La
radiografía de las elecciones intermedias en México y sus resultados son un
claro reflejo del tipo de sociedad que predomina en un país que en otro momento
se le identificó políticamente como el más progresista de América Latina y el
Caribe.
Adalberto
Santana / Especial para Con Nuestra América
Desde Ciudad de México
El 7 de junio de 2015 en la República Mexicana se realizan
las llamadas elecciones intermedias. Proceso electoral que acontece a la mitad
de las elecciones que determinaron el
periodo presidencial y el de los senadores (2012-2018). Es un momento político en que se elige una
nueva composición del total de los diputados federales (500) tanto de elección
directa (300 de mayoría relativa) como de 200 diputados de representación
proporcional de acuerdo a la votación alcanzada por los respectivos partidos
políticos. Un número significativo de
esa “fiesta electoral” es el número de
candidatos a diputados federales por mayoría relativa que llegó a 5,288. En
tanto que los candidatos a diputados por representación proporcional sumó
3,704.
Estas elecciones
también coincide con los comicios que se realizan en nueve estados donde se escogen a sus
candidatos a gobernadores o gobernadoras (Baja California Sur, Campeche,
Colima, Guerrero, Michoacán, Nuevo León, Querétaro, San Luis Potosí y Sonora).
Cargos cuya designación por el voto mayoritario
gobernará por un periodo de seis años
(2015-2021). Asimismo también en 16 estados se eligen a los congresos
locales, como a las autoridades de ayuntamientos, así como en la capital del
país, el Distrito Federal donde se eligen 16 jefes delegacionales. Esto también implica la realización de una
jornada electoral que a nivel nacional y
local hace que la ciudadanía pueda designar con su voto a 2,179 cargos de elección popular. Incluso, también implica que en algunas entidades de
la federación mexicana, como es el caso del estado de Oaxaca, se desarrollen de conformidad con su
propia constitución y en determinadas comunidades indígenas, elecciones bajo el
sistema reconocido de usos y costumbres.
Un elemente novedoso en este proceso electoral es la
participación permitida y registrada por el órgano regulador de candidatos
independientes. A nivel nacional participan diez partidos políticos que por el
volumen de su respectivas votaciones alcanzadas en las elecciones pasadas
(2012), figuran en el siguiente orden: Partido Revolucionario
Institucional (PRI); Partido Acción
Nacional (PAN); Partido de la Revolución Democrática (PRD); Partido Verde
Ecologista de México (PVEM); Partido Nueva Alianza (PNA); Movimiento Ciudadano
(MC); Partido del Trabajo (PT) y las nuevas entidades partidarias que pretenden
alcanzar su registro si logran obtener un 3 por ciento de la votación:
Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA); Partido Humanista (PH) y Partido
Encuentro Social (PES). Asimismo también
participan en determinadas elecciones estatales o locales partidos con una
identificación regional, como son los casos
del Partido de los Pobres de Guerrero (PPG) o del Partido Social
Demócrata en el estado de Morelos entre otros.
De esta manera estos comicios intermedios permiten votar
formalmente a 87,244,921 ciudadanos que figuran en el padrón electoral. Lo que
representa en términos de género un universo de 52% de mujeres y 48% de hombres. Lo cual también
hace ver que entre los potenciales
votantes que suman el 70 por ciento,
se ubique la franja de los que tienen entre 18 y 39 años de edad. Bloque
generacional que desde la perspectiva de la democracia electoral, seguramente
define el curso general de ese proceso
en el que muestran sus inclinaciones y preferencias ideológicas y
políticas.
Un elemento más que significativo en esos comicios es el
enorme gasto formal que ha destinado el Instituto Nacional Electoral (INE).
Esto es, el costo económico que ha servido para que los distintos candidatos
realicen con el presupuesto oficial y con recursos públicos hacer el gasto
financiero electoral de sus campañas. Lo más resaltante es que si bien la
economía mexicana atraviesa por un nuevo periodo de crisis, para la llamada
clase política se le otorgaron más que suficientes recursos para realizar sus
campañas electorales. En la mayoría de
los casos los candidatos buscaron difundir su imagen y discurso político a
través de la propaganda mediática (radio, televisión, cine, Internet) o de anuncios
impresos (espectaculares, afiches
colocados en postes de luz, bardas y todo tipo de mobiliario urbano y
rural). Casi todas las campañas
publicitarias en gran medida resultaron un gran negocio para las empresas
encargadas de hacer y difundir esa
propaganda. Una enorme cantidad de millones de pesos se destinaron para ello y
para buscar legitimar la llamada
democracia electoral.
Otro elemento resaltante
es que esos comicios intermedios se llegaron a desarrollar en un clima de aspero y
violento contexto político nacional. México y Colombia son los dos únicos
países de nuestra región latinoamericana donde se desarrollan conflictos
armados. La guerra en Colombia lleva ya más de medio siglo y más de 250 mil
víctimas, así como más de 4 millones de personas desplazadas de sus lugares de origen. En el
caso mexicano el recuento es más incierto estadísticamente. Oficialmente se
estima muy conservadoramente en más de ochenta mil muertos producto de la
guerra contra el narcotráfico y el crimen organizado y más de 25 mil
desaparecidos desde el gobierno del
presidente panista Felipe Calderón (2006-2012) hasta el actual gobierno
del presidente príista Enrique Peña Nieto.
Un tema relevante de la jornada electoral del 2015, es el
hecho sintomático de la crisis de violencia en México que muestra que las
elecciones se llevan en un clima donde hay
15,134 secciones de atención electoral (SAE), en virtud de problemas de
diversa índole. Tales como un número de
2,077 secciones donde ciudadanos que van
a votar no saben leer ni escribir. O
bien 8,128 secciones que presentan altos
índices de migración o 6,656 secciones con alta inseguridad pública, o también
donde prevalecen problemas como la discriminación, conflictos religiosos o
interétnicos, agrarios, limítrofes o políticos. Lo cual nos pone en evidencia
los casos más conocidos como son las protestas de los profesores afiliados a la
Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) que en algunos
estados junto con otras organizaciones políticamente muy beligerantes contra la
democracia oficial han llamado a boicotear el proceso electoral. Asimismo todo
ello contrasta con otros espacios electorales donde el clientelismo político es
más evidente en la práctica de diversos partidos políticos que se ubican
geométricamente en el esquema ideológico de
la izquierda, centro o la derecha.
Sin duda la radiografía de esas elecciones intermedias en
México y sus resultados son un claro reflejo del tipo de sociedad que predomina
en un país que en otro momento se le identificó políticamente como el más
progresista de América Latina y el Caribe. Sobre todo cuando los valores éticos
de su horizonte eran la búsqueda de la justicia y la democracia social, valores
hoy sustituidos por los de la lógica individualista y consumista del llamado
libre mercado o del capitalismo salvaje.
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