La tentativa de arrasar la memoria, se sustenta en lo que el cineasta
Sergio Valdés Pedroni ha llamado el genocidio de las conciencias. El
neoliberalismo adormece las conciencias a través del consumismo, las
frivolidades difundidas por los grandes medios de comunicación, los
entretenimientos diversos, entre ellos
los que difunden las redes sociales.
Carlos Figueroa Ibarra /
Especial para Con Nuestra América
Desde Puebla, México
En un discurso que varios analistas de Guatemala han calificado como
insulso y mezcla de lugares comunes de superación personal con atavismos de
predicador, el nuevo presidente de Guatemala descalificó la lucha por la
memoria, la verdad y la justicia. ¿Qué otra cosa se puede esperar de un mandatario
que es apoyado por los ex militares interesados en el olvido, el ocultamiento y
la impunidad? El presidente Morales es continuador de lo que pregonó el hoy
encarcelado Perez Molina. Después de
practicar la tierra arrasada se busca practicar la memoria arrasada como lo
dijera en un breve poema mi querida ex alumna Ana Lucía Pellecer.
En Indonesia se arrasó el recuerdo
del genocidio de 1965 y éste es evocado como una guerra victoriosa contra el
comunismo. Los genocidas son vistos por
la narrativa oficial como "héroes de guerra". En Guatemala, país de
memoria débil pero no arrasada, es posible arrestar a docena y media de ex militares involucrados
en ejecuciones extrajudiciales y desapariciones forzadas. Existe una lucha
enconada entre la memoria y el olvido, y el relato de la comunidad de los
derechos humanos, define a los represores como genocidas mientras que el de la
derecha insurgente intenta retratarlos como "presos políticos".
Pero la tentativa de arrasar la memoria, se sustenta en lo que el cineasta
Sergio Valdés Pedroni ha llamado el genocidio de las conciencias. El
neoliberalismo adormece las conciencias a través del consumismo, las
frivolidades difundidas por los grandes medios de comunicación, los
entretenimientos diversos, entre ellos
los que difunden las redes sociales. El ideal neoliberal es el mismo que
denunció décadas atrás el filósofo
marxista Herbert Marcuse, cuando habló
de "El hombre unidimensional", ese ser enajenado producto de la
sociedad de consumo. La búsqueda del olvido prende sobre todo en las clases
medias que por su condición ven al capitalismo neoliberal como el mejor de los
mundos. Por eso es posible encontrarse
en las redes, mensajes como uno que acabo de ver en Facebook: "Soy
guatemalteco, a mi no me interesa si hubo o no genocidio. A mi me interesa que
dejemos de chingar con continuar un conflicto que terminó hace mucho
tiempo".
Imagino la reacción de la comunidad judía si las execrables palabras del
mensaje referido, fueran dirigidas hacia aquellos que nos recuerdan
constantemente el holocausto judío a manos del nazismo alemán. O si lo mismo se
lo dijeran a los armenios que sufrieron una enorme matanza a manos de los
turcos a principios del siglo XX. En Guatemala el Museo de los Mártires
languidece y podría desaparecer si no se encuentra financiamiento para
sostenerlo. En Argentina con el gobierno de Macri, el Memorial de la matanza
argentina ha empezado ya a sufrir embates. Pero Argentina es un país de memoria fuerte y arrasarla allí será
difícil.
El discurso inaugural de Morales, el fanatismo religioso que muestran
muchos de sus seguidores, el escándalo de la ministra de comunicaciones
contratista y funcionaria gubernamental a la vez, es el anuncio de lo que
veremos en los próximos cuatro años.
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