Tras algunos días de
“drama humanitario”, se le reabrió el camino a unos 6 u 8 mil migrantes cubanos
atascados en Costa Rica. Un drama menor si se compara a los peligros que plagan
la ruta de sus análogos centroamericanos y, ni qué decir, del millón de hijos
del Oriente Medio que últimamente logró cruzar el Mediterráneo.
Nils Castro / Especial para Con Nuestra América
Desde Ciudad Panamá
Privilegiados, los cubanos
migran con la certeza de que podrán atravesar México sin grandes percances y
establecerse enseguida en Estados Unidos. Si bien el acuerdo entre los
gobiernos centroamericanos establece que estos viajeros pagarán sus boletos
aéreos a El Salvador y los autobuses de ahí hasta la frontera estadunidense,
ellos tienen cómo costeárselos, como le consta a los coyotes que los condujeron hasta Costa Rica.
Todo lo contrario
ocurre a los cientos de miles de mexicanos y centroamericanos que cada año
enfrentan múltiples infortunios intentando llegar a Estados Unidos, o incluso después de lograrlo. Janet
Murguía, la presidenta del Consejo Nacional de la Raza (NCLR) informa que
durante la administración del presidente Obama 2 millones y medio de
extranjeros han sido deportados, un promedio de 650 diarios o casi 2 por
minuto.
Reconocidas
personalidades mundiales intercedieron por los cubanos encallados en
Centroamérica. Sin embargo, generalmente sus llamados pasaron por alto la
situación de los millares de migrantes centroamericanos, cuyo trayecto está
brutalmente sujeto a vejámenes, atracos y asesinatos, a los que luego se
agregan las deportaciones. Según el Departamento de Seguridad Nacional (DHS),
en el año fiscal que terminó en septiembre de 2015, las autoridades estadunidenses
capturaron y deportaron a unos 462 mil inmigrantes indocumentados. En lo que
toca a los latinoamericanos, principalmente mexicanos (146,132), guatemaltecos
(33,249), salvadoreños (21,920) y hondureños (20,309), en su mayoría gente que
al arribar presentó una petición de refugio que después algún juez rechazó.
Eso representó una
reducción de las deportaciones respecto al año anterior. Los funcionarios y
expertos la explican observando que ahora México ataja y deporta ‑‑a sus
expensas‑‑ mayor cantidad de migrantes centro y sudamericanos. Según la Oficina
de Aduanas y Protección Fronteriza norteamericana, una de las ventajas de esta
colaboración es que en 2015 Estados Unidos “solo” detuvo a 39,970 menores sin
acompañantes que buscaban entrar al país, 42% menos que el año anterior. De
enero a noviembre de este año la Unidad de Política Migratoria de la Secretaría
de Gobernación detuvo a 32 mil 293 centroamericanos menores de 17 años,
superando los 23 mil 96 capturados en 2014.
Incluyendo a los adultos,
en los primeros 10 meses de 2015 México deportó 130,826 centroamericanos que
pretendían llegar a la frontera estadunidense, 41% más que en 2014. De estos,
60,120 eran guatemaltecos, 44,696 hondureños, 24,887 salvadoreños y 1,123
nicaragüenses. La Oficina de Washington para América Latina (WOLA) en el verano de 2014 el gobierno mexicano
puso en marcha el Programa Frontera Sur, con el cual incrementó un 73% la
detención de migrantes. Según WOLA, la presión sobre los migrantes los ha
forzado a buscar rutas alternas, más peligrosas, haciéndolos más vulnerables
ante los abusos tanto de los traficantes y los delincuentes locales como de las
autoridades.
Hace poco el Washington
Post informó que en enero el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (DHS)
de Estados Unidos iniciará redadas para deportar a miles de menores y familias
que ingresaron irregularmente al país. Esto afectará a muchos millares
adicionales de personas. No sorprende, pues, la renuencia con que varios
gobiernos centroamericanos ahora accedieron a resolver ‑‑por esta sola vez‑‑ el
tránsito de los migrantes cubanos a través de sus países.
Carlos Raúl Morales,
canciller de Guatemala ‑‑el país más castigado por las deportaciones
estadunidenses y mexicanas‑‑ transparentó el asunto al aclarar que su gobierno
cooperará a condición de que se respete la legalidad, la seguridad y las
limitaciones materiales de cada país, permitiendo el paso gradual de quienes ya
estaban varados en Costa Rica. Pero reclamó que otros asuman el gasto logístico, que México confirme que franqueará
el paso de estos migrantes, que se garantice que no habrá retorno y que con
esto no se mande un mensaje equivocado a los tratantes de personas que después
dé ocasión a otras oleadas de migrantes. En ese caso, advirtió, “pudiéramos
estar terminando el trabajo que inició el coyote”.
Importantes
funcionarios señalaron que esta situación ‑‑que ahora se regionalizó al
involucrar a Ecuador y Colombia, a siete países centroamericanos y a México‑‑
no es generada por los centroamericanos sino por la persistencia de la política
estadunidense de hostigamiento a Cuba, con su Ley de Ajuste Cubano y su
política de “pies secos‑pies mojados”. Por consiguiente, insistieron en que el
gobierno de Washington debe asumir su responsabilidad, no solo aportando
facilidades y asumiendo costos, sino eliminando cuanto antes esas políticas,
que ya se ha convertido en una causa regional de conflictos.
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