El empresario multimillonario
Donald Trump que triunfó en las elecciones en los Estados Unidos no es el
primer caso de un hombre con dinero que llega a la presidencia de un país.
Claro que al tratarse de la primera potencia mundial cobra otra dimensión, más
si lo logra como candidato de uno de los partidos tradicionales que ha
gobernado en numerosas oportunidades y que incluso lo miró con recelo durante
toda la campaña electoral.
Pedro Brieger / Especial para Con Nuestra América
El fenómeno de un empresario que
se lanza a la política ya es conocido en América Latina. Varios lo intentaron y
algunos lo lograron, aunque sus presidencias no se destacaron particularmente y
algunos incluso terminaron acusados de corrupción una vez que abandonaron el
poder. Vicente Fox en México, que hizo carrera en la Coca Cola, fue un
precursor cuando llegó para desbancar al PRI. Sebastián Piñera en Chile,
considerado una de las personas con mayor fortuna, fue primero presidente de la
aerolínea LAN y luego durante un período ejerció la presidencia del país. En
Panamá, Ricardo Martinelli –dueño de cadenas de supermercados- gobernó entre
2009 y 2014 y fue sucedido inmediatamente por Juan Carlos Varela, otro
empresario, quien junto a Mauricio Macri en la Argentina y Horacio Cartes en
Paraguay conforman el trío actual de presidentes en la América continental que
provienen del mundo empresarial.
En febrero de 2017 habrá
elecciones en Ecuador y otro empresario, en este caso el banquero Guillermo
Lasso, probará suerte nuevamente contra el gobernante Alianza País, a pesar de
haber sido derrotado por Rafael Correa en las elecciones de 2013.
La aparición de empresarios
devenidos en políticos o “outsiders” (gente que no proviene de la política
tradicional) no es nueva en América Latina. Por lo general refleja la crisis de
los partidos políticos tradicionales, incapaces de seducir al electorado con
candidatos propios y honestos, más identificados con los vicios de la política.
El empresario, hombre poderoso, se presenta como alguien que no anhela el poder
para enriquecerse pues ya es poseedor de grandes fortunas.
El caso de Venezuela responde en
líneas generales a lo antedicho. Los sectores opositores al chavismo no logran
encontrar una figura de consenso capaz de aglutinarlos a todos. Henrique
Capriles ha sido dos veces candidato a la presidencia y fue derrotado primero
por Hugo Chávez en 2012 y luego por Nicolás Maduro en 2013. En este contexto
aparece la figura de Lorenzo Mendoza, presentado el año pasado por la cadena
BBC como un “presidenciable”. (http://www.bbc.com/mundo/noticias/2015/10/151021_venezuela_perfil_lorenzo_mendoza_polar_dp)
El empresario Lorenzo Mendoza es
menos conocido a nivel regional, pero es considerado el hombre más rico de
Venezuela, como señala la conocida revista de negocios y finanzas Forbes que
evalúa su fortuna en 1.500 millones de dólares. El signo de Mendoza es Empresas
Polar, una empresa familiar creada en 1940 y la principal productora de
alimentos del país, que incluye desde la popular cerveza Polar hasta la harina
P.A.N para preparar las famosas arepas de maíz, el alimento más consumido de
Venezuela. Prácticamente no hay alimento en Venezuela que no esté conectado con
el nombre Polar, lo que representa un poder económico y político sin igual y la
capacidad para influir en el estado de ánimo de la mayoría de la población
según se produzcan más o menos alimentos.
La revista América Economía,
considerada la revista más influyente de negocios, economía y finanzas de
América Latina, publicó recientemente un artículo titulado “Empresas Polar
anuncia paralización en Venezuela de sus plantas productoras de harina de
maíz”. (http://www.americaeconomia.com/negocios-industrias/multilatinas/empresas-polar-anuncia-paralizacion-en-venezuela-de-sus-plantas)
En dicho artículo se señala que
Polar informó el lunes 12 de noviembre “la paralización de sus tres plantas
productoras de harina de maíz, asegurando la “falta” de materia prima.” Es
interesante que el entrecomillado de la palabra “falta” es del original pues
sugiere que duda de la veracidad de la información. Según la página de facebook
Polarleaks, en los últimos tiempos cada vez que existe una situación de
convulsión política con la intención de jaquear al chavismo se produce una
caída de la producción de Empresas Polar. Es así que en abril de 2013 cuando
Nicolás Maduro fue electo presidente redujo la producción un 40 por ciento;
cuando se organizaron las movilizaciones para derrocar al recientemente electo
Maduro en febrero 2014 redujo un 34 por ciento su producción, y para las
elecciones a la Asamblea Nacional en diciembre 2015 la redujo un 37% por
ciento. (https://www.facebook.com/Polar-Leaks-221809558151618/?fref=ts)
Ahora, en momentos que
nuevamente la oposición está tratando de debilitar al gobierno para provocar su
caída Empresas Polar anuncia que “falta” materia prima y responsabiliza
directamente al gobierno incluso en reuniones que mantiene con representantes
del Vaticano.
Aunque hayan cambiado los
contextos, la historia latinoamericana conoce de las maniobras patronales para
sabotear un proceso de cambio. En la memoria colectiva todavía no se han
borrado las huellas de la huelga de los camioneros y la escasez de alimentos en
Chile durante el gobierno de Salvador Allende antes del golpe de Estado de 1973
como tan bien contara en su momento la pluma de Gabriel García Márquez. En el
caso de Venezuela hay otro dato interesante: Empresas Polar, la productora de
alimentos más importante del país que tiene ingresos millonarios por ventas,
parece que no pagó los impuestos que le corresponderían sobre la renta en el
año 2015 porque declara patrimonio negativo y pérdidas a pesar de sus altos
ingresos, lo que afecta directamente a la economía en su conjunto.
¿La victoria de Donald Trump les
dará un impulso a otros empresarios multimillonarios para lanzarse de lleno a
la política? ¿Será Venezuela el próximo
caso? Preguntas que por ahora no tienen
respuesta. Pero si Trump fue una
sorpresa por qué no pensar que se están preparando otras…
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