabajadores internacionales y sus familias provienen de países como Brasil, Chile, Surinam y Argentina y se han movilizado desde el sur del continente hacia el norte en busca de insertarse al mercado de trabajo de la economía estadounidense. Ese es su propósito central, máxime en un periodo en el que su inserción en otras economías latinoamericanas, agravadas por la pandemia de la COVID-19, redujo sus expectativas de un mejoramiento económico y una “superación” familiar.
Así, en el caso de una buena parte de esos hombres, mujeres y niños de Haití, le han impregnado un nuevo colorido a Tapachula y sus alrededores. Parecería por el gran número de migrantes haitianos han creado el “pequeño Haití” chiapaneco. Alrededor del mercado de Tapachula diversos migrantes haitianos, hondureños, salvadoreños, guatemaltecos entre otros se han incorporado al comercio informal. Han puesto sus puestos de venta de frutas, yuca y otros productos de consumo cotidiano para sobrevivir mientras esperan que el Instituto Nacional de Migración (INM) les otorgue un permiso de permanencia en territorio nacional y poder emprender su marcha legal y segura para la frontera norte del territorio mexicano. Otros tantos se dedican a la ventas de tarjetas de teléfonos para que sus connacionales logren comunicarse con sus familiares o conocidos en el país de origen. Algunos más hacen largas filas frente a los cajeros automáticos de bancos o empresas comerciales para realizar cobros de envío de dinero y poder sobrevivir la larga espera de los trámites migratorios. Otros tantos, esperan la conexión con los “polleros o coyotes” para iniciar una incierta y peligrosa travesía en los caminos y transportes del crimen organizado.
Quienes emprendieron la “Caravana por la Libertad, la Dignidad y la Paz” el sábado 23 de octubre de Tapachula a la ciudad de México (cuatro mil migrantes entre hombre, mujeres, niños, personas de la tercera edad, adolescentes, personas con discapacidad, mujeres embarazadas y miembros de la comunidad lesbiana, gay, bisexual, trans e intersexual) fue un grupo de migrantes más urgidos de recorrer su ruta por las carreteras chiapanecas con temperaturas de más de 38 grados centígrados. El contingente de migrantes en esas condiciones sufre un tremendo desgaste. Al permitir las autoridades mexicanas el recorrido en esas condiciones, tal parece que se trata perversamente de desgastarlos y con ello menguar la fuerza de la caravana. Hoy la policía y la política internacional migratoria mexicana, tratan de evitar una mala imagen de su accionar contra los migrantes. En ese contexto el canciller mexicano, Marcelo Ebrad al respecto señaló: “Lo que nos ha informado la Secretaría de Gobernación hoy (ayer), en (la reunión del) gabinete de seguridad, es que se va a actuar con prudencia. Evidentemente lo que se busca es ver si hay una fricción, entonces se va a actuar con prudencia, respetando los derechos de las personas” (La Jornada, 27-10-21).
El vía crucis de los migrantes irregulares en nuestros días es uno de los dilemas más impactantes de nuestros tiempos. El Papa Francisco ha salido en su defensa. Ha dicho con toda justicia: “Necesitamos dejar de enviar (migrantes) de regreso a países inseguros y dar prioridad a la salvación de vidas humanas en el mar con protocolos regulares de rescate y desembarco, para garantizarles condiciones de vida dignas, alternativas a la detención, trayectorias regulares de migración y acceso a los procedimientos de asilo”. Pugnemos por que la voz del Papa sea realmente aceptada y que los gobiernos de EU, Europa y de nuestra América escuchen y hagan caso a su plegaria. De lo contrario el drama de los migrantes irregulares será como lo viene siendo, otro de los grandes dramas del siglo XXI junto con los efectos de la pandemia de la Covid-19.
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