Cuando reina la corrupción
y la impunidad, surgen de la noche a la mañana nuevos millonarios que son
simple y llanamente “rateros de cuello blanco”, a quienes se les tiene que
rendir pleitesía y más aún, saludarlos como próximos gobernantes.
Constantino Estrada / Especial para Con Nuestra América
Desde Ciudad de México
Dedicado al único
amor que se puede compartir a manos llenas: Guatemala.
Partimos de esta
premisa: la corrupción se convierte en un falso paradigma a imitar. La
corrupción genera impunidad y viceversa, es una especie de señal que emana de falsos líderes, empresarios y
funcionarios públicos, especialmente de jueces y magistrados encargados de
aplicar la justicia, con las excepciones pertinentes. La impunidad es un escudo
que protege a los corruptos de cualquier procedencia.
Las organizaciones
sociales, empresariales, gremiales, partidos políticos y la población en
general la observa y la siente natural por lo que en su subconsciente queda
grabado y caen como presas fáciles, convirtiéndose en corruptos y corruptores,
multiplicando así este cáncer conductual y delincuencial. Por ello, la
importancia de combatir esta lacra social y aplicar la ley castigando metiendo
a los corruptos a la cárcel.
A la sociedad se le ha
enseñado, como dicen en México, que “el que no tranza no avanza” y por lo tanto
se vale robar. Todo un país se puede echar a perder por estas conductas. Es
más, puede caer en la miseria absoluta, que el turismo extranjero decida no
visitarlo, por temor a ser timado, engañado, extorsionado y quizá hasta ser
asesinado, males que son aristas de esta enfermedad que se desarrolla cuando
reina la impunidad. Al interior de nuestras naciones se daría una guerra sin
cuartel, pisoteándonos unos a otros, robando, robando... hasta que nuestros
niños lo vean como normal.
Cuando reina la corrupción
y la impunidad, surgen de la noche a la mañana nuevos millonarios que son
simple y llanamente “rateros de cuello blanco”, a quienes se les tiene que
rendir pleitesía y más aún, saludarlos como próximos gobernantes. Para
constatar esto, los invito a que vean la película “La Ley de Herodes”.
Hay muchos ejemplos de
los daños colaterales que produce la corrupción, por ejemplo cuando se roba con
el camuflaje de una licitación pública, realizada ex-profeso, también despojas
el fruto del trabajo de un hermano, de tu padre, de tu hijo o de un amigo,
dejas con hambre a niños y a los jóvenes sin educación y a los enfermos
proletarios sin medicinas. Provocas muerte, más pobreza y desesperanza en la
población.
Todo este relato, viene
al caso, porque a la sociedad y a sus niños no se le ha enseñado, que la
honestidad y la ética generan riqueza. Que el valor de las mercancías tiene
adentro el fruto (valor) del trabajo del hombre o la mujer. Ese valor es la
riqueza fundamental de la mercancía, los demás componentes: valor de uso y
valor de compra son simplemente para causar el trueque comercial. Cuando no se
reconoce el valor (el espíritu del trabajo del obrero, campesino, artesano o
trabajador en general) en absolutamente todas las mercancías, los consumidores simplemente
pasan al grueso de una sociedad objetivada, es decir, solo admiran y veneran el
objeto.
Si nos llega a quedar
bien claro esta definición de los componentes de las mercancías, se
comprendería que la honestidad sería factor de riqueza para todos los humanos.
El ser humano quedaría totalmente valorado con toda justicia, ya que se le
pagaría por el valor que le impregna a las cosas, aun trabajando en la
producción de cantidades industriales, no se diga cuando su producción es
artesanal, aquí se siente y percibe hasta el moldeo artístico que hacen las
manos del artesano. Por eso una pieza artesanal puede tener más valía.
La creatividad en la
mercancía, su producción y distribución desarrolla riqueza en los productores
asociados en una cooperativa. Este accionar logístico genera empleo para mucha
gente, que por obvias razones tendrán que recibir una remuneración justa y
enriquecedora, ya que todos son propietarios. Esto produce riqueza, sin
necesidad de “ser tranza” (ladrón).
Hay muchísimos más
ejemplos donde inclusive un simple obrero puede ser rico (cubrir sus
necesidades básicas y las de su familia con los bienes muebles e inmuebles
fundamentales), cuando la empresa donde trabaja tiene principios éticos y
honestidad en su producción, y crea una especie de escalafón que ayuda a crecer
al obrero, dándole preparación y ganar más, produciendo artículos de mayor
calidad. Aquí ganan todos, hasta el consumidor.
En otro punto, ¿cuándo
se ha visto algún anuncio del gobierno o de los empresarios, que señale el
camino de la honestidad de los ciudadanos y que estos pueden ascender a una
riqueza, sin necesidad de corromperse? ¿Quién tiene que marcar el ejemplo? En
realidad todos los sabemos, en el hogar recae en los papás, en el hermano
mayor… y en la sociedad, ya se dijo el ejemplo lo deben de marcar los
gobernantes y los empresarios. Cabe aclarar, hay empresarios ejemplares que han
realizado su fortuna con mucho esfuerzo y trabajo.
Algunas propuestas. ¿Qué hacer para ayudar a romper
éste círculo vicioso: corrupción-impunidad-corrupción? Se pueden proponer
variadas respuestas, entre ellas que personas de reconocida honorabilidad,
quizá organizadas en un frente contra la impunidad (recordemos que la CICIG no
es para siempre), para que esté siempre alerta y descubra estas prácticas.
Utilizar las herramientas a nuestro alcance, como la denuncia, exigir siempre
transparencia y publicar en que se emplea el dinero del erario (tesoro del
pueblo). Impulsar una educación anticorrupción y contra la impunidad no
escolarizada, es decir en los medios de comunicación (TV, Radio, Prensa e
Internet) y también escolarizada, en las aulas, desde primaria. De esta forma
se estaría creando una sociedad bien formada e informada en los asuntos
públicos.
Es importante que en
una nueva ley electoral, en varios artículos se desarrolle la propuesta
consistente en poner un filtro para los candidatos donde pasen un examen
relativo a sus principios morales y éticos. Además que realicen su declaración
de bienes patrimoniales y cómo los adquirieron. Ello ayudaría a tener dignos
candidatos y por ende con una posibilidad menor de corromperse. Romper la vieja
imagen de que los políticos ascienden al poder para enriquecerse y rescatar la
imagen aristotélica que define al político como un servidor del pueblo.
Exigirle al TSE que
difunda spots en tv, radio y espacios públicos donde se exhiban los delitos
electorales, para que a los políticos les quede bien claro, que de cometer
alguna de estas transgresiones, los puede llevar directo a la cárcel. A la vez,
que la gente se entere que es indigno
recibir dádivas en períodos electorales. Es lógico pensar, que si un partido
político hace su campaña electoral con conductas corruptas, como la compra de votos, entonces sin duda alguna
serán sus funcionarios deshonestos en el poder.
Se vale intentarlo. El
amor de todos, Guatemala, nos lo agradecerá.
*El autor
es ciudadano guatemalteco, latinoamericanista, egresado de la licenciatura de
Estudios Latinoamericanos, Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, México.
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